71. Ciencia y ciencia ficción
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Escrito por Miquel Barceló   
Martes 01 de Marzo de 2011

¿Puede haber vida inteligente en la superficie de una estre­lla de neutrones? ¿Podemos llegar a estrellas que distan varios años luz de nuestro sistema solar? ¿Existe el monopolo magnético? ¿Es posible enviar un mensaje al pasado modulando un haz de taquiones? ¿Puede desarrollarse una inteligencia artificial con la personalidad de Sigmund Freud o de Albert Einstein?

Por lo que hoy sabemos, todas estas preguntas tienen la misma respuesta: un categórico no. Pero el hecho de que la ciencia nos niegue estas posibili­dades no impide que sea factible especular sobre ellas u otras parecidas. Ésta es una de las principales funciones y atractivos de la ciencia ficción que, entre otros, tiene por objeto especular con amenidad sobre "la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y de la tecnología" según opinaba Isaac Asimov, conocido divulgador científico y famoso autor de ciencia ficción.

La ciencia ficción empezó a hacerse popular en los años cuarenta y cincuenta precisamente con autores, hoy ya clásicos, que disponían de unos sólidos conocimientos científicos: Isaac Asimov era doctor en química y fue profesor universitario, Arthur C. Clar­ke ha sido uno de los pio­neros en los estudios de astronáutica y fue el primero en proponer el uso de satélites geoesta­cionarios como nudos de comunicaciones, Robert A. Heinlein fue ingeniero naval, etc. La lista podría ser mucho más lar­ga y puede incluir a nombres que unen en una sola persona las capacidades del científico, del divulgador y del novelista de ciencia ficción, como ocurre con el ya citados Asimov y Clarke, o con Carl Sagan, Gregory Benford y un largo etcétera.

En realidad, hay muchos autores de ciencia ficción que dis­ponen de sólidos conocimientos científicos que utilizan amp­liamente en sus narraciones. Se trata de especialistas como Gregory Benford, David Brin, Robert L. Forward, Vernor Vinge, o Charles Sheffield y tantos otros que jus­tifican con su saber la se­rie­dad del carácter especu­la­ti­vo de esta variante (llamada habitualmente "hard") de la ciencia ficción centrada en la ciencia y la tecnología. Amenidad en sus aventuras e inteligencia en sus especulaciones, garantizan el interés de la ciencia ficción como el género narrativo más característico de los nacidos en el siglo XX, y el que más ha hecho por acercarnos a algunos de los futuros que nos esperan.

La ciencia ficción

Distinta de la divulgación científica o popularización de la ciencia, ha de resultar evi­dente que la ciencia ficción es, básicamente, un género o mejor una temática genérica que encuentra sus mejores resultados en vehícu­los co­mo la literatura, el cine, la televisión, el cómic o las di­ver­sas artes narrativas. La ciencia ficción es, antes que nada, arte y, co­mo tal, parece pertenecer a un mundo distinto al que consideramos pro­pio de la ciencia.

Pero la ciencia ficción, como temática narrativa, disfruta de dos carac­te­rís­ticas propias que la hacen muy especial y que conviene recordar.

Por una parte, la ciencia ficción es una narrativa que nos presenta especulaciones arriesgadas y, muy a menudo, francamente inten­cionadas que nos hacen meditar sobre nuestro mundo y nuestra organi­zación social o sobre los efectos y las consecuencias de la ciencia y la tec­nología en las sociedades que las utilizan. Se trata aquí de la vertiente reflexiva de la ciencia ficción, la que a menudo ha servido para caracterizar a la ciencia ficción escrita como una verdadera "literatura de ideas". Se maneja para ello el llamado "condicional contrafáctico", que consiste en preguntarse, ¿Qué sucedería si...? en torno a hipótesis que se con­sideran ex­­tra­ordinarias o todavía demasiado prematuras para que pue­dan pre­sen­­tarse en el mun­do real y cotidiano.

Pero, por otra parte, la ciencia ficción ofrece unas posibili­da­des de maravilla y de admiración casi inagotables. Los nuevos mundos y seres, las nuevas culturas y civilizaciones, las nuevas posibili­da­des de la ciencia y de la tecnología, nos abren los ojos de la men­te a un nuevo universo que contemplamos maravillados y sorprendi­dos, adentrán­do­nos en nuevos mundos de posibilidades. Eso es lo que per­mite que los especialistas hablen de un importante "sentido de lo maravilloso" como uno de los elementos más característicos y atractivos de la cien­cia ficción (un elemento, conviene decirlo, que comparte con otras variantes exitosas de la narrativa: la novela histórica, los libros de viajes, etc.).

