110. Las relaciones peligrosas
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Escrito por Alfonso Jesús Población Sáez   
Jueves 05 de Mayo de 2016

Madame Tourvel, el vizconde de Valmont, Cécile Volanges,…, probablemente no nos suenen demasiado a nada matemático, y mucho menos Roger Vadim, su realizador, pero es que hay mucho cine antes de Stephen Frears o Milos Forman. Eso sí, desconocido por casi todo el mundo, aunque nos puede dar gratas sorpresas.

Las relaciones peligrosasFicha Técnica:
Título Original:
Les liaisons dangereuses. Nacionalidad: Francia / Italia, 1959. Dirección: Roger Vadim. Guión: Claude Brulé, Roger Vadim y Roger Vailland, basada en la novela homónima de Choderlos de Laclos. Fotografía: Marcel Grignon, en B/N. Montaje: Victoria Mercanton. Música: James Campbell, Duke Jordan y Thelonious Monk. Duración: 106 min.

Ficha artística:
Intérpretes:
Jeanne Moreau (Juliette de Merteuil), Gérard Philipe (Vizconde de Valmont), Annette Stroyberg (Marianne Tourvel), Madeleine Lambert (Mme Rosemonde), Jeanne Valérie (Cécile Volanges), Nicolas Vogel (Jerry Court), Boris Vian (Prévan), Gillian Hills (Una amiga de Cécile), Paquita Thomas (Nicole), Jean-Louis Trintignant    (Danceny), Simone Renant (Mme Volanges).

Sinopsis:
Aunque esté en la mente de todos el argumento a través de las versiones más recientes, conviene que lo recordemos un poco, y de paso observemos algunas diferencias. Esta versión está enmarcada en la Francia actual (bueno en la de finales de los años cincuenta del siglo pasado, fecha de producción de la película). Juliette de Merteuil es una bella mujer bien considerada socialmente que está felizmente casada con el vizconde de Valmont, un diplomático distinguido. Manteniendo una apariencia de respetabilidad burguesa, Juliette y su marido se entregan a juegos crueles de seducción para su propia diversión. Cuando Juliette se entera de que un amante suyo la deja para casarse con Cécile Volanges, su prima de 17 años, se indigna y planea vengarse. Engatusa a Valmont para que seduzca a la inocente joven antes de la boda. Cécile por otro lado, está enamorada de Danceny, un estudiante de matemáticas empobrecido, pero éste insiste en que aún no está listo para casarse. Esto convierte a Cécile, que no desea casarse con Jerry Court, en una presa fácil para Valmont. Mientras está llevando a cabo esta misión, Valmont cae bajo el hechizo de otra mujer, Marianne Tourvel, de fuertes convicciones. La fidelidad de Marianne a su marido es vista por Valmont como un desafío, un reto personal. Cuando Juliette escucha de esta victoria de su marido, duramente ganada, deduce, correctamente, que Valmont se ha enamorado de Marianne y eso no lo va a permitir, cueste lo que cueste...

Las matemáticas

El paciente y ordenado lector se habrá percatado una fugaz mención a éstas en la descripción de la sinopsis (el transversal que haga el favor de volver atrás, a leerla). Cécile aparece en un par de escenas (muy breves) estudiando, y en otro momento hablando con su enamorado, también tangencialmente de matemáticas. En la célebre novela epistolar, Danceny daba clases de música a la joven Cécile; en esta adaptación al presente la música se ha cambiado por las matemáticas. Danceny vive en una pequeña habitación de hotel, se va a examinar en junio, y sus intenciones son dedicarse a la investigación. Confiesa adorar las matemáticas. En la imagen al pie, vemos a Cécile frente a una pizarra en el apartamento de Danceny, en la que observamos fórmulas físicas, parece que algo sobre péndulos y el movimiento armónico simple, dado que la expresión que más claramente se aprecia es

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que responde al periodo de oscilación de un péndulo físico. Delante un P XII, que puede indicar que está resolviendo el Problema XII de una lista. Es probable que se trate de calcular el momento de inercia I de un objeto plano, una de las aplicaciones del péndulo físico (no confundir con el péndulo simple; un péndulo físico o péndulo compuesto es cualquier cuerpo rígido que oscila libremente alrededor de un eje horizontal que no pasa por su centro de masas).

