4. Psicohistoria: la matemática predictiva
Imprimir
Escrito por Miquel Barceló   
Lunes 01 de Marzo de 2004

Desde los años cuarenta en que se concibió la serie de la Fundación asimoviana y su Psicohistoria, la ciencia real ha avanzado e incorporado nuevos conceptos, la complejidad y el caos entre ellos. Por ello, hacia el final del siglo XX, las tres "B" de la ciencia ficción actual (Benford, Bear y Brin), más de medio siglo después de la creación de la moderna mitología de la psicohistoria, han intentado incorporar los nuevos conocimientos de la ciencia al ambicioso esquema asimoviano. Se trata de la llamada "Segunda Trilogía de la Fundación" (1997-1999) en la que se incide básicamente, como hiciera Asimov en sus últimos años, en el proceso seguido por Hari Seldon para descubrir la matemática predictiva de la psicohistoria.

En esta "Segunda Trilogía de la Fundación", los nuevos Asimovs de hoy, Gregory Benford, Greg Bear y David Brin, se han encargado de introducir, entre otras, esa temida idea del "perfeccionamiento del estudio de la neurobiología electrónica" de que se habló en la anterior entrega de Matemática Ficción (al citar el capítulo 25 de FUNDACIÓN E IMPERIO), como uno de los peligros que podían hacer que la psicohistoria dejara de ser operativa. Por una parte, se trata, evidentemente, de la existencia de robots y ordenadores (algo casi inimaginable en los años cuarenta en que se concibió la primera trilogía de la Fundación asimoviana), y su papel quizá determinante, en la construcción de la psicohistoria y, por ende, la civilización humana. Por otra, los nuevos autores introducen también la existencia de la ciencia de la complejidad y el papel del caos en la civilización humana, el análisis de cómo una cultura acaba cediendo su lugar y desapareciendo por una u otra razón.

Tal y como nos cuenta David Brin en el último volumen de esta Segunda Trilogía de la Fundación, titulado EL TRIUNFO DE LA FUNDACIÓN (1999), un ya anciano Hari Seldon empieza a descubrir que ni la Primera ni la Segunda Fundación pueden ser la solución definitiva ante la amenaza del Caos y el grave peligro que representa para la civilización humana. El enfrentamiento entre robots calvinianos y giskardianos (dos "religiones" robóticas ya introducidas por Bear en FUNDACIÓN Y CAOS, la segunda novela de esta moderna trilogía psicohistórica); la existencia de planetas que "renacen" para sucumbir bajo el Caos; robots con libre albedrío sin estar sometidos a las leyes de la robótica; la Tierra y sus nuevos pobladores; son algunos de los variados y complejos elementos que han de ayudar a un anciano y agotado Hari Seldon en su descubrimiento definitivo: la construcción de la psicohistoria.

Un descubrimiento que, en el fondo, actualiza los referentes científicos a los que acudía en su tiempo Asimov para imaginar la ciencia perfecta de la prospectiva: la psicohistoria matemática de Hari Seldon.

Pero no acaba aquí la historia de la psicohistoria asimoviana. Quedaba por analizar algo que el mismo Asimov había empezado sólo a tantear en LOS LÍMITES DE LA FUNDACIÓN (1982): ¿hasta que grado podía ser útil la psicohistoria para gobernar una civilización humana?
En la primera trilogía, la escrita por Asimov, habíamos visto la psicohistoria en operación (con la ayuda de las apariciones "virtuales" del mismo Seldon) pero sólo para superar (y reducir) un inevitable periodo de decadencia y caos.

En LOS LÍMITES DE LA FUNDACIÓN, Asimov nos narraba las aventuras de Golan Trevize quien, hacia el año 498 de la E.F (Era de la Fundación), debe tomar la decisión, ofrecida por la supermente Gaia, entre el desarrollo definitivo de un Segundo Imperio construido por la fuerza física (a partir de la primera Fundación del planeta Términus), uno gobernado por los mentálicos de la Segunda Fundación, o una macro-versión galáctica de Gaia: Galaxia.

En realidad, para todos los lectores quedaba realmente pendiente lo que pudiera dar de sí el análisis de lo que ocurriría en una galaxia regida al fin por las leyes de la psicohistoria y eso es lo que ha abordado finalmente con gran valentía Donald Kingsbury en CRISIS PSICOHISTÓRICA (2001).

Para información de todos, diremos que Kingsbury, nacido en 1929, ha sido profesor de matemáticas en la McGill University de Montreal hasta su jubilación en 1986. Una prueba más de que la matemática puede asociarse inteligentemente a la ciencia ficción, género del que Kingsbury es un brillante cultivador, eso sí, con escaso número de novelas, aunque todas muy sugerentes y de gran interés.

Tal como lo plantea este inteligente autor (que, por desgracia sólo escribe una novela cada muchos años...), el problema central de la idea base de la psicohistoria es, realmente, ¿hasta qué punto una ciencia predictiva del comportamiento de las sociedades humanas puede ser una buena herramienta para el gobierno de esas sociedades?

