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Mikel Varas (Escritura en el aire) - Pido la palabra
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Viernes 13 de Julio de 2012
Índice del artículo
Mikel Varas (Escritura en el aire)
Catálogo de Obras
Pido la palabra
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PIDO LA PALABRA

Mi estudio comienza con la búsqueda incasable de la poética.

La palabra…
el medio de expresión de la idea.
El propósito experimental en el que creo y al que quiero llegar

La poesía, la escultura, la palabra,
ayudados por la luz,
el conjunto de la idea.

Donde están mis palabras,
dentro o fuera de mi garganta.
Desnudas o descalzas.
Llevan un paraguas por si llueven ecos.
Por si la saliva no las traga.

Donde están mis palabras:
en la memoria, en los sueños, en el reloj,
en las arrugas de mi cara.
En el suelo, en el techo, en la luz,
en el respirar que tiro por la ventana.

Mis palabras no tienen colores.
Ni son negras ni blancas.
No entienden de límites ni de reglas.
Acaso el lenguaje de las ideas,
que no tiene religión, tampoco bandera.
Por eso están solas.
Por eso, estando con nosotros,
estamos tan en ellas.
Ilegible caligrafía apresurada.

Las palabras que digo me interpelan,
me llaman por ese nombre tan íntimo:
que me hace humano,
aquello que no puede expresarse
con y sin ellas.

El silencio es una palabra que regresa,
como lluvia, como hierro curvado,
a la tierra.

El silencio es una palabra
que teme no ser comprendida.

La lengua, el aliento,
la voz, el lenguaje
y las palabras.
Existen cuando se callan,
en forma de dolor, alegría o esperanza.

Existen cuando no se callan.
Dimensiones de vida.
Paisajes sin distancias.
Puertas que dan a dos puentes
de existencia prolongada.

Son palabras.
Las palabras que nacen y mueren habladas.
Con cuatro tirafondos se sujetan.
Alimentan mi ser.
Dialogan con mi conocimiento.
Respiran y a la vez me ahogan.

Sí,
soy un junta letras.
Un junta letras de palabra.

En las raíces está la lengua.
En la anatomía, las huellas.
Como un deseo que, si no alumbra, se quema.
Las palabras invencibles
preguntan y no dan respuestas.

Si despreciamos lo que la lengua nos trae
sabremos cómo somos,
pero no sabremos qué somos.

Si guardamos lo que la lengua nos da
y no lo repartimos con generosidad,
dejaremos de ser.

La lengua solo muere
cuando es traicionada su verdad.

¡Pido la palabra!
Indomable, libre y esclava.

Como un goteo,
como un sonido,
como una herramienta
que fue grito.
Que es eco.
Para ser poema.

Los labios son mímica
que los brazos sujetan.
Lo que las palabras abrazan
en las palabras se queda.

Palabras que necesito para respirar,
para calentar mis ideas,
para taparme,
para asearme,
para que se me entienda.

Palabras con celo eterno.
Palabras de ese otro yo.
que hay en mi cabeza.
De ese otro que, a palabrazos,
asusta y a la vez crea.

Las pienso.
Las sueño.
Las necesito.
Las deseo.
Las coso a mi cuerpo.

Aunque nadie se entere.
Aunque no se me escuche.
Aunque nadie lo entienda.
Mis palabras están, aunque no se vean.

Son luces,
son sombras.
Melodías de la voz.
Canciones al diálogo.
Enigmas pausados
que se renuevan a diario.

Son mi gramática,
mis labios y mi aliento.
Mi sudor,
mi honor,
el equipaje de mi cuerpo.

A veces me llevan…
otras se las lleva el viento.

Son palabras plásticas,
Intangibles e imaginarias.
Palabras que matan callando.
Y me matan cuando callo.

Palabras que me hacen ser lo que soy.
Aunque no seme vea.
Cuerpo sin materia.
Ecos de anotaciones eternas.

Las palabras permanecen,
sobreviven a mi muerte,
alimentando otras palabras.
Lenguajes que guardan la vida
de los que han muerto,
a la sombra de lo que han dicho
o han dejado de decir.

Palabras que me hacen ser.

No más que palabras.

No menos que palabras.



 

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