130. El aviso. Matemáticas, ¿dónde?
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Escrito por Alfonso Jesús Población Sáez   
Martes 03 de Abril de 2018

El pasado 23 de marzo se estrenó comercialmente esta película. Las condiciones iniciales prometían mucho, y además, a la mayor parte de medios se les llena la boca hablando de matemáticas en la promoción. Hablamos sobre ella.

El aviso. Matemáticas, ¿dónde?

Ficha Técnica:
Título Original:
El aviso. Nacionalidad: España, 2018. Dirección: Daniel Calparsoro. Guion: Patxi Amezcua, Jorge Guerricaechevarría y Chris Sparling, basado en la novela homónima de Paul Pen. Fotografía: Sergi Vilanova, en Color. Montaje: Antonio Frutos. Música: Julio de la Rosa. Producción: Pedro Uriol. Duración: 92 min.

Ficha artística:
Intérpretes:
Aura Garrido (Lucía), Belén Cuesta (Andrea), Sergio Mur (David), Raúl Arévalo (Jon), Luis Callejo (Lisandro), Antonio Durán 'Morris' (médico), Aitor Luna (Pablo), Antonio Dechent (Héctor), Julieta Serrano (Asunción), Eva Llorach (Madre Sara), Javier Perdiguero (Encargado Supermercado), Juan López-Tagle (Enfermero), Hugo Arbués (Nico).

Argumento

Estamos en 2018. Nico, un niño de diez años, recibe una carta que le advierte de un peligro de muerte. Diez años atrás, en 2008, Jon, un joven obsesionado por las matemáticas, investiga un asalto a una gasolinera en el que su mejor amigo se lleva la peor parte. ¿La razón? No le parece casual que en el mismo lugar se hayan venido sucediendo una serie de atracos con resultado de muerte que parecen tener un patrón común.

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En muchos medios de comunicación se promociona la película aludiendo a las matemáticas. Una pequeña muestra:

Revista Quo: ¿El destino es cosa de matemáticas o entre en juego la casualidad? ¿La repetición de un patrón numérico en el tiempo determina nuestro futuro? Contiene las impresiones del matemático Alberto Enciso.

El País: Las matemáticas no mienten.

El Confidencial: ¿pueden las matemáticas ser culpables de asesinato?

Fotogramas: Para aficionados a las intrigas matemáticas

Y también en blogs en la red, como Un crimen de precisión matemática, etc.

Comentario

Siempre estamos encantados (al menos el que esto suscribe) de encontrar nuevas propuestas de matemáticas en el cine, y que éstas además (por pedir que no quede) varíen las ya existentes e incluso introduzcan nuevos resultados, conceptos y matices que no se hayan planteado ya. Todo porque creemos en que es necesaria una buena divulgación de esta materia, ya que tradicionalmente, y más en nuestro país, las matemáticas no han sido demasiado bien aceptadas, en base fundamentalmente a su “dificultad”, el “elevado número de suspensos” y que “existen otras disciplinas más interesantes”. Todos tópicos absolutamente falsos: el primero porque lo que hay que hacer es tratar de explicarlas de otro modo diferente al algorítmico y mostrando sus aplicaciones prácticas y su interés real; el segundo, relacionado con el anterior y falso también, porque está comprobado que los alumnos de los primeros niveles de la enseñanza disfrutan resolviendo situaciones planteadas adecuadamente (son como un juego para ellos) perdiendo ese interés cuando llegan a la enseñanza secundaria con planteamientos más académicos (que no hay que evitar totalmente, pero sí hacer “de otro modo” distinto al del siglo XIX); y el último porque no ha habido hasta tiempos recientes ni interés por divulgar, ni profesionales preparados adecuadamente en los medios de comunicación (y no sólo en conocimientos, sino también sin prejuicios establecidos). Afortunadamente y, a pesar de todo y todos ellos, las matemáticas están presentes en todas partes (no es una frase hecha: es absolutamente cierto y es demostrable), también en las diversas manifestaciones culturales, el cine y la literatura entre ellas.

Entendido y asumido esto que ya se ha dicho por activa y por pasiva, el siguiente paso es saber de verdad qué son, para qué sirven las matemáticas y dónde se pueden aplicar. Muchos consideran (como el caso que nos ocupa) que simplemente cuando aparecen cifras, números, o palabras utilizadas en las matemáticas, ya están haciendo matemáticas. Y nada más lejos de la realidad (si no fuera así, toda obra estrictamente literaria también sería matemática porque numera las páginas, los capítulos, introduce cifras en sus desarrollos, y estarán conmigo que eso no tiene nada que ver con la matemática, ¿no?). Los números son sólo símbolos, como las letras del alfabeto para la literatura o la historia. Un instrumento, nada más. Sin características maguferas especiales. Y entre estas banalidades se encuentran las casualidades numéricas. ¿Qué tienen de particular, por ejemplo, las identidades numéricas de las imágenes que se muestran a continuación? ¿Algún mensaje oculto de los dioses? Seguro que algún iluminado se lo encuentra, pero no hay tal.

El aviso. Matemáticas, ¿dónde?El aviso. Matemáticas, ¿dónde?

