DivulgaMAT
Inicio - DivulgaMAT Facebook - DivulgaMAT Twitter - DivulgaMAT

70. Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)
PDF Imprimir Correo electrónico
Escrito por Alfonso Jesús Población Sáez   
Jueves 03 de Mayo de 2012

Retomamos el telefilme sobre Alan Turing que dejamos a medias el mes pasado conmemorando el centenario de su nacimiento. A propósito de ello, he ido preguntando a gente conocida al azar si sabían quien fue o que es la máquina Enigma…. Mejor no os digo las conclusiones.

Sin embargo en la Red he tenido la agradable sorpresa de recibir con cierto interés varios mensajes agradeciéndome la transcripción de escenas al castellano, e incluso se han tomado la molestia de colgar en esta web dichas escenas subtituladas y poner un enlace a nuestra reseña en DivulgaMAT. Añadimos este mes algunos momentos más, y con el tiempo es probable que podamos ofrecer a todos los interesados una versión íntegra del telefilme completamente subtitulada. Sólo necesitaríamos algún británico nativo para terminar de definir unas pocas palabras que o bien no se escuchan con nitidez en el video o no acabamos de entender. Así que si alguien se anima, sólo tiene que ponerse en contacto conmigo.

Recordemos que el telefilme competo puede verse aquí.

Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)Dejamos a Turing aceptando el puesto de trabajo que le propone Dilwyn Knox en el GCCS (Government Code and Cypher School). Acaba de presentarle a Patricia Green, la mejor criptoanalista del grupo. Es en este momento cuando Turing conoce cuál es el objeto de su incorporación a este sigiloso equipo: la decodificación de la indescifrable máquina alemana Enigma, vehículo de comunicación entre los famosos submarinos alemanes U-Boot que están diezmando la flota aliada en el Atlántico. Patricia explica a Turing el funcionamiento de estas máquinas (en la foto, tomada del blog Vallisoletum, una de las 26 máquinas Enigma reales existentes en España, concretamente la que está en el Museo de la Academia de Caballería de Valladolid).

Cuarta Escena: Minuto 37:04

Pat: El mensaje a trasmitir se codifica mediante esta máquina. El emisor y el receptor tienen el mismo equipo, por supuesto. Aquí bajo el teclado hay tres rotores. Las letras del alfabeto circundan cada rotor. Si se presiona una de las teclas, la k por ejemplo, se ve que la k se codifica como h. Entonces el primer rotor gira. Presionando la k otra vez, aparece la letra f, y así sucesivamente. Cuando el rotor ha dado una vuelta completa, el segundo rotor hace lo mismo y después el tercero. Es una máquina poli alfabética con 26 x 26 x 26 posibles configuraciones.

Turing: 17576.

Pat: Exacto.

Turing: Bueno, no es un número tremendamente grande.

Pat: No, es cierto. Un análisis manual podría eventualmente llevarnos a la configuración correcta teniendo suficiente paciencia, pero llevaría  varios días y las configuraciones cambian diariamente.

Turing: ¿Cómo saben que configuración utilizar?

Pat: Utilizan un libro de códigos que desafortunadamente no tenemos, pero al menos sabemos como funciona la máquina y hemos sido capaces de modificar una de nuestras propias máquinas para simular el funcionamiento de la Enigma.

Turing: Ya.

Pat: El problema es que los alemanes han modificado la Enigma complicándola, con lo que nuestro modelo es virtualmente obsoleto. Sus operarios están ahora equipados con un conjunto de cinco rotores de los que tres cualesquiera pueden utilizarse en cualquier orden cuando inicializan la Enigma.

Turing: Hay 60 posibles combinaciones. 17576 veces 60.

Pat: 1054560. También han añadido una placa con clavijas al aparato como si fuera un tablero de conmutadores. Conectan pares de letras en las clavijas y eso las intercambia antes de que pasen a los rotores, y después también. Así que literalmente hay miles de millones de posibles permutaciones.

Turing: Eso es lo que yo llamo un problema.

