¿QUÉ ES EL DESORDEN OBSESIVO-COMPULSIVO NUMÉRICO?
Imprimir
Domingo 06 de Marzo de 2005
¿QUÉ ES EL DESORDEN OBSESIVO-COMPULSIVO NUMÉRICO?

Los individuos afligidos por el desorden obsesivo-compulsivo están con frecuencia impelidos a cometer actos repetitivos que en apariencia no tienen importancia, tal como lavarse persistentemente las manos, contar objetos, comprobar si las puertas están cerradas, y evitar situaciones raramente perturbadoras como pisar sobre las pequeñas grietas de las aceras. El desorden obsesivo-compulsivo que tiene relación con los números es especialmente triste a la vez que fascinante. El gran inventor Nikola Tesla tenía «manía aritmética», también llamada desorden numérico obsesivo-compulsivo. Pedía exactamente 18 toallas limpias cada día. Si se le preguntaba por qué, no proporcionaba ninguna explicación. Los accesorios de mesa y las toallas no eran los únicos artículos que pedía en múltiplos de 3. Con frecuencia, por ejemplo, se sentía impelido a dar 3 vueltas alrededor de una manzana de casas, y siempre contaba los pasos mientras paseaba. Eligió la habitación número 207 en el Hotel Alta Vista, debido a que 207 es divisible por 3. Durante la cena, apilaba sin cesar 18 servilletas de forma escrupulosa, siempre en busca de números divisibles por 3.

Para responder a cuestiones del tipo de si el desorden obsesivo-compulsivo implica números específicos, o si la obsesión por los números impares es distinta de la que se refiere a los pares, o también si en las obsesiones intervienen números mayores que 10, el doctor "Googol" ha estudiado muchos casos y ha creado una lista clasificada según el número con el que estaba obsesionada la persona en cuestión:

1. Ningún caso hallado.
2. Ningún caso hallado.
3. Una niña de 13 años (véase el punto 9) se sentía apremiada a llamar 3 veces sobre el borde de la ventana y en una puerta cercana antes de abrir ésta.
4. Caso 1: la vida de un niño de 11 años estaba afectada a causa de que el número 4 dominaba su existencia. Caso 2: un adolescente debía tenerlo todo en múltiplos de 4, y rechazaba los múltiplos de 6. Tenía también la compulsión de mirarse las plantas de los pies siempre que miraba el reloj de su habitación.
5. Ningún caso hallado.
6. Caso 1: un muchacho evita repetir sus acciones 6, 13, 60, 66 o 130 veces. Evitaba números tales como 42 o 33 cuya suma de dígitos es igual a 6, 13 o 130. Caso 2: un adolescente empezaba el día normalmente, hasta que de repente comenzaba a repetir números como «6, 6, 6, 6» o «8, 8, 8, 8». Según dijo, no tenía control sobre dichos números, los cuales, según él, tenían una mente propia, precisamente la de él.
7. El niño de 11 años aludido en el punto 4 cambió repentinamente, después de una operación, a una manía relativa al número 7, que le hacía tocarlo todo 7 veces y preguntar por todo 7 veces. (Su heptafilia se curó con Anafranil, un fármaco que ayuda en muchos de los casos de desorden obsesivo-compulsivo.)
8. Caso 1: un niño de 12 años se siente impelido a dar 8 vueltas sobre sí mismo en una habitación, con el fin de calmarse. Caso 2: un muchacho se golpea en la ducha 8 veces la parte derecha de su cabeza, se aplica champú, se vuelve a golpear 8 veces, se enjuaga 8 veces y luego se golpea de nuevo 8 veces. A continuación repite el proceso en el lado izquierdo.
9. Una niña de 13 años debe levantar sus pies y golpear 9 veces en el borde de su cama antes de subir a la misma.
22. Un chico de 18 años siente el apremio de contar hasta 22 una y otra vez. Da golpes suaves en la pared 22 veces o múltiplos de 22. Pasa 22 veces a través de las puertas, y se sienta y se levanta de su silla 22 veces. Se convirtió en drogadicto, lo cual tuvo efectos interesantes en relación con su manía con el 22. Con las anfetaminas y la cocaína, por ejemplo, sus sartas de 22 golpes en la pared se hacían más continuas, hasta el punto de consumir todo su tiempo. El LSD hacía desaparecer del todo ese ritual.
50. Una niña de 7 años se veía forzada a contar hasta 50 por cada palabra que leía o escribía. Como es obvio, este ritual bloqueaba su rendimiento en clase.
13,60,66, 130. En el punto 6 hemos hablado de un niño con manía por estos números.
100. La niña de 13 años aludida en el punto 9 contaba también hasta 100 justo después de lavarse los dientes.