Las relaciones peligrosas

El asunto del péndulo me recuerda que, en 1790, el estadista Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord, propuso la reforma del sistema de pesas y medidas. El Comité de la Academia de Ciencias francesa encargado del asunto (en el que estaban entre otros Lagrange y Condorcet) barajó dos posibilidades para elegir la unidad de medida básica: la longitud del péndulo que bate segundos, o la medida de la longitud del meridiano terrestre. Como sabemos se eligió como referencia la segunda (recordemos que en tal medida, por triangulación, estuvo directamente involucrado el español Jorge Juan), pero no deja de ser curioso (a lo mejor sólo es casual, pero cada vez estoy más convencido de que casualidades de este tipo son muy “forzadas”) que los guionistas elijan un ejercicio de péndulos en una traslación de una obra literaria prácticamente contemporánea a aquel hecho.

En otro momento nos encontramos a Cécile tratando de estudiar después de, bueno, digamos, tener un momento apasionado (ya se sabe que cualquier momento es bueno para hacer matemáticas, je je je; otros se fuman un cigarrillo). Tiene lugar el siguiente diálogo:

Las relaciones peligrosasCécile: Ayúdame con estos problemas.

Danceny: Ya tengo los míos.

Cécile: Pero no son de geometría descriptiva. No entiendo nada.

Danceny: ¿Qué te pasa?

Cécile: No consigo hallar la hipotenusa.

Danceny: Dame. Es muy fácil hallar la hipotenusa. Ha de ser perpendicular a la horizontal del plano. La pluma. ¿Cuál es el camino más corto entre dos puntos?

Cécile: La línea recta.

Danceny: Debo de ser imbécil. El camino más corto es la línea recta. Tengo que ir a su casa.

Está claro que Danceny está pensando en algo muy distinto al problema de Cécile.

Ésta menciona la Geometría descriptiva. Seguramente el lector no especializado habrá oído alguna vez diferentes adjetivos que acompañan a la palabra Geometría (Analítica, Cartesiana, Proyectiva, Euclidea, Algebraica, Hiperbólica, Esférica, Fractal, etc.). Cada una de ellos especifica el punto de vista desde el que se estudian los objetos geométricos (Planos y Tridimensionales que son los que podemos representar gráficamente; pero la Geometría estudia y trabaja también con objetos de mayores dimensiones; no olvidemos que las matemáticas generalizan). En este caso se llama Geometría Descriptiva al conjunto de métodos y herramientas mediante las cuales es posible estudiar y representar objetos tridimensionales en el plano. Por ello está muy relacionada con el dibujo técnico (hoy en día prácticamente todos los volúmenes de Geometría Descriptiva los relacionaríamos más con esta disciplina que con la geometría) y la geometría proyectiva. No tiene por tanto mucho que ver con el cálculo de una hipotenusa. Vamos a la versión original en francés.

Lo de la geometría descriptiva está tal cual (“Mais toi, c'est pas de la géométrie descriptive.

Je n'y comprends absolument rien”). Sin embargo, en el resto del diálogo no se habla de hipotenusa por ninguna parte. Veamos (entre paréntesis pongo la traducción “correcta”):

Danceny: Qu'est-ce qui t'arrête?  (¿Que te pasa?)

Cécile: Je n'arrive pas à construire ma ligne de pente. (No puedo construir la línea de caida).

Danceny: Donne. C'est pourtant simple. (Hecho. Es muy sencillo). La ligne de pente est forcément perpendiculaire à l'horizontale du plan. Stylo. (La línea de caída es necesariamente perpendicular al plano horizontal. Pluma). Quel est le chemin le plus court d'un point à un autre? (¿Cuál es el camino más corto de un punto a otro?)

Cécile: C'est la ligne droite. (La línea recta).

Danceny: C'est moi qui suis un imbécile. (Debo de ser imbécil). Le chemin le plus court, c'est la S.N.C.F. ! (El camino más corto es el S.N.C.F.). Je la retrouverai chez elle. (La encontraré en su casa).

La “línea de caída” es la de menor pendiente, la perpendicular en definitiva. Y la S.N.C.F. son las siglas de Société Nationale des Chemins de Fer Français, o sea, la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Francesa. Así pues, ¿dónde está la hipotenusa? En ninguna parte, un nuevo ejemplo de “invención” en el doblaje, y en efecto, lo que está haciendo es algún ejercicio de dibujo, y por tanto de geometría descriptiva (en la foto, en el cuaderno, no hay matemáticas, sólo dibujos).

Por cierto, el actor que interpreta a Danceny, Jean-Louis Trintignant, lo vemos años después ejerciendo de ingeniero de Michelín en otra película, leyendo libros de matemáticas mientras desayuna y discutiendo sobre el azar y las probabilidades a propósito de la obra de Pascal. Seguramente el lector sepa de qué película hablamos...

