28. The Dot and the Line
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Escrito por Alfonso J. Población Sáez   
Martes 01 de Enero de 2008

Nos acercamos en esta ocasión a un célebre cortometraje nunca estrenado en nuestro país y que gracias a la red podemos ver íntegro. Seguimos además proponiendo títulos de películas con la sucesión de los naturales.

Una de las quejas más reiteradas del libro Las matemáticas en el cine (Proyecto Sur, Granada, 2006) es la dificultad en localizar películas no estrenadas en nuestro país, que pudieran ser de nuestro interés. Afortunadamente Internet puede facilitarnos acceder a bastante información sobre las mismas, y en ocasiones, hasta nos permite ver escenas y en ocasiones (las menos) el film completo. Este mes, gracias a YouTube, vamos a acercarnos a todo un clásico de la animación que nunca se ha visto en nuestro país, The dot and the line, realizado en 1965 por el conocido Chuck Jones sobre un libro de Norton Juster. Pero quizá sea pertinente primero presentar brevemente a estos señores.

Chuck Jones es una celebridad dentro de la animación comparable a Walt Disney en cuantoChuck Jones a calidad y cantidad de trabajos, pero, ironías de la vida y del marketing, no tan popular. Charles Martin Jones (1912 – 2002) fue un animador, caricaturista, guionista, productor y director estadounidense, vinculado al estudio de animación de la Warner Brothers. Allí fue responsable de gran parte de las series Looney Tunes y Merrie Melodies, que todos hemos visto en televisión infinidad de veces. Trabajó en personajes como Bugs Bunny (El conejo de la Suerte), El Pato Lucas, El Coyote y el Correcaminos, Porky, El Gato Silvestre, etc., que sin ser algunos de ellos de creación propia, los dotó de la personalidad por la que hoy los conocemos. Después de tres décadas trabajando para la Warner, ésta rescindió su contrato en 1962, por un trabajo que realizó con su esposa que fue producido por otra compañía, la UPA (también colaboró para Disney en la realización de La Bella Durmiente en 1960). Funda entonces un estudio independiente que al año se asociaría con otra productora fuerte, la Metro Goldwyn Meyer (MGM), que le encarga nuevos episodios de su famosa serie de Tom y Jerry. Durante este periodo realiza además la película de la que nos ocuparemos este mes, The Dot and the Line: A Romance in Lower Mathematics, que ganó el Oscar al mejor cortometraje de ese año (es decir que la película tiene un interés añadido).

Cuando MGM cierra su estudio de animación en 1970, vuelve a establecerse por su cuenta fundando la Chuck Jones Productions, para la que adapta diversas obras literarias y prosiguiendo las series de Bugs Bunny y el Correcaminos. Al igual que muchas otras leyendas de la animación, Chuck Jones nunca se retiró estando en activo hasta sus últimas semanas de vida. En los años 1990 hasta su muerte, Jones pintaba dibujos animados y parodiaba arte, que vendía en galerías de animación en la compañía de su hija, la Linda Jones Enterprises. Creó también nuevos dibujos animados para Internet (el personaje Thomas Timberwolf), y colaboraciones como la dirección de la secuencia animada de la película de Mrs. Doubtfire (1993). Chuck Jones tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood en 7011 Hollywood Blvd.

Para los amantes de la animación y de los personajes citados, os recomiendo que echéis un vistazo a la página oficial de Chuck Jones que está bastante bien.

En cuanto al autor de la novela en la que se basa la película, Norton Juster, es un arquitecto (muchos miembros de su familia lo son, incluyendo su padre y hermano) que en los años sesenta escribió varios cuentos para niños (también los ilustra) de cierta popularidad (en los EE. UU., por supuesto). También se ha dedicado a la docencia (de la Arquitectura) hasta su jubilación en 1992.  Actualmente vive en Amherst, Massachusetts y sigue escribiendo ganado incluso premios en algún que otro certamen literario.

