DivulgaMAT
Inicio - DivulgaMAT Facebook - DivulgaMAT Twitter - DivulgaMAT

44. Cine, ciencia y ciencia ficción (1)
PDF Imprimir Correo electrónico
Escrito por Miquel Barceló   
Sábado 01 de Septiembre de 2007

La ciencia ficción en los medios audiovisuales

La ciencia ficción procede del mundo literario, pero su temática se ha incorporado también a otros medios de creación. Entre los diversos géneros narrativos que han utilizado temáticas de ciencia ficción no faltan ni el teatro, ni el cine, ni la televisión, ni las historietas dibujadas o cómics. También, en los últimos años, cabe registrar la incorporación de la temática de la ciencia ficción a la creación de juegos de simulación estratégica y a los nuevos juegos de "representación de papeles" (role-playing).

En general puede decirse que las características intrínsecas de los medios audiovisuales han hecho que, en la mayoría de los casos, predominara tal vez de forma excesiva la atención a la imagen y a la estética, incluso con el handicap del exagerado papel asignado a los trucos y efectos especiales. Ello se ha hecho generalmente en detrimento de la riqueza de ideas que es la característica fundamental del género en su vertiente literaria.

Pero sí es cierto que, pese a su baja calidad media desde el punto de vista de los estándares de especulación inteligente ya establecidos en la literatura de ciencia ficción, los medios audiovisuales han logrado acercar la temática propia de la ciencia ficción al gran público y extender el posible ámbito de aficionados. Su espectacularidad se lo permite.

Espectáculo, maravilla y decorado

En general el cine de ciencia ficción no debe confundirse con la literatura: en la vertiente cinematográfica de la ciencia ficción se utilizan otras convenciones narrativas, se limita en gran medida el ámbito temático, se priman de forma excesiva los elementos fantásticos e irracionales y, en general, se exige bastante menos de la inteligencia de la audiencia. Pero es mucho más espectacular y, gracias a las campañas de promoción de las productoras (sorprendentemente ayudadas por los editores de telediarios...), alcanza un público mucho más numeroso.

Lo cierto es que el cine de ciencia ficción gusta y es evidente que tiene mucho más público y consumidores que la ciencia ficción escrita. En realidad es el cine el que construye actualmente (cuando la lectura parece perder peso relativo en el tiempo que los ciudadanos dedican al ocio o la cultura) lo que podríamos llamar el "imaginario popular" sobre la ciencia ficción.

La aventura de la ciencia

En la realidad cotidiana, con la casi omni-presencia de la ciencia y la tecnología (la tecnociencia en feliz denominación de Gilbert Hottois), resulta inevitable ver ciencia por todas partes. Pero, a pesar de todo, todavía resulta lo suficiente difícil hablar seriamente de ciencia en el cine. De hecho, tal y como dice Jacques Jouhaneau: "El cine se alimenta de ficciones, la ciencia de realidades". Parecen, de entrada dos mundos lo suficiente incompatibles.

De hecho, una búsqueda bibliográfica sobre "ciencia" en la biblioteca de una Filmoteca acostumbra a dar resultados bien pobres, y casi siempre centrados en dos grandes aspectos que parecen resumir la relación entre cine y ciencia: el cine científico y la ciencia ficción. El primero se refiere a una vertiente divulgativa del cine, el segundo es el que ahora nos interesa aquí: el cine de ciencia ficción.

Posiblemente, en la literatura, la primera referencia importante a la ciencia y a lo que ésta representa para la sociedad que la practica y la adopta se encuentra en el Frankenstein (1818) de Mary Shelley. Desgraciadamente, el cine ha cambiado la imagen popular de lo que originalmente era una seria reflexión sobre el poder de la ciencia y su responsabilidad final. Mary Shelley subtituló su novela como "el moderno Prometeo", destacando el hecho que el científico, el doctor Frankenstein, como Prometeo, se arriesga a hacer aquello que está "prohibido", dar a los humanos el fuego que "pertenece a los dioses", precisamente por aportar a la humanidad nuevas posibilidades que hasta entonces le habían sido negadas.

Historiadores de la ciencia ficción como el británico Brian W. Aldiss acostumbran por lo tanto a considerar el Frankenstein de Mary Shelley como la primera novela de ciencia ficción, en el sentido de la definición que Isaac Asimov daba a este género narrativo, una especulación: "sobre la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología".