Comentario

Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)El ingeniero alemán Arthur Scherbius (Frankfurt, 20 Octubre 1878 – 13 Mayo de 1929) fue la  persona que ideó y patentó una máquina de cifrado mecánica que posteriormente se conoció mundialmente como Enigma. Pero el invento no data de la época de la II Guerra Mundial, ya que se registró su patente el 23 de febrero de 1918. Su primer diseño conocida como Modelo A era un “monstruo” tanto en tamaño como en peso (unos 50 kg.), que fue perfeccionándose en los subsiguientes Modelos B y C, esta última con una apariencia de una máquina de escribir dentro de una caja de madera que la hacia portátil. No fue el único que pensó en el sistema de rotores: Hugo Alexander Koch (Holanda), Arvid Damm (Suecia) y Edward Hebern (EE.UU.) realizaron sus propios diseños, pero nadie se mostró interesado en su producción y compra. Scherbius tampoco consiguió demasiada atención en un principio, fundamentalmente por el elevado coste de fabricación, aunque siguió insistiendo tenazmente, hasta que finalmente el ejército alemán, que había tenido serios problemas con sus mensajes codificados durante la I Guerra mundial, comenzó con la producción en serie de estas máquinas en 1925, aunque no sería hasta el año siguiente cuando estuvieron en funcionamiento. Scherbius no llegaría a conocer el poder que dio su máquina a los alemanes ya que en 1929, cuando guiaba un carruaje de caballos, perdió el control y se estrelló contra una pared, muriendo a los pocos días como consecuencia de las lesiones producidas. Un relato mucho más detallado y realmente apasionante y ameno, no sólo de la máquina Enigma, sino de la historia de la criptografía en general, sigue siendo a mi juicio, a pesar de la aparición de gran cantidad libros muy interesantes y de portales en la Red, el libro de Simon Singh, Los códigos secretos, Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)todo un clásico en este tema. Además la propia web del escritor, periodista y productor de documentales punjabí es una inagotable fuente de información y recursos muy útiles para introducir en las aulas códigos, cifras y sus análisis con ayuda de unas matemáticas asequibles. Recordemos que en la reseña 49 de esta misma sección ya presentamos el documental Fermat´s Last Theorem, cuyo guión y dirección corrió a cargo de Singh.

Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)En la película queda bastante claro el funcionamiento de la máquina, si bien en Internet existen muchos simuladores que nos permiten componer nuestros propios mensajes describiendo de un modo didáctico su cifrado. Uno de ellos, en el que podemos descargar el programa y cuya apariencia es la de una máquina real es el Enigma Simulator v7.0.

Desde 1926, los criptoanalistas ingleses que interceptaban los mensajes de las radios alemanas eran incapaces de comprender su significado. Estadounidenses y franceses también se mostraban impotentes ante la fuerza criptográfica de Enigma. En estas condiciones, los aliados europeos desistieron en descifrar estos mensajes dada la escasa capacidad alemana, pensaban, tras la I Guerra Mundial. Sin embargo Polonia no compartía esta sensación y percibía como posible la amenaza de ser atacados. Estableció entonces una oficina de cifrado denominada Biuro Szyfrów. Comenzaron a intentar romper los códigos de la Enigma, apoyados en los documentos proporcionados por Francia a través del espía alemán Hans-Thilo Schmidt. Así, tres brillantes criptoanalistas, Marian Rejewski, Zygalski Henryk y Rozicki Jerzy, lograron su objetivo en 1933. Los alemanes no obstante iban complicando sus Enigma constantemente: a los tres rotores inciales (263 posibles posiciones), añadieron un sistema de seis clavijas que intercambian las letras, como se muestra en la película. Marian Rejewski concibió entonces un sistema de seis réplicas de la Enigma, llamadas Bomba, que trabajando en paralelo, permitían  que el proceso de descifrado fuese más rápido, como el de una sola.