The Dot and the Line: A Romance in Lower MathematicsHechas las presentaciones, vayamos a lo que nos interesa. The Dot and the Line: A Romance in Lower Mathematics se publicó en 1963. El subtítulo, Un Romance en Matemáticas Inferiores, podríamos traducir, es una clara alusión al subtítulo de Flatland (recordemos, Flatland. A romance in many dimensions), en la que recalca que las matemáticas que van a aparecer son muy elementales (en realidad, lo único que puede llamarse matemático de la película son algunas gráficas de curvas y superficies, y algunas de sus propiedades)

El argumento trata sobre el enamoramiento de una recta (que en la película es una recta de sexo masculino y es de color azul) de un punto (que es de sexo femenino, y coloreada de rojo) que “pasa” completamente de la recta porque la considera aburrida, y prefiere estar con un moderno garabato (de sexo masculino, en color negro). Pero lo mejor es que la veamos. Hay que entrar en:

http://www.youtube.com/watch?v=OmSbdvzbOzY

La película está enteramente narrada por el actor Robert Morley (el orondo hermano de Katie Hepburn en La reina de Africa, entre sus muchos papeles de secundario característico), y como ya hemos dicho nunca se ha estrenado en castellano, así que está en inglés, por lo que para los que tengan alguna dificultad, pasamos a transcribir íntegramente el guión (Tranquilos que la duración es de sólo 10 minutos).

EL PUNTO Y LA RECTA: Un Romance en Matemáticas Inferiores

Érase una vez una sensata línea recta desesperadamente enamorada de un punto.

Eres el principio y el fin, el corazón,  el núcleo y la quintaesencia”, la decía con ternura. Pero el frívolo punto no estaba lo más mínimamente interesada, puesto que sólo tenía ojos para un alocado y descuidado garabato que nunca tuvo nada en la cabeza. Iban juntos a todas partes, cantando, bailando, retozando, holgazaneando, y haciendo  quien sabe que otras cosas.

ImageEs tan alegre, libre, desinhibido, lleno de diversión”, le decía rencorosamente (el punto a la recta sobre el garabato), “y tú eres tieso como un palo, aburrido, convencional, depresivo, frustrante, rígido, pasivo y amargado”.

¿Por qué arriesgarme?”, se decía la recta sin demasiada convicción. “Soy fiable, firme, consistente. Sé donde voy. ¡Tengo dignidad!”. Pero todo esto era un mínimo consuelo para la desdichada recta. Cada día su carácter se agriaba, dejó de comer y de dormir y poco a poco se iba marginando.

Sus preocupados amigos notaban lo delgado y abatido que estaba, e hicieron todo lo posible por levantarle el ánimo. “Ella no es lo bastante buena para ti”, “Le falta profundidad”, “Les da todo igual. ¿Por qué no buscas una buena línea recta y os establecéis?”

Pero apenas escuchaba lo que le decían ya que en cualquier caso cada vez que la miraba le parecía perfecta. Veía cosas en ella que nadie podría imaginar. “Es más hermosa que cualquier línea recta que haya conocido nunca”, se decía entre suspiros.

Y así pasaba el tiempo, soñando con el voluble punto e imaginándose a si mismo como la encarnación de todo lo que ella admiraba: la recta como un famoso equilibrista, como líder en asuntos mundiales, como audaz agente que hace cumplir la ley, como poderosa fuerza en el mundo del Arte o como deportista internacional.

Pero pronto se decepcionó consigo mismo y llegó a la conclusión de que quizá el garabato tuviera la respuesta después de todo. “Me falta espontaneidad, debo aprender a dejarme ir, a ser libre, a responder a un encuentro apasionado”. Pero no encontraba diferencia alguna puesto que no importaba cuanto o cómo lo intentara: siempre acababa con el mismo resultado. Siguió intentándolo y fallando, hasta que, a punto de darse por vencido, descubrió finalmente que con una gran concentración y autocontrol, era capaz de cambiar de dirección y  doblarse hacia donde quisiera.