Enseñar y divulgar la ciencia con la ayuda de la ciencia ficción

Son precisamente esas maravillas de la ciencia ficción las que atraen, como no podía ser menos, a los jóvenes que se interesan fácilmente por su temática y contenidos, encontrando en sus contactos con la ciencia ficción motivo de diversión pero también de reflexión ori­ginal y prometedora.

Si a ello se añade la espectacularidad de los efectos especiales cuando la ciencia ficción se expresa en el medio cinematográfico, es fácil comprender que la idea de considerar la ciencia ficción como un material o vehículo especial­men­te adecuado en el ámbito de lo docente era una idea inevitable. Así lo percibieron, hace ya algunos años, algunos profesores particularmente ac­tivos en el ám­bito anglosajón.

Tras haber sido un género ig­no­rado e incluso despreciado por el mun­do académico, la ciencia ficción ha logrado ya, por sus propios mé­ri­tos, llegar a formar par­te de los currículos de las high-schools y uni­versidades anglosajonas y, poco a poco, se incorpora también al mun­do docente de nuestro país. Aunque en un primer momento, la ciencia ficción se con­virtió en ele­men­to des­tacado en la enseñanza de la lite­ra­tura y la len­gua inglesa, también ha sido utilizada relacionándola con el im­pacto social de las diversas tecnologías y como aproximación edu­ca­ti­va a eso que Alvin Toffler ha llamado el "shock del futuro".

No es éste el lugar para detallar la historia del uso docente de la ciencia ficción, pero sí comentaremos la creación en 1970 de la Scien­ce Fiction Research Association (SFRA, Asociación de Estudios so­bre la Ciencia Ficción). Formada hoy en día por casi medio millar de profesores en todo el mundo, los objetivos de la SFRA incluyen: "el estudio de la cien­cia ficción y la fantasía, mejorar la enseñanza en el aula, evaluar los nuevos li­bros y los nuevos métodos y materiales de enseñanza". Se trata, evidentemente, de utilizar la indiscutible atrac­ción que los jóvenes pueden sentir por la temática de la ciencia ficción para su uso en las aulas.

El resultado de la actividad de la SFRA y otras sociedades parecidas ha sido un creciente conjunto de artículos y libros de carácter aca­dé­mico glosando los temas propios de la ciencia ficción e incluso la aparición de revistas universitarias especializadas en el género. Tras la pionera Extrapolation creada en 1959 por Thomas Clareson y edi­tada tres veces al año por la Universidad del Estado de Kent en Ohio, cabe citar Foundation iniciada por Malcom Edwards en 1972 en el Politécnico del Noreste de Londres y Science Fiction Studies fundada en 1973 por Darko Suvin y R.D. Mullen en el Departamento de Inglés de la Universi­dad Concordia en Montreal, am­bas también de periodicidad cuatrimes­tral.

La idea central de estas actitudes recogía, en un primer momento, la conveniencia de uti­li­zar para la enseñanza de la lengua y lite­ra­tu­ra inglesa obras cuya temática pueda ser de mayor interés para los alum­nos que los textos uti­lizados tradicionalmente en estos me­neste­res. Resultaba mucho más fácil que los jóvenes de hoy se intere­saran antes por obras como La mano izquierda de la oscuridad (1969) de Ur­su­la K. le Guin que por, por poner un ejemplo, El mundo perdido (1667) de John Milton del cual los jóvenes del siglo XXI están, por lo me­nos, un tanto distantes... Pero también cabe el uso de la ciencia ficción para muchos otros cometidos docentes como mues­tra la simple enumera­ción de algunos cursos y publicaciones más recientes: "Cien­cia Ficción y la enseñanza de las ciencias", "Ciencia ficción en un curso de Informática y Sociedad", "Ciencia ficción social", "La enseñanza de cien­cia ficción con con­te­nido político" etc.