En la página 160 del libro citado anteriormente, Sighn deja claro las razones de este primer éxito: “El éxito polaco de descifrar la Enigma se puede atribuir a tres factores: el miedo, las matemáticas y el espionaje. Sin el miedo a la invasión, los polacos se habrían desalentado ante la aparente invulnerabilidad de la cifra de la Enigma. Sin las matemáticas, Rejewski no habría sido capaz de analizar las cadenas. Y sin Schmidt, cuyo sobrenombre era «Asche», y sus documentos, no se habrían conocido los cableados de los modificadores, y los criptoanalistas ni siquiera habrían podido empezar.”

Pero los alemanes siguieron perfeccionando sus máquinas, más rotores (hasta 5), más intercambios en el clavijero (hasta 20). El número de posibilidades era del orden de 159 x 1015, lo que superó a los criptógrafos polacos. En julio de 1939, los polacos, cada vez más recelosos, compartieron los secretos de sus investigaciones a británicos y franceses. Entonces es cuando entran en escena Bletchley Park, Alan Turing, Gordon Welchman, y demás criptoanalistas. La inmensa tarea también necesitó, no sólo del ingenio de estos gigantes, sino de un nuevo ingenio, Colossus, cuyo completo funcionamiento sigue siendo un misterio debido a su destrucción total al término de la II Guerra Mundial, Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)y su documentación aún clasificada como alto secreto hasta que hayan transcurrido al menos cien años, tal y como especifica la norma militar norteamericana. No obstante se conocen muchos detalles, tanto bélico-históricos, como matemático-técnicos, que excediendo del propósito de estas líneas, nos remiten a otras páginas específicas como las de Hablando de Ciencia, o Kriptópolis.

El 11 de octubre de 2008, Rafael Moreno Izquierdo escribió en el diario El País un interesante artículo sobre las máquinas Enigma en España: El arma secreta de Franco. Y completando, el libro Soldados sin Rostro: Los Servicios de Información, Espionaje y Criptografía en La Guerra Civil Española, de José Ramón Soler y Francisco Javier López-Brea Espiau, editado en 2008 por Inédita Editorial.

En la siguiente escena, Patricia se encuentra en casa de los Turing, tomando un refresco en el jardín. La madre de Alan, muy atenta con ella, le comenta cosas de Alan que, como siempre, lo incomodan. La pide que no intente “pescar” (refiriéndose a una novia para su hijo) y finalmente le achaca que nunca le ha comprendido. Al traer a colación a su amigo Christopher Morcom, Alan se enfada más, momento que la madre aprovecha para ir a por el azúcar que su hijo insistentemente demanda, y que Pat también aprovecha para averiguar las razones por las que Alan se ha mostrado tan descortés con su madre. Entonces la explica lo que Chris significó para él, que a veces piensa que su espíritu lo acompaña, circunstancia que enlaza con la idea de máquina que él tiene.

Pero Pat quiere ir por otro camino, ante lo cual Alan recurre a una piña que ha estado observando:

Quinta Escena: Minuto 44:14

Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)Turing: Mira esto, es un cono de pino.

Pat: Ya veo que es un cono de pino.

Turing: Vale, ¡cógelo! Míralo. Voy a decirte algo extraordinario sobre este cono de pino.

Pat: A mi me parece bastante normal.

Turing: Define qué se entiende por una sucesión de Fibonacci.

Pat: La sucesión de Fibonacci es la sucesión de números donde cada término es la suma de los dos anteriores. Así, si se inicia con 1, luego 1 + 1 son 2; 1 y 2, 3; 2 y 3, 5; 3 y 5, 8,…

Turing: 5 y 8, 13. Bieeeen, bien dicho, calificación máxima. Ahora mira este cono de pino. Mira el diseño de los soportes de las hojas. Siguen una espiral alrededor del cono. Ocho líneas de torsión a la izquierda, trece a la derecha. Los números siempre siguen una secuencia de Fibonacci.

Pat: ¿Siempre?

Turing: Siempre. Y no sólo sucede en las piñas. Los pétalos de la mayoría de las flores crecen de la misma forma. ¿No es asombroso?

Pat: Sí, lo es.

Turing: Sí, y surge la pregunta milenaria. ¿Es Dios un matemático?