La película

Las relaciones peligrosasLa idea que de Roger Vadim (1928 – 2000) ha quedado entre el público y muchos críticos es la un realizador superficial, que mostró a la mujer de un modo decorativo y degradante (erotismo explícito y presentación de la mujer como mero objeto del deseo masculino), y que sus películas no persiguen más que entretener, aunque eso sí, le suelen reconocer la autoría de una cierta estética que marca ciertos parámetros fundamentalmente en los años sesenta del siglo pasado. Ciertamente sus numerosas conquistas y relaciones sentimentales en su vida personal ayudan a conformar esa opinión. Reconozco no haber visto demasiadas películas suyas (Barbarella, y poco más, y ya tuve suficiente), sin embargo al igual que el mejor escribiente siempre echa un borrón, un director como éste tiene alguna cosa interesante. Y es sin duda esta película.

Vadim fue el primero en atreverse a llevar a la pantalla este clásico y provocador relato epistolar, pero no hace una adaptación de época sino que traslada junto al novelista Roger Vailland y al dramaturgo Claude Brulé a la época contemporánea. Eso les conlleva a una denuncia de la Sociedad de autores francesa por considerar que el título de la película incitaba al error. Los llevan a juicio, y representados por el joven abogado François Mitterrand, lo ganan con el único requisito de que la película se retitule como Les liaisons dangereuses 1960. Una de las constantes de la vida del realizador fue jugar con la provocación y, al igual que el autor, Choderlos de Laclos en su momento, esta película provocó en Francia en su estreno una reacción bastante hostil; sin embargo no es menos cierto que el retrato que muestra de la sociedad francesa no andaba demasiado desencaminado.

Respecto a la película propiamente dicha, y aunque las comparaciones sean odiosas (pero aquí, es inevitable tener en mente las adaptaciones más conocidas), hay que decir (los críticos actuales lo confirman) que la profundidad que logra dar a los personajes femeninos no lo consigue ni Stephen Frears (Las amistades peligrosas, 1988) ni Milos Forman (Valmont, 1989), a pesar de hacer unas películas más cuidadas en la forma (gracias a un presupuesto incomparable con el que tuvo Vadim, por supuesto). La de Frears es un drama eficaz y bastante efectista. Forman le da un toque más romántico. Pero es Vadim quien llega al fondo de los personajes, de la virtud y de la maldad, y sin golpes de efecto, sirviéndose de unas interpretaciones sutiles y absolutamente precisas, logrando que aunque la libertad sexual haya avanzado tanto respecto a la época en que se escribió, siga removiendo las tripas. Muy acertada a este respecto la cita que se escoge nada más iniciarse la película:

«Algunos de los personajes que el autor pone en escena tienen tan malas costumbres que es imposible suponer que hayan vivido en nuestro siglo, en el que, como sabemos, todos los hombres son honestos y todas las mujeres son modestas y discretas». Choderlos de Laclos, 1792.

Pero no sólo el guión y las soberbias interpretaciones hacen recomendable su visionado. La atmósfera que Vadim consigue mediante una fotografía en claro-oscuro muy selectiva, los “zooms” admirablemente elegidos para empujarnos literalmente al interior de los personajes y sus conflictos internos cuando aún no estaban de moda (y que tanto hastío y pesadez provocarían en los setenta por artificiosos), y sobre todo, el ingrediente esencial y más innovador de la película: su banda sonora de jazz, a cargo en su mayor parte del legendario pianista y compositor Thelonious Monk, con unas pocas piezas adicionales de Art Blakey y los Jazz Messengers. En seguida nos viene a la mente que Vadim pudo estar directamente influenciado por la reciente Ascensor para el cadalso (Louis Malle, 1958), buscando una modernidad que lo distinguiera de los presuntuosos melodramas franceses de aquella década. Todo ello para lograr un aire de decadencia, tan enigmático y atractivo como los personajes principales, Merteuil y Valmont.

Por supuesto en España no se estrenará hasta el 19 de junio de 1974, quince años después de su estreno en Francia (9 de septiembre de 1959).

Como curiosidad, fatídica en este caso, dos de los actores de la película fallecieron al poco de estrenarse: el actor principal, el galán francés e los n este caso, Francia (9 de septiembre de 1959).os odiosas, hay queGérard Philipe, con 36 años, víctima de un fulminante cáncer de hígado, y el polifacético dramaturgo Boris Vian, que hace una breve aparición. Ambos tienen sendas calles dedicadas en París, como vemos en las imágenes.