Así lo hizo, y consiguió.., un ángulo. Y después otro, y otro, y otro. “¡Qué maravilla!”, gritó. Impresionado por sus esfuerzos y con un salvaje brote de entusiasmo, se levantó en mitad de la noche describiendo un amplio catálogo de lados, dobleces y ángulos. “La libertad no es una licencia para el caos”, razonó a la mañana siguiente. “Qué cabeza!”. Y allí mismo decidió no malgastar sus talentos en exhibicionismos baratos.

Durante meses practicó en secreto. Pronto fue capaz de hacer cuadrados y triángulos, hexágonos, paralelogramos, romboides, poliedros, trapezoides, paralelepípedos, decágonos, tetragramas y un número infinito de formas tan complejas que tuvo que dar nombre a los lados y los ángulos para reconocerse.

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Al poco, aprendió a controlar cuidadosamente elipses, círculos y curvas complejas y expresarse en cualquier forma que deseara. “Nómbrala, y yo la haré”. Pero todos sus éxitos sólo los conocía él, así que fue a ver al punto una vez más.

No tienes la menor oportunidad”, oyó al garabato con una voz que sonaba a cañería mal ajustada. Pero la recta, que desbordaba sincero amor y renovada confianza no estaba dispuesta a ser ninguneada ya que se sentía deslumbrante, inteligente, misterioso, versátil, culto, elocuente, profundo, enigmático, complejo y seductor.

El punto estaba impresionada, balbuceaba como una colegiala y no sabía que hacer con sus manos. Se volvió entonces al garabato que estaba amargamente rabioso. “¿Y bien?”, preguntó el punto dándole una última oportunidad. El garabato, cogido por sorpresa, hizo lo mejor que pudo. “¿Eso es todo?”, preguntó el punto. “Me temo que sí”, respondió el desdichado garabato, “lo que quiero decir es que nunca sé que va a resultar. Oye, ¿Sabes ese sobre dos tipos que …?”

El punto se preguntaba cómo no se había dado cuenta de lo melenudo y basto que resultaba, desordenado y sin gracia, como mal pronunciaba su ele (se refiere a la letra “l” de squiggle) y se rascaba la oreja. Se dio cuenta de que lo que ella pensaba que era libertad y diversión no era otra cosa que anarquía e indolencia. “Eres un tan falto de sentido como un melón”, le dijo fríamente. “Indisciplinado, descuidado e inmanejable, insignificante, indeterminado y negligente, fuera de forma, fuera de orden, fuera de lugar y sin suerte”.

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Se volvió entonces a la recta y sigilosamente le besó. “Vuelve a hacer esas entretenidas curvas querido”, le arrulló dulcemente. Y así lo hizo y pronto lo hicieron juntos, y vivieron, si no felizmente para siempre, al menos razonablemente..

FIN.
Moraleja: El botín es para los “vectoriosos”

Comentarios sobre la película

Hay que reconocer que no es sencillo poner en imágenes una historia en la que los protagonistas sean un punto, una recta y un garabato, sin acabar resultando un tostón. En este cortometraje prácticamente todo son figuras o dibujos geométricos, con alguna que otra fotografía intercalada. En este sentido son bastante originales los recursos que se utilizan para mostrar los diferentes sentimientos de protagonistas tan poco habituales: los suspiros de la recta (se ensancha); cuando ésta corteja al punto va cambiando su pendiente acercándose a ella; cuando el punto lo rechaza, la recta se desploma; al acercarse el punto al garabato el paisaje cambia (en la zona de la recta, el fondo es de figuras de líneas rectas como polígonos, mientras que al aparecer el garabato aparecen curvas); la música también cambia pasando a tener mucho más ritmo, es música pop; cuando el punto acorrala a la recta ensañándose con sus defectos, el color del fondo va cambiando (se oscurece) y la pendiente de la recta es la contraria a la escena anterior, retrocediendo; aparece la lluvia y colores muy oscuros para reflejar la depresión de la recta; las rectas amigas que se acercan aparecen con colores distintos y van modificando sus pendientes para indicar barullo, cambian también su grosor cuando hablan; cuando se habla de la perfección del punto el fondo es onírico, idealizado; la trama roja que circunda a la recta cuando ha alcanzado la suficiente determinación y autoestima y se enfrenta al garabato; el sutil beso y posterior “enroscamiento” del punto a lo largo de la recta; etc.

