40. Matemáticas y telepatía
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Escrito por Miquel Barceló   
Domingo 01 de Abril de 2007

Ya hace muchos años que se superó la sorpresa por las manipulaciones estadísticas del doctor Rhine en la universidad de Duke durante los años treinta, ésas que en los años cuarenta y cincuenta dieron pábulo a una posible "explicación científica" de la telepatía.

Pese a todo, el tema de la telepatía fue uno de los clásicos en la ciencia ficción de los cincuenta, sobre todo tras la injusta fama que alcanzaron esos poco fiables experimentos de J.B. Rhine sobre percepción extrasensorial (ESP, entre ellos la telepatía) en la universidad Duke de Carolina del Norte.

Novelas básicas en la historia del género como El hombre demolido (1952) de Alfred Bester sobre un asesinato en una sociedad de telépatas o el recurso a una "segunda fundación" asimoviana basada en cierta forma en las pseudociencias (sus miembros son "mentálicos" con poderes telepáticos y otros poderes ESP), son una clara muestra del peso de esos planteamientos en la temprana ciencia ficción de mediados del siglo XX.

Tras el descrédito en que cayó, a partir de los años setenta la telepatía dejó de parecer tema serio para una narración de ciencia ficción que no quisiera caer demasiado cerca de la fantasía. Pero el tema estaba ahí y Dan Simmons lo recuperó brillantemente en El hombre vacío (1992) una novela que, junto a la citada de Bester, parece ser uno de los logros mayores de la ciencia ficción que trata el tema de la lectura de mentes. Con quince años de retraso, esa novela acaba de aparecer traducida al español por primera vez.

En El hombre vacío, Jeremy Bremen es profesor de matemáticas y tiene un secreto. Durante toda su vida ha recaído sobre él la maldición de poder leer las mentes. Conoce los más secretos pensamientos, los miedos y los deseos de los demás como si fueran los suyos propios. Durante años, su esposa Gail, también telépata, ha servido como escudo entre Jeremy y el peso terrible de ese poder. Pero Gail se muere y Jeremy es de nuevo vulnerable al caótico fluir de pensamientos ajenos que amenazan destrozar su cordura.

Jeremy huye e intenta escapar de su mente, de su pasado, de sí mismo. Desea vivir aislado, pero acaba siendo testigo de un brutal acto de violencia que le lanza a un fatal viaje a través de lo más sórdido y peligroso del país (Estados Unidos de América del Norte, lógicamente) como un testigo excepcional de nuestra manera de vivir.

Al narrar la trágica historia de un testigo privilegiado de nuestra sociedad, El hombre vacío viene a ser una novela que podría proporcionar la base para una sorprendente e inspirada "road movie existencial". Pero Simmons incluye también un cierto análisis de la telepatía y sus posibles explicaciones. Un protagonista como Jeremy, especializado en el análisis con series de Fourier acabará usando su saber matemático para el análisis de las posibles ondas mentales que pudieran estar en la base de la telepatía.

Pero no es ése el tema que queda en el recuerdo del lector, sino el largo paseo (ya les digo, casi como una "road movie") por algunos de los más turbios aspectos de nuestra sociedad. Y eso, en las manos de un brillante narrador como Simmons, acaba siendo una estimulante experiencia.

Volviendo a las matemáticas, me parece justo decir que Alex Kasman,  del College of Charleston, y factotum de una web de la que ya he hablado otras veces: Mathematical Fiction (http://math.cofc.edu/kasman/MATHFICT/default.html), destaca algunos errores matemáticos en la manera como Simmons, un "no matemático", plantea el tema. Aunque el mismo Kasman acaba diciendo que "hay muchas cosas buenas sobre el libro y no quisiera exagerar la importancia de esos errores matemáticos".

Errores que, para Kasman, se concentran en que Simmons parece creer (como tantos otros no especialistas) que la teoría del caos viene a ser una matemática sin fórmulas y que representa posiciones no-deterministas. Sobre todo, Kasman acusa a Simmons de que, aun reconociendo que la teoría del caos es una rama de la matemática no lineal, en cierta forma Simmons parece creer que todo lo que no sea teoría del caos ha de formar parte de la clásica matemática lineal...

Imagino que las criticas de Kasman tienen gran parte de razón, pero demasiadas veces he dicho que la ciencia ficción es un arte narrativo que no tiene ninguna obligación de "hacer" ciencia. A mí, como a Jules Verne hace ya casi ciento cincuenta años, me suele bastar con que la novelística moderna dé a la ciencia el papel protagonista que tiene ya en la vida de cada día. La ciencia debe seguir buscándose en los artículos científicos y en los libros de texto, y si la ciencia ficción transmite que hay ciencia y que ésa es una de las preocupaciones y/o intereses de algunas personas ya me suelo dar con satisfecho.

Dicho de otra manera, en mi lectura de El hombre vacío (en el original inglés hace ya casi quince años y, ahora, en la reciente traducción española), no me di casi cuenta de las pegas a las que alude Kasman. Y es que, como suele ocurrir con prácticamente toda la obra literaria de Simmons, un gran narrador, El hombre vacío es una buena novela y entretiene, sugiere y, por si ello, fuera poco, tiene como protagonista a un matemático que, telepatía y problemas personales al margen, tiene del mundo la visión racional que cabe esperar de un matemático...

El mismo Kasman destaca que, al igual que el protagonista de El hombre vacío comparte con su esposa Gail la excitación de la posible comprensión "matemática" de la telepatía, comparte también con un científico de mayor edad el enfoque que consiste en usar el análisis de Fourier para intentar comprender un fenómeno inexplicable (¡e inexistente!) cual sería la telepatía. En la novela, Jeremy Bremen encuentra a otro matemático, superviviente del holocausto perpetrado por los nazis, cuyos estudios sobre las ondas cerebrales parecen coincidir y/o complementar los suyos propios. En el camino de su investigación, cual corresponde a una potente y sugerente novela de ciencia ficción, el protagonista no sólo se acerca al descubrimiento y la comprensión matemática de las habilidades psíquicas, sino que se acerca también al posible sentido de la mecánica cuántica y, a través de ella, al curioso papel que podría jugar la mente humana no solo como observadora del universo, sino también como elemento central en su mismísima configuración, tal y como parece sugerir la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica.

No es poco para una novela.

Para finalizar les diré que Dan Simmons es hoy un escritor famoso y popular. Los hoy llamados "Cantos de Hyperion" (cuatro títulos entre 1990 y 1997) reconstruían la estructura de los Cuentos de Canterbury de Chaucer en clave de ciencia ficción en un claro homenaje al poeta inglés John Keats y a toda la literatura. Más recientemente, el brillante díptico Ilión/Olympo (2003 y 2005) viene a ser la recreación de la Ilíada de Homero en clave de ciencia ficción. Pero eso siempre sólo en una primera aproximación: cualquier obra de Simmons incluye demasiados elementos para reducirla a una única caracterización. Como ocurre también con El hombre vacío.

Para leer:

Ficción
- El hombre vacío. Dan Simmons. Barcelona. Ediciones B, NOVA (núm 202). 2007

 
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