34. Matemáticos como protagonistas
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Escrito por Miquel Barceló   
Domingo 01 de Octubre de 2006

Espero que perdonen mi insistencia en hablar de los matemáticos en lugar de hablar de la matemática... Con la Matemática Ficción de este mes abandonaré el tema (por el momento... Como suele decirse: quien avisa no es traidor)

El mes pasado me atrevía a comparar la mente de los autistas con la de los matemáticos, científicos e ingenieros a la luz de una gran novela de ciencia ficción: LA VELOCIDAD DE LA OSCURIDAD de Elizabeth Moon. Eso me llevó a recordar otra curiosa novela que, estando completamente al margen de la ciencia ficción, también trata en cierta forma sobre los matemáticos o, si prefieren que sea más concreto, sobre esa loca aventura en que a veces se convierte la investigación en el campo de las matemáticas.

La novela es ya antigua, de 1992, y se publicó en España en 2000, traducida a partir de la versión en inglés ya que el original se publicó en griego y, generalmente, los científicos dominamos el abecedario griego, pero no necesariamente su vocabulario y sintaxis...

Se trata de EL TÍO PETROS Y LA CONJETURA DE GOLDBACH, escrita por Apostolos Doxiadis, nacido en Australia en 1953, pero criado en Grecia. Después parece que Doxiadis estudió matemáticas en la Universidad de Columbia para acabar ejerciendo como director cinematográfico, director y adaptador teatral y novelista. EL TÍO PETROS Y LA CONJETURA DE GOLDBACH se publicó en una primera versión en griego como ya he dicho en 1992, y, más tarde, en 1998, el mismo Doxiadis la vertió al inglés en una versión de la que se dice que es "actualizada".

La historia es sencilla: la del empeño de un hombre, el tío Petros del título, por comprobar y demostrar la conjetura de Goldbach, un "loco propósito" como diría Francis Crick, en el que, en cierta forma, se le va la vida. Volveremos al personaje, hablemos antes de matemáticas...

La conjetura de Goldbach es, según se suele decir, uno de los "problemas abiertos" más clásicos de la matemática. La formuló Christian Goldbach en una carta fechada en 1742 y dice: "todo entero puede expresarse como suma de tres números primos". Tal como explica Doxiadis en una nota al pie de su novela, si esto es cierto, en el caso de los número enteros pares, uno de esos sumandos primos ha de ser el 2 (la suma de tres primos impares, será necesariamente impar y 2 es el único número primo par). Por eso, la conjetura de Goldbach suele expresarse más simplemente con la expresión "todo número par mayor que 2 puede expresarse como la suma de dos números primos", formulación que suele etiquetarse como la conjetura de Goldbach, aún cuando esa manera de plantearla es original de Euler.

En el año 2000, para hacer publicidad de la edición británica de la novela de Doxiadis, el editor Tony Faber ofreció un premio de un millón de dólares al angloparlante que demostrase la conjetura antes de abril de 2002. Nadie reclamó el premio. Por mis informaciones, nadie la ha podido demostrar todavía, aún cuando Mario Peral Manzo, de la Universidad Pedagógica Nacional de México, en la Gazetilla Matemática (actualización de 27/12/2001) publica lo que él llama una "Posible demostración a la Conjetura Matemática de Goldbach". No soy capaz de juzgarla y el lector interesado la encontrará en: http://www.arrakis.es/~mcj/goldbach.htm

Como saben los matemáticos que se dedican a esas cosas, la Conjetura de Goldbach es un problema difícil, como, por ejemplo, el del Teorema o Conjetura de Poincaré que ha saltado recientemente al conocimiento del gran público (me refiero al nombre, evidentemente, no al contenido: la topología no suele ser fácil...). Imagino que ya saben ustedes que, en el Congreso Internacional de Matemáticos de Madrid (2006), se ha otorgado la Medalla Fields a Grigori Perelman que, en 2002 publicó una posible solución en Internet.

En cierta forma, Perelman, renunciando a recoger la Medalla Fields por no querer convertirse en una "mascota" (pet) en el mundo de la matemática, viene a dar una muestra de las peculiaridades psicológicas de algunos matemáticos Quot erat demostrandum...