Uno se pregunta si la incidencia del desorden numérico obsesivo-compulsivo es menor en las sociedades con menos énfasis en los números, o en sociedades de escaso nivel cultural. Las personas que sufren del trastorno obsesivo-compulsivo son casi siempre conscientes de que su comportamiento es ilógico o autodestructivo, pero al igual que todos los que padecen adicciones fuertes, les resulta imposible parar. Los hay que pueden pasar, por ejemplo, 5 horas cada día lavándose y sintiéndose sucios a pesar de ello. Otros deben comprobar la puerta cientos de veces cada día para asegurarse de que está cerrada. Algunos se arrancan uno a uno los pelos de la cabeza. Los niños pueden llegar a jugar sin fin con cuerdas o llegan a recoger los objetos con sus codos para evitar mancharse las manos. Si no son tratados, esos niños continúan sufriendo los mismos síntomas en la edad adulta.

Uno de los fármacos empleados en la curación del desorden obsesivo-compulsivo es el Anafranil (cloromipramina), que afecta al metabolismo de la serotonina en el cerebro. También son útiles otros fármacos, tales como la fluoxetina (Prozac) y la fluvoxamina (Luvox). El éxito obtenido con tales fármacos ha llevado a muchos investigadores a creer que el trastorno obsesivo-compulsivo tiene una base física, como ocurre con la depresión maníaca (desorden bipolar) o con la epilepsia. El LSD es otra sustancia que aumenta los niveles de serotonina y parece «curar» el desorden obsesivo-compulsivo (el uso del LSD sin control puede resultar peligroso. Los efectos negativos pueden implicar cambios de costumbres, distorsiones del tiempo y del espacio, y comportamiento impulsivo o agresivo). Las anfetaminas agravan la enfermedad, debido probablemente a que afectan al sistema de la dopamina, que actúa contra el equilibrio de la serotonina.

Los estudios médicos de imagen sugieren que el desorden obsesivo-compulsivo está provocado por una anormalidad en una parte del cerebro conocida como ganglio basal, situada en lo profundo del mismo entre los lóbulos cerebral y frontal. En particular, una porción de los ganglios basales llamada núcleo caudal parece comportarse de modo distinto en las personas con desorden obsesivo-compulsivo.

Las personas con el síndrome de Tourette y con la enfermedad de Parkinson tienen también anormalidades en dichas áreas. La evidencia se acumula a favor de la hipótesis de la base biológica del desorden obsesivo-compulsivo; éste parece, por ejemplo, tener un componente genético y se presenta con frecuencia entre miembros de una misma familia. Algunas formas de este desorden se inician después de un primer ataque epiléptico. El hecho de que muchos de los que padecen este trastorno muestren movimientos desordenados, tales como tics faciales, en algunos momentos durante el curso de su enfermedad, sugiere igualmente que existe una causa biológica.

Este fragmento pertenece al libro LA MARAVILLA DE LOS NÚMEROS, Clifford A. PICKOVER, Ma Non Troppo Ciencia, Robinbook, 2002 (véase su página http://sprott.physics.wisc.edu/pickover/noodlead.html ). Agradecemos al Profesor A. Pickover su permiso para incluirlo en DivulgaMAT.



Clifford A. Pickover

 
Volver