Un carnicero común alimentando a una cría de cuco

El huevo del cuco es el primero que eclosiona -en 11 días, el período de incubación más corto de todas las aves, ya que la ésta empieza en el cuerpo de la madre- y nada más nacer, la cría de cuco empuja el resto de la nidada hasta expulsarla. Queda así sola en el nido y su madre y padre adoptivos -no conocerá nunca a sus verdaderos progenitores- le alimentan hasta que llega a ser un cuco adulto.

La cuco hembra no deja su huevo en cualquier nido: una equivocación puede ser fatal. Por ejemplo, necesita un nido de insectívoros -como su cría-, en un nido de granívoros su polluelo moriría de hambre.

Los cucos no son las únicas aves que practican este tipo de parasitismo de puesta: algunos patos y el flamenco rosa también usan esta técnica.

El cuco suele ser cinco o seis veces más grande que las aves que parasita, pero la hembra pone huevos del tamaño de los anfitriones. Más aún, parece que es capaz de adaptar el tamaño de sus huevos a los del nido receptor.

Uno de los primeros científicos que estudió esta cuestión de manera cuantitativa fue Oswald Hawkins Latter [The Egg of Cuculus Canorus. An Enquiry into the Dimensions of the Cuckoo’s Egg and the Relation of the Variations to the Size of the Eggs of the Foster-Parent, with Notes on Coloration, Biometrika, vol. 1, no. 2 (1902), 164-176].

Fue el primer estudio que puso en evidencia como el cuco hembra adapta el tamaño de los huevos a los del nido anfitrión; estudios posteriores lo han corroborado.

Adaptado de: Herve Lehning, La taille des oeufs de coucous, en Mathématiques et biologie, Tangente no. 42, 2011.

Artículo publicado en el blog de la Facultad de Ciencia y Tecnología (ZTF-FCT) de la Universidad del País Vasco ztfnews.wordpress.com.