Michael Atiyah preside el comité científico del III Congreso de Matemáticas
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El Mundo, 10 de Abril de 1999
Entrevista
CATALUNYA
ELENA CUESTA No conoce fronteras ni estrechas concepciones de naciones. De padre libanés y madre escocesa, su lenguaje universal -a pesar de dominar el inglés, el francés y el árabe- son las matemáticas. Sir Michael Atiyah (Londres, 1929) ha descubierto teorías numéricas capaces de estremecer al inexperto y de enmudecer al entendido.

Estas teorías tienen nombres sencillos (teoría K, teorema del índice...) pero su explicación escapa a la mayoría de los mortales. Aunque no se les deslizó a aquellos que conceden la Medalla Fields (el equivalente al premio Nobel de las matemáticas), que se le atorgó en 1966.

Sin embargo, Atiyah niega rotundamente que la disciplina de los números esté al alcance de unas pocas mentes. El III Congreso Europeo de Matemáticas (3ecm) pretende demostrarlo. Se celebrará en Barcelona en julio del 2000, declarado Año Mundial de las Matemáticas por la Unesco. El papel que juega Atiyah en este acontecimiento es crucial. Preside el comité científico que estos días se ha reunido en la ciudad para perfilar el programa de conferencias y simposios, para los que se espera la presencia de más de 1.500 participantes de todas las áreas científicas y económicas. Y es que hace ya tiempo que las matemáticas dejaron de caminar solas por el laberinto de las ciencias. En su recorrido se ha ido emparejando con otras disciplinas, hasta el punto de ser una guía imprescidible en cualquier centro de investigación.

Del congreso, organizado por la sección matemática del Institut d Estudis Catalans junto con tres universidades catalanas, Atiyah espera que «los participantes vengan a percibir los nuevos desarrollos». Pero especialmente desea dar un impulso a las investigaciones matemáticas que se realizan en este país.

Destacado especialista en la teoría cuántica de campos y considerado uno de los matemáticos con más impacto de la segunda mitad del siglo XX, Atiyah es de sonrisa agradecida. Parece sorprenderse agradablemente a las preguntas a las que es sometido. Incluso cuando se le invita a desmontar esos tópicos que revolotean alrededor de las matemáticas: sólo las entienden unos pocos, son incompatibles con las letras, su repercusión en la vida cotidiana es mínima y los matemáticos no creen en Dios (aparentemente la lógica y la fe no son buenas amigas).

Pero Atiyah, pacientemente, va ofreciendo sus argumentos con calculadas palabras, en un claro ejemplo de que las letras y los números tienen más aspectos en común de lo que parece.

Asegura que «las matemáticas son un lenguaje universal y todo el mundo debería estudiarlas hasta donde pueda entenderlas». Por el momento, el primer tópico ha sido derribado.

«Las letras y los números son dimensiones diferentes de la vida. La historia, la poesía son más descriptivas y las matemáticas son más precisas. Pero son complementarias. Mal iría el mundo si todo fueran letras o todo fueran ciencias». Segundo estereotipo abatido.

«El hecho de pensar claramente con las matemáticas hace que también pienses claramente en la vida cotidiana, como por ejemplo, para interpretar los hechos que dan los periódicos, para distinguir lo que es real de lo que es propaganda». El barco donde navegan los prejuicios está a punto de tocar fondo.

«El científico está entrenado para ser un pensador crítico y eso hace que no acepte automáticamente lo que viene del pasado. Pero uno de mis mejores amigos, que estudió conmigo, se hizo cura y escribe libros sobre religión». Tocado y hundido.

«Las matemáticas son un lenguaje universal. Todo el mundo debería estudiarlas hasta donde pueda entenderlas»

 
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