Cabe destacar también la aparición de material pedagógico cen­tra­do en la ciencia ficción y la publicación de libros como Teaching Scien­­ce Fic­tion: Education for Tomorrow (La enseñanza de la ciencia fic­ción: edu­cación pa­ra el ma­ña­na - 1980) editado por Jack Williamson, don­de se recogen co­la­bo­raciones de muchos escritores de ciencia fic­ción y tam­bién de profesores in­te­re­sados por el tema. Como no podía ser menos, tam­bién han apare­cido ayu­das docentes como Scien­ce Fic­tion: A teacher's gui­de & resource book (Ciencia ficción: una guía pa­ra el profesor y li­bro de recursos) editada por Marshall Tymm en 1988.

Este tipo de actitud respecto de la ciencia ficción y la fantasía ha llevado también a la aparición de bi­blio­te­­cas universitarias es­pe­cia­lizadas. En realidad, las mejores y más completas colecciones bi­blio­gráficas sobre ciencia ficción se encuentran hoy en día en algunas de las mejores universidades norteamericanas. Son famosas en este as­pec­to la Science Fiction Society Library del conocido Massachussets Ins­titute of Techonology (M.I.T.) de Boston, la Science Fiction Re­search Collection de la Texas A&M University, la J. Lloyd Eaton Co­llec­tion de la Universidad de California Riverside o las de las uni­ver­sidades de Siracusa, Eastern Nuevo Mexico entre otras. Y ello sin olvidar la importante Sección de Ciencia Ficción de la Biblioteca Gabriel Ferraté de la Universidad Politécnica de Cataluña en Barcelona, que dispone ya de más de 4.500 volúmenes.

Aunque a algunos lectores este uso docente de la ciencia ficción pueda parecerles lejano, ya ha llegado a nuestro país y es posible re­señar también algunas iniciativas y publicaciones que utilizan la ciencia ficción como material educativo. Por ejemplo, ya en 1991, An­to­nio Ara Gonzalez, publicaba un ejemplo de sus experiencias en un ins­ti­tuto canario de enseñanza secundaria: "Sobre la utilización de cuentos de ciencia ficción co­­mo recurso pedagógico para la enseñanza de la física y otras cien­cias". Después, Pilar Bacas Leal y otros autores publicaban en 1993 en la Biblioteca Aula de la editorial AKAL su libro sobre "Físi­­ca y Ciencia Ficción". Otro ejemplo, esta vez a nivel universitario, es la actividad de los profesores Jordi José y Manuel Moreno del De­par­ta­mento de Física e Ingeniería Nuclear de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) con su curso sobre física y ciencia ficción que ha generado ya dos interesantísimos libros: "Física i ciència-ficció" (1994) y "De King Kong a Einstein: la física en la ciencia ficción" (1999), sobre dicho tema. Y no sólo hay ejemplos en el caso de la física, la profesora Pilar Po­rre­dón, tras varios años experimentando con el uso de la ciencia fic­ción en el aula, ha elaborado un curso de los llamados de "créditos variables" en el Area de Ciencias Experimentales del BUP que usa re­latos de ciencia ficción para desarrollar temas de ciencias naturales.

Conviene advertir que no es necesario que la ciencia ficción, ar­te y narrativa en definitiva, sea exacta y correcta en su uso de la cien­cia y de la técnica. A veces basta utilizar el evidente atractivo que los jóvenes sienten por la temática de la ciencia ficción para po­der reflexionar sobre hechos científicos y sacar enseñanzas de los mis­mos. Por poner unos ejemplos sencillos, en el curso de José y Mo­reno, resulta educativo estudiar cómo podría lo­grar­se la invisibilidad del per­so­naje de H.G. Wells tras haber visionado una secuencia de la película de James Whale de 1933. También, tras ver la famosa secuencia de King Kong subiendo al Empire State Building, se descubre (gracias a la ley cua­drado-cúbica que ya conocía Galileo) que el bueno de King Kong con sus pre­go­na­dos 15 metros de altura debía pesar unas 170 tone­la­das (casi 25 veces más que el Tiranosauro Rex, el animal más pesado que ha andado por la superficie del planeta). Seguro que King Kong ten­dría serios pro­blemas para, simplemente, andar... Pero, en cualquier caso, los alum­nos no olvidan nunca ese ejemplo ni el efecto de las leyes de es­cala o el análisis dimensional.

Un puente entre dos culturas

Una de las más curiosas paradojas de nuestro tiempo la expuso con cru­deza C.P.Snow en 1959 en la conferencia que recoge su hoy famoso libro Las dos culturas y la re­volución científica. Trataba del grave problema de la escisión de la cultura occidental en dos grandes bloques que podríamos etiquetar a gran­des rasgos como las ciencias y las humanidades.

