Hans Magnus Enzensberger, la ciencia y la poesía
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El Correo, 11 de diciembre de 2002

IÑAKI EZKERRA Hans Magnus Enzensberger, la ciencia y la poesía

Hans Magnus Enzensberger (Baviera, 1929) es un filósofo que a la hora de ponerse a analizar cuestiones o hechos de cultura y civilización nunca se ha conformado con tópicos por indiscutibles y monumentales que fueran éstos. En lugar de ratificarlos siempre los ha rectificado. Y siempre ha tenido un olfato rápido y eficaz para detectarlos en el discurso intelectual y social contemporáneo. Especialmente memorable es su reivindicación de la cantidad de memoria en las jóvenes generaciones, que él situaba incluso por encima de la que tuvieron los grandes sabios de la Antigüedad aunque eso sí dirigida a retener -en vez de las declinaciones del latín- marcas de automóviles o nombres de futbolistas ya que su proyecto profesional no estaba en la filosofía ni en el sacerdocio sino en un concesionario de coches o una emisora de radio, por lo que debía centrarse en aquellas otras materias que debían dominar para desempeñar tales profesiones.

Perseverando en esa línea de pensamiento que puede denominarse ,antiapocalíptica,, Enzensberger arremete ahora en ,Los elixires de la ciencia, contra el arrogante prejuicio que las gentes llamadas ,de letras,, la provenientes de carreras o saberes humanísticos, han exhibido tradicionalmente frente al saber matemático y ante quienes se dedican a éste. El libro reúne poemas y ensayos, algunos editados anteriormente y otros inéditos. El titulado ,Puente levadizo fuera de servicio o las matemáticas en el más allá de la cultura, toca con humor ese orgullo social de la incapacidad para las matemáticas que hunde sus raíces en una tediosa pedagogía de la época de la industrialización y especula sobre la grotesca posibilidad de una sociedad donde la gente presumiera de la misma aversión y repugnancia hacia las novelas, el cine, la música o la pintura.

En esa misma dirección va la tesis del magnífico ensayo que cierra el libro, ,La poesía como ciencia,, en el que cita el caso de Peter Esterházy, que se hizo matemático, después futbolista y finalmente un novelista famoso en contraposición al modelo social más extendido del ,idiota especializado,, consecuencia inevitable de la diversificación de las ciencias. El texto pasa luego a una apología del ,poema didáctico,. En cuento a los poemas recogidos en el volumen los hay de carácter desconcertantemente teórico-pedagógico y los hay también que trazan originales, atrevidos y logrados retratos. «Tú puedes investigar tu propio cerebro/con tu propio cerebro/pero no del todo» dice en el ,Homenaje a Gödel,, que abre el libro, con un tono y una semántica totalmente nuevas en la poesía para pasar a la descripción sutil pero más usual del retrato de Leibniz en el siguiente poema: «Ignoramos sus sentimientos. La superficie parece impecable/ como un perfecto aparato. La levita del consejero áulico (...)/Tras la crespa peluca se esconden los circuitos,/sobrecargados..». ,Los elixires de la ciencia, es una valiente, divertida y moderna reflexión sobre cómo a la vez el trato desprejuiciado con las matemáticas puede reportar «sensaciones placenteras completamente desacostumbradas». Lo mismo que este libro

 
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