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Junio 2008: Sociedad, Cultura y Ciencia en la época de Einstein (1879-1955) - Einstein y Bohr
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Escrito por Miguel Hernández González, José Montesinos Sirera, Sergio Toledo Prats, Eduardo Martín Pérez y José Andrés Oliva Hernández   
Domingo 01 de Junio de 2008
Índice del artículo
Junio 2008: Sociedad, Cultura y Ciencia en la época de Einstein (1879-1955)
ÍNDICE DE LA EXPOSICIÓN
Introducción
Semblanza Bibliográfica
La Ciencia en el tránsito del siglo XIX al XX
1905, un año milagroso
El Principio de Relatividad
El concepto de masa
La gravedad (la evolución de un concepto)
Una época convulsa
Ciencia alemana y nazismo
La Matemática alemana en el siglo XIX
Arte de Vanguardia (1890-1939)
El cine (la pantalla demoníaca)
Literatura alemana (1880-1945)
Cómics y gravitación
Filosofía alemana (1870-1939)
Einstein y Bohr
El extraño mundo de la cuántica
Todas las páginas

Einstein y Bohr (cuando el humo no estaba proscrito)

Antes de la revolución que supuso la Mecánica Cuántica, la mayoría de los miembros de la comunidad científica admitían que el mundo en torno a nosotros gozaba de una existencia independiente o, expresado en otros términos, tenía una realidad objetiva ajena a la observación. Esta visión, a la que en esencia se mantuvo fiel Einstein, pasaría a ser problemática desde el momento en que la escuela de Copenhague, liderada por Niels Bohr, hiciera explícita su interpretación de los fenómenos del mundo de lo muy pequeño: en ella, no tiene sentido adscribir un conjunto completo de atributos a un objeto cuántico, antes de haber realizado sobre él un acto de medida; la Mecánica Cuántica es pues, en última instancia, una física de procesos y no de propiedades, una física de interacciones y no de atributos, ni siquiera de cualidades primarias de la materia.

La controversia que sostuvieron Einstein y Bohr a lo largo de muchos años tuvo dos fases diferenciadas:

  • En la primera Einstein trató de encontrar ejemplos en los que se transgredían las limitaciones impuestas por el Principio de indeterminación de Heisenberg o lo que es lo mismo, ejemplos que mostraran la inconsistencia de la mecánica cuántica. La batalla, que se saldó con la victoria de Bohr, tuvo lugar fundamentalmente durante la 5ª y la 6ª Conferencia Solvay.
  • En la segunda el acento se trasladó hacia la demostración del carácter incompleto de la teoría cuántica y el arma utilizada se conoce como el experimento E.P.R.

pensamiento Einstein

pensamiento Bohr

El desasosiego que produce el desafío radical de algunos presupuestos de esta extraña teoría aparece reflejado por el físico Alastair Rae con estas palabras: Como muchas personas formadas en (o quizás deformadas por) la tradición de Copenhague, yo digo “Sí, es una ilusión. La partícula no tiene posición - no es realmente una partícula -, si no se diseña un experimento para hacer una medida de esta propiedad”. No obstante, soy muy consciente de que estas ideas no surgen fácil y naturalmente sino que parecen ser una consecuencia forzada por el desarrollo de la física cuántica. Algunos investigadores del XIX argumentaban, desde una posición positivista, que la idea de átomo era un postulado que carecía de significado porque no podía ser sometido a prueba directa; sin embargo, todos nosotros aceptamos hoy en día la realidad de los átomos como un hecho objetivo directamente verificable. ¿No podría ser que la interpretación de Copenhague nos esté forzando equivocadamente a calificar como ilusiones cantidades que son por completo reales y que serán observadas cuando nuestro conocimiento y tecnología progresen lo suficiente? Pensamientos como estos son los que harían que la idea de las variables ocultas pareciese plausible y atractiva, ¡si no fuese porque ninguna teoría de variables ocultas (que preserve la localidad) es capaz de predecir los resultados de los experimentos de Aspect sobre correlación de pares de fotones!... El que esto no se haya producido -el desarrollo de una teoría de variables ocultas sobre la base de un modelo simple del mundo microscópico - es la razón por la cual muchos físicos hemos tenido que aceptar las ideas de Copenhague. No porque nos gustasen, sino porque es el único modo de describir de cerca el comportamiento del mundo físico. Como señaló Bohr, muchas veces es la misma Naturaleza y no nuestra naturaleza la que nos obliga a adoptar esta nueva y, en cierta medida, poco confortable manera de pensar.



 

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