Respecto a las matemáticas, lo único destacable son las figuras geométricas que van apareciendo, pero esto ya nos lo avisa el autor en el subtítulo: el romance se encuadra dentro de matemáticas “inferiores”.

Sin embargo, si la puesta en escena es notable, el guión puede parecer hoy un tanto simple (pensemos que el relato data de 1963), machista (la obnubilada punto se va con el “tío bueno”, y cuando le aburre o no vislumbra futuro con él, no tiene ningún inconveniente en cambiar de pareja), y maniquea. La crítica (norteamericana) ha calificado algunas frases e imágenes de audaces desde el punto de vista sexual: “Iban juntos a todas partes, cantando, bailando, retozando, holgazaneando, y haciendo  quien sabe que otras cosas”; la escena final del beso y sus comentarios (“Vuelve a hacer esas entretenidas curvas querida […] Y así lo hizo y pronto lo hicieron juntos”). Ciertamente hay cierta intención, pero no va más allá de producir una sonrisa.

Lo que quedan muy claras son las intenciones del autor, recordemos, arquitecto de profesión, al que al parecer no le gustaban nada de nada las tendencias artísticas, ni musicales, ni sociales de los años sesenta, que con su relato trató de poner en entredicho. El verdadero arte, nos viene a decir, es el clásico, líneas rectas, ordenadas y elegantes. Nada que ver con las caóticas curvas difíciles de “domesticar” que proponen los holgazanes actuales, cuyo arte se reduce a simples garabatos. La cultura pop, el mundo hippie, sólo pueden llevarnos al desastre, ya que, como el garabato, no saben por donde van a salir, y con el tiempo su salud se resiente (suenan como una cañería desajustada, descompuesta). No obstante el final no es del todo satisfactorio y puede calificarse como realista: “(el punto y la recta) vivieron, si no felices para siempre, al menos razonablemente”. La moraleja final es un juego de palabras un tanto forzado: “vector” suena parecido a “victoria” en inglés, así que planta un dicho que juega con ambas palabras pero que no tiene ninguna relación desde el punto de vista de las matemáticas.

Para los amantes del arte, hay una secuencia en la que aparece una referencia directa a un pintor abstracto, ¿cuál?


Títulos Numéricos

Este mes tocan los diez números siguientes. Recordemos que tratamos de verificar si existen películas que tengan en su título en español todos los números naturales, o si por el contrario faltan algunos. Hasta ahora hemos conseguido todos. Nuestro compañero y ya colaborador habitual en esta sección Julio Zárate nos ha enviado el primer título de los que siguen. En algunos he añadido los que yo tenía.

31: Kilómetro 31 (Rigoberto Castañeda, Méjico,  2006).

32: Un par de zapatos del 32 (Rafael Romero Marchent, España/Italia, 1974).
Julio nos envió el cortometraje Habitación 32: Insectos (España, Jesús Cobo, 2005).

33: Agárralo como puedas 33 1/3: el insulto final (The Naked Gun 33 1/3: The Final Insult,  Peter Segal, EE. UU., 1994).

También servirían:
Matricula 33 (Matricule 33, Karl Anton, Francia, 1933)
Amor Y B-H-33 (Le Tracassin, Ou Les Plaisirs de la Ville, Alex Joffe, Francia, 1961)

34: Milagro en la calle 34 (Miracle on 34th Street, George Seaton, EE. UU., 1947).

O, por ejemplo,
La Alondra T-34 (T-34 Kabopohok, Leonid Kurikhin, Nikita Menaker, Rusia, 1964).
Distrito 34. Corrupción Total (Questions and Answers, Sidney Lumet, EE. UU., 1990).