Demasiadas veces estamos ya viendo cómo algunos políticos dejan de defender la ideología propia para someter sus decisiones a los dictados de la estadística muestral. Se hacen encuestas y se determina así la política a seguir. ¿Es esa una buena forma de proceder en la política?

La respuesta de Kingsbury es dura: tal vez en un momento de crisis una herramienta como la psicohistoria pueda ser útil para detectar posibles problemas y permitir encauzar el futuro pero, ¿qué ocurre con la libertad si todo está previsto? ¿Es ésa una buena forma de afrontar la actividad política? ¿Es el gobierno de los psicohistoriadores la panacea final a los problemas políticos de las sociedades humanas?
De eso trata CRISIS PSICOHISTÓRICA y lo hace con la maestría narrativa a la que nos tiene acostumbrados un gran autor como Donald Kingsbury. Por alguna razón que desconozco (y el duro debate intelectual con la a veces ingenua ideología asimoviana no ha de ser ajeno a ello), lo cierto es que Kingsbury no ha gozado del beneplácito de los depositarios de los derechos literarios de Asimov como ocurriera con los autores de la "Segunda Trilogía de la Fundación" que sí contaron con ello. Por eso, en CRISIS PSICOHISTÓRICA no aparecen los nombres propios tan característicos de la saga, aunque son evidentes.

Supongo que no infrinjo ninguno de esos llamados derechos de autor si digo que una de las diversiones "internas" de CRISIS PSICOHISTÓRICA es establecer esa posible correlación de nombres. No ocultaré que, al menos para mí, E.F. que era la "Era de la Fundación" en la saga asimoviana, pasa aquí a ser la misma E.F., ahora "Era del Fundador", ya que Hari Seldon ha pasado a ser conocido como el "Fundador" ya que el asunto de los derechos de autor impide que se cite su nombre…. Hay otros ejemplos: Términus se convierte en Límite (Faraway), Trántor en Espléndida Sabiduría (Splendid Wisdom) y el mismo Mulo en Cloun-el-Terco (Cloun-the-Stubborn). Y así muchos más.

Afortunadamente, lo que Kingsbury no ha podido pasar por alto es lo de la telepatía. Ya hace muchos años que se superó la admiración por las manipulaciones estadísticas del doctor Rhine en la universidad de Duke, ésas que en los años cuarenta y cincuenta dieron pábulo a una posible "explicación científica" de la telepatía y que, muy posiblemente, estuvieron en la base de esa Segunda Fundación de mentálicos a la que recurrió incluso un racionalista poco sospechoso como el mismo Asimov. Para Kingsbury, el dominio mental del Mulo procede no de misteriosos poderes telepáticos sino de la sonda mental ajustada (tuned probe), un artilugio creado por los menestrales helmarianos para uso de las casas de placer de Lakgan y que el Mulo convierte en elemento de dominación.

La evolución de un tal artefacto bajo los benéficos influjos de los psicohistoriadores es el instrumento de inteligencia artificial llamado "familiar" (abreviado a "fam") que todo galáctico lleva incorporado como un simbionte cuantrónico a su cerebro orgánico (el wetware) desde los dos o tres años.

Precisamente, CRISIS PSICOHISTÓRICA se inicia cuando, por descubrir y propagar que las reglas de su cultura están equivocadas, el psicohistoriador Eron Osa es condenado a vivir sin su "familiar", el dispositivo cuantrónico que amplifica las capacidades mentales de los seres humanos en la satisfactoria, pero estancada, paz galáctica que ha traído el gobierno en la sombra de los psicohistoriadores.

En el fondo, lo que subyace sobre esta última gran aportación a la monumental saga de la psicohistoria es, como siempre, el interés humano por enfrentarse al futuro con seguridad (de ahí la importancia de una ciencia predictiva como la psicohistoria matemática) pero, exigiendo al mismo tiempo que se respete su libre albedrío. Algo así como la cuadratura del círculo, ¿no?

Para leer:
 
La Segunda Trilogía de la Fundación
  • EL TEMOR DE LA FUNDACIÓN. Gregory Benford. Barcelona. Ediciones B. Colección "NOVA" núm. 113. 1998 (año de la publicación original: 1997).
  • FUNDACIÓN Y CAOS. Greg Bear. Barcelona. Ediciones B. Colección "NOVA" núm. 124. 1999 (año de la publicación original: 1998).
  • EL TRIUNFO DE LA FUNDACIÓN. David Brin. Barcelona. Ediciones B. Colección "NOVA" núm. 136. 2000 (año de la publicación original: 1999).
La última aportación
- CRISIS PSICOHISTÓRICA. Donald Kingsbury. Barcelona. Ediciones B.Colección "NOVA" núm. 159. 2003 (año de la publicación original: 2001).

 
Volver