Pero volvamos a la novela EL TÍO PETROS Y LA CONJETURA DE GOLDBACH narrada en realidad por el sobrino del protagonista. Un joven que parece detectar un aire de extrañeza en su tío y en la manera en que lo ve su propia familia. Como dice el sobrino: "Toda familia tiene su oveja negra", y en la suya es ese anciano tío Petros, retirado de la vida social y sólo ocupado en el cuidado de su jardín y en jugar al ajedrez.

Poco a poco, el sobrino irá descubriendo la oculta historia del tío Petros quien ha sido un matemático eminente, profesor en diversas universidades extranjeras (Alemania e Inglaterra), y que ha sido lo suficientemente orgulloso para empeñar toda su vida, personal, familiar y profesional como matemático, en el obsesivo intento de demostrar la conjetura de Goldbach.

El tío Petros es, en cierta forma un nuevo tipo de "perdedor", una figura a veces respetada en cierto cine negro pero completamente desprestigiada en nuestra sociedad occidental tan proclive a encumbrar el éxito, incluso con independencia de cómo haya sido logrado (y no pondré ejemplos, aunque, como sabemos todos, haberlo haylos, y muchos...).

En cierta manera, la novela es el descubrimiento por parte del sobrino de la riqueza humana y espiritual de un aislado tío Petros que, pese a su supuesto fracaso, sigue intentando demostrar la conjetura de Goldbach e incluso anuncia, justo antes de su muerte, y sin que pueda ser comprobado, que la ha resuelto realmente.

Tal como dijo John Nash quien fue premio Nobel de Economía, EL TÍO PETROS Y LA CONJETURA DE GOLDBACH "pinta un cuadro sugestivo acerca de cómo un matemático puede caer en una trampa mental al dedicar sus esfuerzos a un problema demasiado difícil". Si recuerdan, de los problema de un genio como Nash con su esquizofrenia Silvia Nasar escribió una interesante novela, Una mente maravillosa (1998) que Ron Howard llevó al cine en 2001, con el mismo título e interpretada por Russell Crowe (sinceramente: la novela parece ser mucho más fiel a la vida de Nash que la película, pero eso suele ocurrir con esa máquina de mentir que es Hollywood...).

En el caso de tío Petros, lo cierto es que, como dice el título de la biografía de Francis Crick, se empeñó en "ese loco propósito" sin lograrlo. Crick fue el co-descubridor de la estructura en doble hélice del ADN con la colaboración de James Watson quién parece haber usurpado casi todo el mérito y con la ayuda de las placas de rayos X realizadas por Rosalind Franklin a quien, tal vez (¡seguro!) por ser mujer, se le suele hurtar su protagonismo. Hacer ciencia, en cualquier caso, es un "loco propósito", una "aventura prometeica" que no siempre llega a obtener el éxito deseado.

La reflexión que se me ocurre hacer es si, a pesar de la opinión general de su familia., amigos y colegas, tal vez el tío Petros fuera un verdadero ganador en su vida pese a su imagen de perdedor. Al menos no se traicionó a sí mismo como tantos otros y dio un sentido excepcional a una vida con su ambicioso empeño. ¿Quién dice que lo importante es el éxito final? Un poeta como Konstantino Kavafis, quien es, además, griego, nos recordaba que lo importante para Ulises no era tanto llegar a Itaca como recorrer el camino que le lleva a ella con todas las experiencias y enseñanzas que ello significa:

Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca
debes pedir que el camino sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
[...]
Conserva siempre en tu corazón la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que se prolongue y dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te ofrezca más riquezas:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ella, jamás habrías zarpado;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya lo que significan las Ítacas.

La conjetura de Goldbach fue la peculiar Ítaca de tío Petros. Una opción tan lícita como otra cualquiera....

Para leer:

Ficción
- EL TÍO PETROS Y LA CONJETURA DE GOLDBACH (1992), Apostolos Doxiadis, Barcelona. Ediciones B. 2000.

 
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