A continuación, Pat se declara, lo que provoca una difícil situación para Alan, aunque sorprendentemente, ella sí sabe que es homosexual.

Comentario

En la segunda escena de la reseña del mes pasado ya se comentó el interés de Alan Turing por comprender la Naturaleza desde muy pequeño a través de un libro. A lo largo de su vida siguió pensando en ello, en concreto en el crecimiento de la formas biológicas (quería llegar a encontrar una explicación de la frecuente presencia de la sucesión de Fibonacci, como aparece en la película; su artículo La base química de la morfogénesis, versa sobre dinámica no lineal) y en neurología (escribió un pionero artículo sobre redes neuronales publicado póstumamente), entre otros campos (también realizaba experimentos químicos, uno de ellos a la postre fatal para él).

Uno de los aspectos que hoy en día se estudian en biología sobre las plantas es la regularidad en la disposición de sus órganos (hojas en un tallo o los brotes en una flor compuesta, por ejemplo). La parte que estudia estas características se llama filotaxia, y utiliza bastantes relaciones matemáticas, entre ellas la sucesión de Fibonacci. Sobre dicha sucesión también podríamos hablar y no terminar nunca, por lo que remitimos de nuevo al lector interesado a cualquiera de los cientos de enlaces en internet o libros que abordan el tema y su relación con la Naturaleza. En particular en el enlace (en inglés) sobre Botánica Algorítmica, se puede descargar gratuitamente el libro The Algorithmic Beauty of Plants (Springer-Verlag, 1996, Segunda edición), cuyo cuarto capítulo habla sobre la filotaxia. Los fractales son otro de los elementos estrella en el estudio de la representación botánica.

Tres escenas vienen a continuación. En la primera, el inspector Mick Ross que investiga la denuncia del robo en el domicilio de Alan Turing, lo está esperando dentro de su vehículo para informarle de lo que ha averiguado y recabar más información, puesto que tiene la casi certeza de que Turing ha mentido en su declaración. Alan viene de correr un rato (Turing estuvo a punto de participar en los Juegos Olímpicos de 1948 en la prueba de maratón, pero una lesión se lo impidió finalmente). En la conversación, acaba admitiendo que lo que conocía del ladrón se lo había dicho el joven Ron Miller, y surge el asunto del encuentro sexual con él. El policía es sumamente desagradable con Turing desde ese momento y le informa de que esos comportamientos constituyen un delito en Inglaterra. El rostro de Ross es sumamente expresivo mostrando una mezcla de reprobación, acusación y asco. Es un momento muy duro para Turing, que llega a implorar a Ross que se olvide de ello. Ante la firme determinación del policia, no le queda otra que realizar una nueva declaración en comisaría.

Saltamos entonces mediante un flash back hasta 1942. Knox llama a su despacho a Turing para advertirle de que debe ser discreto en sus “relaciones” con otros compañeros. Turing se molesta, y Knox acaba moderando su inicial firmeza (más adelante, Turing conocerá por Patricia que en su juventud Knox también tuvo un affaire homosexual con un joven). A continuación, una de las escenas más emotivas del telefilme: Alan explica a su madre que va a tener que ir a un juicio por conducta inmoral. Ambos acaban abriendo su corazón tras reprocharse todo lo habido y por haber sobre sus respectivas conductas. En la escena posterior, Ron Miller lee y firma una declaración ante Mick Ross en la que declara estar arrepentido de haber sucumbido a las peticiones sexuales de Turing, quedando libre sin cargo alguno.

Otro momento importante es el del reencuentro entre Alan y Patricia, en el que ponen al día sus respectivas vidas tomando un almuerzo en un restaurante. Patricia se ha casado, Alan ha vuelto a sus investigaciones en la universidad. Es un momento también para las confidencias. Alan relata lo que está sufriendo como consecuencia del tratamiento hormonal al que está siendo sometido para “curar” su homosexualidad. Le está creciendo el pecho, aunque él parece tomárselo con buen humor. Obviamente Pat se interesa por cómo eso puede estar afectando a su anciana madre. Pero también es un momento de sorpresas: Alan no podía ni imaginar que su jefe Dilwyn Knox también tuvo una aventura homosexual con un joven, lo que lo deja atónito. Un pequeño instante de esta conversación:

Sexta Escena. Minuto 73:20

Pat: ¿Qué tipo de trabajo estás haciendo?

