El Danubio
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  • Autor: Claudio Magris
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  • Gigi y Amedeo, que aman el halo de la g/oire pero también la precisión analítica, se sienten atraídos por el Instituto Descartes - no, sin duda, por su arquitectura estilo caja, sino por el nombre-. En esta pequeña ciudad, en 1619, Descartes pasó los días de invierno en su acogedora y caliente habitación y tuvo su ramosa iluminación conceptual. Maria Giuditta ha desaparecido, Maddalena está delante del Instituto, espera a que los dos hayan terminado de confabular con el bedel. Su figura nítida y recta, con el cabello suelto, parece estar allí para demostrar que no existe contradicción entre las ideas claras y diferenciadas y el aura de esa verdadera gloria que procede de la luminosidad de la persona, de aquellos que el Evangelio llama sal de la Tierra y luz del mundo.

    El corazón necesita esprit de géométrie como la demostración de un teorema. El reino de lo visible se mide con escuadra y compás, la curva de un destino se revela gracias al sistema de abscisas y coordenadas en que es colocado. Sólo el reconocimiento preciso de lo visible permite llegar a sus bordes y dirigir una mirada más allá de sus fronteras, de allá donde procede la luz de Maddalena o el silencio de Francesca. También esa luz y ese silencio que llegan de una fuente oculta, también el más allá y lo invisible son nítidos y geométricos, aborrecen la confusión indiferenciada. La geometría de esa luz puede conferir orden y apasionada claridad a toda una vida, no sólo a una serie de ecuaciones. Ya sería hora de que Gigi y Amedeo abandonaran al bedel y no hicieran esperar demasiado a Maddalena.

  • Fuente: Libros compactos, Anagrama, 2006 (traducción de Joaquín Jordá).

 
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