Más Khayyam
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El Correo, 31 de agosto de 2003.

MIGUEL ESCUDERO Más Khayyam

El riojano Gonzalo de Berceo, el primer poeta en la lengua castellana, glosó un vaso de bon vino . Siglo y medio antes, un poeta persa, Omar Khayyam, había escrito unos versos que decían: «Antes de que tu nombre en el mundo se borre/ bebe vino, que el vino alegra el corazón». La vida da muchas vueltas. Estos poemas fueron transmitidos a Occidente por una vía anglosajona. Edward Fitzgerald (nacido en 1809, el mismo año que Darwin) publicó en 1859 (el mismo año que El origen de las especies ) la traducción de unas poesías orientales que había encontrado en una biblioteca. Se trataba de cuartetas tituladas Rubaiyat y caracterizadas por carecer de rima la tercera línea. Este libro pasó un tiempo inadvertido, hasta que un par de buenos e influyentes lectores dieron cuenta de su importancia. Rubén Darío escribiría, al cabo de unos años, un prólogo a su versión española. Y Borges redactó en 1969 un poema con el mismo título y con la misma técnica, incluido en El elogio de la sombra . Antes de traducir a Khayyam, Fitzgerald había traducido a Calderón de la Barca (éste fue enormemente adorado por autores alemanes e ingleses), y lo hizo de modo libre, no literal. Igualmente procedió con la obra del autor persa, se ha llegado a decir que su trabajo fue una transfusión poética . No sólo transmitió con acierto la esencia del estilo y pensamiento de Khayyam, sino que logró rescatarlo del olvido para Occidente.

Omar Khayyam vino al mundo en las mismas fechas que el Mío Cid, a mitad del siglo XI en Nishapur. Pero no sólo fue poeta sino un destacado matemático y astrónomo de renombre. Escribió unos interesantes Comentarios sobre aspectos dudosos en los postulados del libro de Euclides y resolvió con brillantez ecuaciones cúbicas cortando cónicas (curvas de intersección de un plano y un cono). El sultán Malik Sha, que murió en 1092, lo convocó para emprender las observaciones astronómicas precisas para la reforma del calendario. Pasó del año solar persa (que ellos nos transmitieron) al lunar musulmán, el cual se caracteriza por contar un mes tras las cuatro fases de la Luna. Estas observaciones coinciden con una oleada mundial de miedos y obsesivas descalificaciones frente a las gentes de origen musulmán.

Convendría exclamar: ¿Menos Laden y más Khayyam!

 
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