Turing: Estoy en la Universidad de Manchester.

Pat: Sí, eso ya lo sé.

Turing: Hemos construido una computadora digital. ¿Te acuerdas de mi teoría acerca de las máquinas universales? Bueno, pues lo hemos hecho, hemos construido una. Todo gracias a nuestro trabajo en Bletchley.

Pat: ¡Qué emocionante! Ha debido ser muy emocionante.

Turing: Y yo estoy usando la computadora para simular los patrones de crecimiento de plantas y animales, al igual que los patrones de Fibonacci en un cono de pino. ¿Te acuerdas cuando te explique aquello?

Pat (incómoda): Si.

Turing: Fue aquella tarde en la que me confesaste estar enamorada de mí.

Pat: Fui a la iglesia con tu madre, y ambas lloramos con el sermón.

Turing: No has cambiado un solo bit en Irlanda.

Esta última frase me ha parecido algo así como un juego de palabras: You would not change one bit in Ireland, es la frase textual, mientras que You would not change a bit in Ireland, sería la forma de decir, “no has cambiado un ápice en Irlanda”, sólo con modificar “one” por “a”. Corríjanme si no estoy en lo cierto.

A continuación, el sabueso del Gobierno que  advirtió al detective Ross que tuviera mucho ojo con Turing (sin decirle porqué obviamente), que se hace llamar John Smith (nombre evidentemente falso) tiene una entrevista con Turing. Es impresionante el trabajo del magnífico actor Harold Pinter en esta breve aparición. Es escalofriante. Con una inmutable frialdad y cinismo, después de dar paños calientes a Turing, acaba interrogándole sobre su discreción, su lealtad, su honorabilidad, explicándole con toda crudeza cómo su condición sexual ha provocado que haya estado vigilado permanentemente. Turing se enfada mucho preguntando si acaso ha estado expuesto a que alguien lo empujara delante de un autobús, y acaba con este largo razonamiento:

Séptima Escena: Minuto 81:35

Alan: Mire, déjeme tratar de explicarle algo. Con el fin de desentrañar los mensajes codificados por la máquina Enigma, tuvimos que hacer ciertas deducciones. Tuvimos que deducir la posición de los rotores de la máquina para cada transmisión. En otras palabras, tuvimos que construir una cadena de deducciones lógicas para cada una de las posiciones de los rotores. Si esta cadena de deducciones nos hubiera llevado a una contradicción, eso significaba que estabas equivocado y que había que pasar a la siguiente posición del rotor y empezar todo de nuevo, y así una y otra vez. Era una tarea laboriosa, de una longitud imposible, y no sabíamos qué hacer. De repente, una tarde de primavera, justo después del almuerzo, recordé la conversación que tuve con Wittgenstein. Estábamos discutiendo sobre un teorema elemental de lógica matemática que establece que la contradicción implica cualquier proposición, y me di cuenta inmediatamente de que si pudiéramos construir una máquina que contuviera esa idea, tendríamos una máquina que rompería el código con la rapidez necesaria. Tendría que ser una máquina de relés eléctricos y circuitos lógicos, que pudiera detectar contradicciones, reconocer consistencias. Si nuestra suposición fuera incorrecta, la electricidad fluiría a través de todas las hipótesis relacionadas y nos golpearía con un flash al instante. Si la suposición fuera cierta, sería consistente, y la corriente eléctrica se detendría en la combinación correcta. Nuestra máquina sería capaz de analizar miles de millones de permutaciones a una velocidad increíble y con un poco de suerte nos daría el camino. ¡Qué momento! Extraordinario, algo extraordinario. Recuerdo aquel hermoso día soleado. [Pensando para si mismo: El césped acababa de ser cortado. Todo olía a hierba mojada. Sentí una maravillosa sensación de triunfo y regocijo]. Pero no me llevó demasiado tiempo darme cuenta de que no era romper el código lo que importaba. Es a donde llegas desde ahí. ese es el problema real.