Lógicamente, en el seno de la sociedad británica de la época, a comienzos del siglo XIX, la novedad del propósito del doctor Frankenstein servía para alertar sobre el peligro que ciertos resultados de la ciencia pueden lograr. Tal vez por esto, la popular versión cinematográfica de Frankenstein hecha por James Whale el año 1931 olvida gran parte de la ciencia (y de la aventura de hacerla) que sí está presente en la novela de Mary Shelley, y convierte la historia en una referencia básica del cine de terror y, de hecho, se podría decir que hace un alegato admonitorio contra la ciencia y sus peligros. Desgraciadamente, la obra clásica con que se inicia la ciencia ficción escrita, una vez llega al cine se convierte en algo bien distinto.

De paso diremos que, por suerte, en el año 1995, Kenneth Branagh recuperó el espíritu de exploración y aventura que Mary Shelley vio en la ciencia, y lo ha incorporado a su versión cinematográfica de las desventuras del pobre doctor Frankenstein. Mary Shelley quiso empezar y acabar la novela con el encuentro del doctor Frankenstein con el capitán Robert Walton que pretende llegar al polo norte. Branagh recoge también este aspecto. El encuentro de Walton con Frankenstein servirá para constatar como la ciencia es también una aventura casi parecida a la que empujó a personas como Walton a adentrarse en mundos desconocidos en busca de aquello que entonces resultaba novedoso: en el caso de Walton los nuevos descubrimientos geográficos tan caros al siglo XIX. Justo lo que hace el científico.

Cine de ciencia ficción: ¿cine para adolescentes?

La transgresión iniciada por James Whale ha continuado vigente a lo largo de la historia del cine de ciencia ficción. Hasta tal punto que, hoy en día, la mayoría de la gente, por la gran fuerza comunicativa del cine, tiene precisamente una imagen ligeramente sesgada de lo que es realmente la ciencia ficción.

Para muchos, la ciencia ficción cinematográfica es poca cosa más que material digamos que casi "infecto" para consumo de adolescentes que se dejan llevar, sobre todo, por las maravillas de los efectos especiales. Y es que la mayoría de productores cinematográficos consideran que el cine de ciencia ficción se ha de centrar precisamente en la aventura poco razonada y un tanto infantiloide, aderezada, eso sí, con brillantes efectos especiales.

Dicho de otro modo, esos productores cinematográficos suelen considerar el cine de ciencia ficción como material de segunda clase para uso y consumo de un espectador poco exigente como son los adolescentes y los jóvenes de quienes, además, parece que los productores de Hollywood no tienen por cierto una imagen lo suficientemente positiva.

El relativamente reciente remakede "Planet of the Apes" (El planeta de los simios, 2001) hecho por Tim Burton de la que ahora reconocemos como excepcional película del mismo título de Franklin J. Schaffner (1967) nos proporciona la anécdota esencial. Preguntado sobre el cariz banal de la nueva versión, el productor Richard Zanuck decía en una entrevista que la nueva versión tenía más acción, más efectos especiales y más espectacularidad y un muy menor grado de reflexión que la versión de los años sesenta porqué, decía, "los espectadores de hoy no están interesados en los aspectos filosóficos" (sic).

Si esto es el que piensan los productores, que son quienes proporcionan la financiación y, al fin, son los responsables de los proyectos cinematográficos entendidos ya como "empresa total", es lógico pensar que en el cine de ciencia ficción no debe ser fácil encontrar toda la capacidad de reflexión, especulación y, si se quiere, también de subversión, que puede tener la buena ciencia ficción escrita.

Pero eso sí, la potencia del medio cinematográfico parece mucho mayor que el de la palabra escrita.

De hecho, el cine nos llega por dos de los sentidos más potentes de que disponemos (vista y oído), y acabamos visionándolo, canónicamente en una sala oscura y sin distracciones, al ritmo que nos viene impuesto por el director. No es fácil la reflexión cuando estamos sometidos a la espectacularidad de las imágenes y la fuerza del ritmo narrativo (podemos, por ejemplo, cerrar los ojos, pero no el oído...).

Ver cine es aceptar casi incondicionalmente el acto creativo de un director mientras que, al menos los cerebros educados en la época de la "galaxia Gutemberg", pueden encontrar en la actividad lectora un acto creativo que se hace a medias entre autor y lector. De hecho, cuando en el cine se ve, por ejemplo, un atardecer o una montaña todos los espectadores ven la misma montaña y el mismo atardecer, precisamente los que ha elegido el director; mientras que cuando en un texto escrito (como por ejemplo éste) se menciona igualmente un atardecer o una montaña, en la mente de todos y cada uno de los lectores, ha de haber imágenes distintas...

Son medios distintos...

Sea como sea, el cine de ciencia ficción interesa por su espectacularidad y de sus principales títulos hablaremos el próximo mes.

 

© Real Sociedad Matemática Española. Aviso legal. Desarrollo web