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El autor

Francia y el siglo XVIII estarán siempre unidos a la Revolución Francesa, lo que eclipsa otros asuntos, algunos nada desdeñables, como el relativo a las matemáticas. Como describe Boyer en su Historia de las Matemáticas, se encuentran además entre dos siglos, el anterior y posterior, especialmente determinantes en el desarrollo de esta disciplina, otro factor que oculta su valía. La mayor parte de los matemáticos franceses del siglo XVIII no se encontraban en las universidades, sino relacionados con la iglesia, con el ejército, daban clases particulares o eran requeridos por alguna monarquía. Las academias militares en particular gozaban de gran prestigio, y su interés estaba puesto sobre todo en las enseñanzas técnicas. Las matemáticas (la física y la química también) tenían cierta consideración, quizá también favorecidas porque célebres personajes (como el mismísimo Napoleón Bonaparte) hicieran gala de su conocimiento y práctica (“El progreso y el perfeccionamiento de la matemática están íntimamente ligados a la prosperidad del Estado”, Napoleón dixit).

No es extraño por tanto que Pierre Ambroise Choderlos de Laclos (1741 – 1803), oficial militar de vocación, tuviera un interés especial por las matemáticas, y le determinara su ingreso en el cuerpo de artilleros. La Artillería es la unidad militar que maneja todas aquellas armas de guerra que disparan proyectiles a largas distancias utilizando cargas explosivas como medio impulsor. Simplemente de tal definición se infiere que el artillero debe tener cierta idea no sólo del manejo de dicha armas, sino del cálculo y la estimación de distancias, ángulos, fuerzas de lanzamiento y retroceso,... Junto a los ingenieros constituyen la unidad en la que más conceptos de tipo matemático son necesarios.

Así, Choderlos de Laclos, décimo hijo de una familia media y con ciertos anhelos de triunfar, hace carrera de artillero llegando a capitán. Sus biógrafos le atribuyen el diseño y utilización de una bala hueca rellena de pólvora como munición, en definitiva, el obús, y lo definen como un experto en balística (estudio científico de todo lo relacionado con el movimiento de los proyectiles: análisis de fuerzas, trayectorias, rotaciones y comportamientos diversos de los proyectiles en diferentes ambientes de empleo, además de la forma del proyectil, sustancias, temperaturas, presiones gaseosas, etc., situaciones que suceden en las diferentes fases del disparo, desplazamiento del proyectil a lo largo del ánima y salida al exterior, trayectoria e impacto, entre otros asuntos).

Para los curiosos, su biografía resulta de lo más clarificador sobre su persona. Aburrido de la vida en los cuarteles (o sea sin ningún conflicto bélico en el que enrolarse), se empieza a interesar por la literatura, comenzando a escribir alguna que otra obra no demasiado afortunada. Sin embargo alentado ante la idea de “escribir una obra que se salga de lo corriente, que haga mucho ruido, y que siga resonando sobre la tierra cuando yo haya muerto”, en 1778 empieza a escribir Las relaciones peligrosas. La obra se publica en cuatro volúmenes el 23 de marzo de 1782, y causa un gran escándalo, ya que plasma la amoralidad de la clase noble, mostrándola como perversa, egocéntrica e hipócrita, y detallando comportamientos en las relaciones personales no demasiado edificantes. Lógico, por otro lado, siendo seguidor de las ideas de Jean-Jacques Rousseau.

Artillería en España

Al hilo de este asunto, simplemente apuntar que el año pasado se celebró el 250 aniversario de la fundación de la Academia de Artillería de Segovia, lo cual nada pinta aquí salvo que entre los eventos que se celebraron tuvo lugar un Congreso: Las nuevas metodologías en la enseñanza y aprendizaje de las matemáticas. En la conferencia inaugural, se reivindicó dicha Academia de Artillería como cuna de las matemáticas en Castilla y León. La historia es la que es, aunque a veces  nos hubiera gustado que fuera más hollywoodense. En dicha conferencia (que se puede ver en el enlace anterior), se hizo un sintético repaso por la institución y su relación con las matemáticas, y entre lo más llamativo me resultó (estuve presente) los estudios matemáticos que se exigía a un artillero: Geometría elemental, Trigonometría, Álgebra, Cálculo diferencial e integral, y Mecánica (ésta más relacionada con la Física). Interesante su biblioteca y el museo de instrumentos científicos, a las que corresponden las dos fotografías, respectivamente.

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Agradecimiento y Aviso

No sería justo si no dedicara al menos una cita a mi compañero Miguel Martínez Panero, del Dpto. de Economía Aplicada de la UVa, fiel seguidor de estas reseñas, que me habló de esta película (hace mucho, en julio de 2013; disculpas por la tardanza en dedicarle una reseña). A él hay que agradecerle que aparezca por aquí.

Y el aviso. Como es costumbre, la reseña de junio aparecerá un poco más tarde de lo habitual (mediados o finales), y consistirá en el ya célebre y esperado Concurso del Verano, para el que ya estoy configurando unas cuestiones la mar de sugerentes...

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