Así que ya ve, se necesitó algo más que matemáticas e ingenuidad electrónica para romper la Enigma del submarino alemán U-boot. Se requirió determinación, tenacidad, fibra moral, si lo desea. Eso es lo que lo hizo todo tan profundamente satisfactorio. Todo llegó de golpe, todos los hilos de mi vida, mi trabajo como matemático, mi interés en sistemas de cifrado, mi capacidad para resolver problemas prácticos, ¡mi amor por mi país! Confiaban en mi entonces. ¿Porqué no ahora?

Merece la pena deleitarse con ambas magníficas interpretaciones. Sobra cualquier otro comentario.

Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)El telefilme finaliza con una escena silente que muestra a Turing pensativo con uno de sus amantes en la cama, un recorrido por la cocina, el laboratorio y finalmente el dormitorio del domicilio de Turing, con él muerto y la fatídica manzana con cianuro en la mesilla. Posteriormente, su madre acude a comisaría a recoger sus pertenencias, preguntando al detective Ross cómo pudo ocurrir tal accidente si Alan había trabajado siempre con compuestos químicos y nunca le había sucedido nada, dejando en el aire la cuestión de si realmente fue un suicidio (cosa que ella rechaza), un accidente (que tampoco), o qué (un asesinato, obviamente). Ross vuelve a ser ligeramente sarcástico, aunque acaba callando por compasión ante la mujer sus homófobos pensamientos.

Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)Finalmente, una voz en off con fondo de coches en una autopista nos cuenta lo siguiente: Alan Turing fue galardonado con la Orden del Imperio Británico en 1946. Él murió en 1954. En 1993 parte del anillo de circunvalación de Manchester fue denominado “Camino de Alan Turing” en su honor. El alcalde de la ciudad dijo: "Alan Turing nunca recibió el reconocimiento a que tiene derecho. Ahora tenemos la oportunidad de colocarlo en el lugar que merece"

Comentario Final

Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)En efecto, en 1994, un tramo de la carretera A6010 (un tramo intermedio de la circunvalación de la ciudad de Manchester) se denominó "Alan Turing Way". Parte de esta carretera bordea el estadio del equipo de fútbol Manchester City (inaugurado en 2003). Sobre este tramo se construyó un puente sobre el río Medlock (ver imagen del Google Maps) llamado también Alan Turing Bridge.

Sin embargo esa oportunidad de reconocer la injusticia cometida sobre Alan Turing no parece que vaya a llevarse a efecto (Véase este enlace, o éste en castellano), a pesar de las disculpas que el primer ministro Gordon Brown hizo públicas el 10 de Septiembre de 2009, como consecuencia de una campaña promovida desde la Red.

Aparte de todo lo comentado sobre la película básicamente de las excelencias de las interpretaciones de los actores sobre las que me ratifico, esta versión adolece de algunos defectos bajo mi punto de vista (ya se sabe que en esto de las críticas, tanto literarias como cinematográficas, todo es muy discutible; pero en fin, a mi me gusta exponer razones que yo considero objetivas). La obra teatral tiene lugar en un espacio intemporal, con muy poco decorado (véase por ejemplo la siguiente escena de una de las últimas representaciones en Gran Bretaña), mientras que el telefilme se sitúa en un escenario urbano, un poco forzado en determinados momentos (lo que siempre sucede cuando se quiere trasladar un medio a otro). En la representación teatral presentada en Nueva York el 15 de Noviembre de 1987 (en el Neil Simon Theater), Derek Jacobi interpretaba también a Alan Turing, durante todas las etapas de su vida, también en su juventud, y las crónicas destacan el magnífico trabajo de maquillaje, caracterización e interpretación que realizaba. De hecho se llegaron a 169 representaciones y fue nominado a los premios Tony de interpretación por este trabajo. En el telefilme, el papel de Alan Turing joven es interpretado por otro actor porque evidentemente el acercamiento de la cámara al actor, primeros planos, etc., resultarían un tanto forzados (sino ridículos) para que un actor de 50 años en aquel momento interpretando a un jovencito de 18. Sin embargo la lejanía del público en un teatro permitía que él mismo pudiera hacerlo allí.