35: Treinta y Cinco (España, Marc Cistaré, España,  2004).
Julio nos envió 35 Miles from Normal, Mark Schwahn, EE. UU., 1997, pero esta película no se ha estrenado en España y no tiene título en castellano.

36: Treinta y seis horas (36 Hours, George Seaton, EE. UU., 1964).

Las mías:
Treinta y Seis Horas Culpable (Thirty-Six Hours, Montgomery Tully, GB., 1954).
Treinta y Seis Horas de Infierno (36 Ore All'inferno, Roberto Montero, Italia, 1969).
Las Largas Vacaciones del 36 (Jaime Camino, España, 1976).
Las Treinta y Seis Camaras de Shaolin (The Thirty-Six Chamber Of Shaolin, Liu Chia Luang, GB., 1979).
Habitación 36 (Una Mórbida Posesión) (Zimmer 36, Markus Fischer, Suiza, 1988).

37: 37 horas desesperadas (Desperate Hours, Michael Cimino, EE. UU., 1990)

38: Julio nos envió 38, de Wolfgang Glück, Alemania,  1987, que compitió ese año para los Oscars, pero que tampoco se ha estrenado en nuestro país. Pueden valer las siguientes:

Paralelo 38 (Retreat Hell, Joseph H. Lewis, EE. UU., 1952).
Colt 38, escuadra especial (Quelli Della Calibro 38, Massimo Dallamano, Italia, 1976).
Scorchy, la rubia del calibre 38 (Scorchy, Hikmet Avedis, EE. UU., 1976).

39: 39 escalones (The Thirty Nine Steps, Alfred Hitchcock, G.B.,  1935).

Y la española
Treinta y Nueve Cartas de Amor (Francisco Rovira Beleta, España, 1949)

40: 40 días y 40 noches (40 Days and 40 Nights, Michael Lehmann, EE.UU., 2002).

Yo he localizado este mogollón:
De Cuarenta Para Arriba (Julio Roesset , España, 1915)
La vida comienza a los cuarenta (Life begins at 40, George Marshall, EE. UU., 1935)
Alí Babá y los cuarenta ladrones (Ali Baba and the Forty Thieves, Arthur Lubin, EE. UU., 1944).
Ali Baba y Los Cuarenta Ladrones (Ali Baba Et Les Quarante Voleurs, Jacques Becker, Francia, 1954).
Cuarenta años de novios (Enrique Carreras, España/Argentina, 1965).
Cuarenta grados a la sombra (Mariano Ozores, España/Argentina, 1967).
¿Porqué pecamos a los cuarenta? (Pedro Lazaga, España, 1970).
Ali Baba y Los Cuarenta Ladrones (Ali Baba To Yonjupikito Nozoku, Akira Shidara, Hiroshi Daikubara, Japón, 1971). Película de animación.
Cuarenta Quilates (40 Carats, Milton Katselas, EE.UU., 1973).
Cuarenta Grados a la Sombra de Una Sábana (Quaranta Gradi All'ombra Del Lenzuolo, Sergio Martino, Italia, 1976).
Cuarenta Años Sin Sexo (Juan Bosch, España, 1979).

Seguro que más de uno creía que ya no podríamos seguir. ¿Ocurrirá en la siguiente decena?

Un olvido del mes pasado
Respecto a la película La habitación de Fermat, el programa de Buenafuente realizó una entrevista a Santi Millán en la que le preguntaban algunas cuestiones similares a las que aparecían en la película y que él no supo contestar. Como alguna tiene su gracia, las trascribo:
1.- ¿La mitad de dos más dos es tres?
2.- ¿Cómo hacer para que al agregar uno a veinte nos de diecinueve?
3.- Un pastor le dice a otro: “¿Porqué no me das una oveja y así tenemos el mismo número?” El otro replica: “Mejor me das tú una a mí y así tengo yo el doble”. ¿Cuántas ovejas tienen?
4.- ¿Qué es mayor, el 36% de 67 o el 67% de 36?

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