Ian Stewart
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Lunes 21 de Septiembre de 2009
Si las matemáticas se hicieran enteramente a demanda, esclavas de la ciencia, se obtendría el trabajo que se espera de un esclavo: hosco, poco generoso y lento. Si la disciplina estuviera enteramente impulsada por intereses internos, obtendríamos un niño egoísta y malcriado: mimado, egocéntrico y pagado de su propia importancia. Las mejores matemáticas equilibran sus propias necesidades con las del mundo externo. De esto es de donde deriva su irrazonable efectividad.

 
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