Otra diferencia entre ambas representaciones es que en la versión teatral Turing revela el secreto lógico de la Bomba (la etiquetada como séptima escena) en sus últimas vacaciones en Corfú, con la ironía de hacerlo a alguien que no entiende una palabra de lo que le hablan, mientras que en el telefilme su explicación se la da al Oficial de Inteligencia John Smith, que evidentemente si sabe de que le están hablando. También se pierden las palabras en la escena de la muerte, sustituidas por ese anodino final en el que una voz en off explica el ridículo honor concedido a Alan Turing dando nombre a un tramo de carretera. Pero es que para alguien que no sepa nada del personaje, ni de criptografía, ni de ordenadores, ni de lógica, el telefilme no aporta demasiado: no se capta el porqué de la importancia de este hombre lo más mínimo. Todo queda en la injusticia cometida por haber sido perseguido por conducta inmoral, bien poco para lo que significó su trabajo en la realidad. Es más, en las escenas con su madre (salvo en la que están solos), Turing se comporta como un niño mal criado, quejándose por todo, sobre todo siendo ya adulto, porque le han servido un zumo demasiado agrio, obligando a su madre a ir a por el azúcar en vez de ir él a buscarlo. Esto contrasta demasiado con la condescendencia con Ron, al que aguanta todo, da la impresión que por “un simple calentón”. Y finalmente aunque es cierto que Alan Turing tenía la manía de comerse las uñas, la tartamudez exhibida por Jacobi a lo Yo, Claudio, me chirría un poco sinceramente.

Sobre el verdadero Alan Turing hay referencias muy completas en Internet. Por supuesto todo el material aportado por el autor de la biografía en la que se basa la obra teatral, Andrew Hodges, pero también el de la Universidad de Manchester para su proyecto de Museo sobre la historia de la Computación. En este segundo, además de un montón de fotografías interesantes, pueden conocerse algunos datos curiosos (excentricidades por ejemplo) del propio Alan Turing, algunos de los cuales se plasman en la película.

Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)Como dato para los cinéfilos, el director de este telefilme, medio en el que ha realizado prácticamente toda su carrera, Herbert Wise (de nombre real Herbert Weisz, nacido en Viena en 1924, en la foto), Alan Turing: Rompiendo Esquemas (Segunda Parte)ha dirigido en varias ocasiones a Sir Derek Jacobi: en la célebre e inigualable serie Yo, Claudio (1976), en el episodio Skin (1980) de la serie de terror Tales of the Unexpected (existe versión en DVD pero no ha llegado a España), y en algunos episodios de otra magnífica serie no estrenada en España en la que Jacobi interpreta a un monje medieval que resuelve asesinatos por sus conocimientos en herboristería, Cadfael (1994 – 1996; 13 episodios).

Por su parte el propio Jacobi (nacido en 1938) no para de trabajar tanto en teatro, como cine y televisión. Acaba de terminar una película basada en un guión de la actriz Emma Thompson, Effie, cuyo estreno está previsto para octubre de este año; y la lujosa coproducción de 12 episodios Titanic: Sangre y acero (Titanic: Blood and Steel, Ciaran Donnelly, 2012) que pronto veremos en televisión. Respecto a su vida personal, es conocida públicamente su defensa de los derechos de los homosexuales y también de la polémica Declaración de Duda Razonable sobre la autoría de la obra de Shakespeare (él defiende la teoría oxfordiana, frente a la Stratfordiana), para fomentar nuevas investigaciones sobre la cuestión. El documento en línea fue firmado por más de 1.700 personas, incluyendo más de 300 académicos.

 

© Real Sociedad Matemática Española. Aviso legal. Desarrollo web