Snow ponía el dedo en la llaga de la estéril separación entre científicos y humanistas (como si las matemáticas o la biología, por poner sólo un par de ejemplos, fueran un descubrimiento no humano y realizado por las hormigas o los marcianos...). Snow constataba, además, la escasa interacción en­tre esos dos grupos de intelectuales. Los humanistas lo des­co­no­cen prácticamente todo de la ciencia, mientras que los científicos, decía Snow, ignoran a su vez las humanidades y, en particular, decía, la li­te­ra­tu­ra. Sintetizando, existen científicos iletrados, mientras que los hu­ma­nistas suelen considerarse cultos aún ignorando la ciencia, uno de los pilares centrales de la civilización contemporánea.

Hoy como ayer, una buena manera de ayudar a cru­zar el abismo que separa la cultura humanista de la cultura cien­tí­fi­ca es el recurso a la buena ciencia ficción. Literatura y arte na­rra­tivo al fin y al cabo, la ciencia ficción viene a ser un aproximación cultural y, en definitiva, humanística al complejo mundo de la ciencia como demuestran algunas de las novelas citadas en la bibliografía.

Incluso tantos años después de la advertencia de Snow, la buena ciencia ficción sigue siendo uno de los mejores medios para, poco a poco, ven­cer esa sorprendente paradoja de nuestro tiempo: dos (o muchas, si consideramos la creciente especialización científica) culturas todavía se­paradas pero que no deberían seguir estándolo.

Si, como se nos dice tantas veces, el sistema educativo pretende, entre otras cosas, desarrollar nuevas metodologías para contrarrestar el apren­di­za­je repetitivo y monótono del conocimiento científico, la ciencia ficción puede ser una herramienta importante para lograrlo. Y no sólo eso. También puede ayudar para desarrollar actividades interdiscipli­nares e integradoras y fomentar la realización de trabajos de síntesis y de proyectos de investigación sugerentes, didácticos y, además, fran­camente divertidos. No es poca cosa.

Para no dejar en suspenso al lector, diremos que especulaciones cómo las indicadas en el primer párrafo se encuentran precisamente en novelas como Huevo del Dragón de Robert L. Forward, Tau Zero de Poul Anderson, Artefacto y Cronopaisaje de Gregory Benford, y Pórtico de Frederik Pohl. Quot erat demostrandum...

 

Para leer:

Sobre la vida de los científicos:
COSMO
, Gregory Benford, Barcelona, Ediciones B (Colección NOVA, 128), 1999.
CRONOPAISAJE
, Gregory Benford, Barcelona, Ediciones B (Colección NOVA, 66), 1994.

Sobre nanotecnología y su aplicación al ser humano
EL OTOÑO DE LAS ESTRELLAS
, Miquel Barceló y Pedro Jorge Romero, Barcelona, Ediciones B (Colección NOVA, 142), 2001.
TESTIMONI DE NAROM
, Miquel Barceló y Pedro Jorge Romero, Lleida, Pagés Editors (Colección Ciència-ficció, 4), 2000.
MARTE SE MUEVE
, Greg Bear, Barcelona, Ediciones B (Colección NOVA, 79), 1995.

Sobre informática, ciberespacio y realidad virtual
CRIPTONOMICÓN
, Neal Sthepenson, Barcelona, Ediciones B (Colección NOVA, números 148 [El código Enigma], 151 [El código Pontifex] y 154 [El código Aretusa]), 2002.
CIUDAD PERMUTACIÓN
, Greg Egan, Barcelona, Ediciones B (Colección NOVA, 118), 1998.
NEUROMANTE
, William Gibson, Barcelona, Minotauro, 1989.

Sobre biotecnologías y clonación
LA RADIO DE DARWIN
, Greg Bear, Barcelona, Ediciones B (Colección NOVA, 144), 2001.
CYTEEN
, C. J. Cherryh, Barcelona, Ediciones B (Colección NOVA, números 30 [La traición], 31 [El renacer] y 32 [La vindicación]), 1990.

Sobre la investigación científica y sus características
OVEJA MANSA
, Connie Willis, Barcelona, Ediciones B (Colección NOVA, 97), 1997.
LA FIEBRE DEL HENO
, Stanislaw Lem, Alianza Editorial (Colección El Libro de Bolsillo), 1987.

 
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