Buscar interpretaciones a casualidades numéricas no es algo nuevo. De hecho, en esta sección, el asunto de la apofenia (ver patrones, conexiones o ambos, en sucesos aleatorios o en datos sin sentido) lo hemos traído a colación varias veces porque en el cine y la televisión es un tema recurrente: recordamos al esperpéntico Jim Carrey detectando el número 23 en todas partes (El  número 23 (The Number 23, Joel Schumacher, EE. UU. 2006); a Maximilian Cohen buscando en los decimales del número π la cabalística secuencia que proporciona el nombre verdadero de Dios y resuelve todo lo habido y por haber en Pi, fe en el caos (Pi, Darren Aronofsky, EE. UU., 1998); cómo los desesperados “supervivientes” de la serie Perdidos (Lost, EE. UU., 2004-2010) están condenados a introducir una secuencia numérica cada cierto tiempo so pena de reventar todo en la segunda temporada; o más recientemente la influencia de la luna lunera cascabelera en los humores hormonados de los habitantes de Perfectos Desconocidos (Alex de la Iglesia, España, 2017). Son cuatro ejemplos, pero los hay a millares, y no exagero, porque los géneros fantástico, de terror y de ciencia ficción llevan ya bastante tiempo inventados, y recurriendo a tópicos y argumentos similares (que sí, que ya sé que no es fácil innovar y proponer algo completamente nuevo, pero hay que intentarlo).

Previamente a la película, leí la novela en la que se basa el guion. Lectura amena, sobre todo descripción de tiempos, lugares, y personajes, acertados y realistas. Uno se identifica rápidamente con la situación. Por momentos uno quiere que se profundice en temas como el acoso escolar, la incomunicación en las parejas, la frustración de no haber podido elegir qué estudiar o qué esposa elegir por imposición familiar, la deficiente atención a los hijos, a sus deseos, miedos, anhelos, etc., y de fondo un misterio del que realmente no estaremos seguros si es real o fruto de una mente esquizofrénica hasta el final. Un relato, en suma, bien construido y llevado, seas o no partidario de este último tipo de temas, que personalmente considero bastante trasnochados y anclados en los relatos de fantasía de los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado, pero que hoy, en un mundo aparentemente más racional (aunque la realidad nos demuestra diariamente lo contrario, en la que incluso personalidades que dirigen nuestras vidas siguen teniendo sus “oráculos” particulares, en lugar de trabajar e investigar más; así de ignorante sigue el patio). Pero al menos la novela tiene algo más, como digo, que puede en un momento dado hacernos reflexionar sobre otro tipo de temas. Cuando se anuncia su traslado al cine, uno inconscientemente piensa (¡¡tantas veces ha ocurrido!!) que de todo ello sólo va a quedar la parida, el argumento de intriga con pretensiones trascendentes sobre la vida y la muerte. Por supuesto, no voy a desvelar nada importante: lo que hay que hacer es ir a ver la película y/o leer la novela, y que cada cual saque sus conclusiones. Pero era necesario dar un voto de confianza.

Al ver el tráiler y leer la publicidad, uno ya empieza a temerse lo peor. ¿Un personaje al que le gustan las matemáticas? El aviso. Matemáticas, ¿dónde?En la novela no lo hay, al menos como en la película. Luego uno se percata de que, no se sabe por qué, en la adaptación cinematográfica cambian los nombres de los personajes. Leo pasa a ser Nico, Aaron se convierte en Jon, la madre del chico pasa de Virginia a Lucía, y su forma de ser y tratar al niño es bastante diferente; además ésta es madre soltera y no hay padre infeliz y dominado, pero al fin y al cabo, se trata de una adaptación, no tiene por qué seguir fielmente el original. Ha sucedido muchas veces entre literatura y cine. Son lenguajes diferentes y por tanto se precisan algunas variaciones. Correcto. Sin embargo el propio tráiler ya mosquea: “¡¡Va a pasar otra vez!!” (respecto al original, vuelvo a remarcar). Tal y como se cuenta, recuerda un poco (mucho en realidad) a lo que sucede en la infame Señales del futuro (Knowing, Alex Proyas, EE. UU., 2009) en la que un profesor de astrofísica tan desquiciante como Jon, “descubre” que unos números  escritos por una antigua alumna del instituto de su hijo que habían introducido en una cápsula del tiempo, han venido prediciendo grandes catástrofes y aún quedan algunas por suceder. En este caso, tiene un enorme pizarrón lleno de cifras en colores. Después la cosa degenera por los extraterrestres, y aquí por el tema de la reencarnación.

En este caso nos encontramos con Jon, el típico personaje un tanto desequilibrado (sus reacciones son imprevisibles, y puede cambiar de estado de ánimo de un instante a otro) que encima le gustan las matemáticas (o sea, lo que todo profesional del medio odia profundamente, primero porque en el gremio el número de personas con alteraciones psicológicas no sólo es idéntico al de otras profesiones, sino que es más bajo que muchas socialmente menos consideradas como freakies; segundo porque ya estamos un poco hartos de los estereotipos de Asperger, psicópatas calculadores, o despistados ausentes. Vamos que, si los matemáticos fueran de esa índole que pintan, no me explico cómo los padres llevan a sus hijos ni al colegio ni a clases particulares). El aviso. Matemáticas, ¿dónde?Como buen magufo que se cree investigador, empieza a percatarse de detalles como que siempre hay el mismo número de personas en la escena de los crímenes, que todos los que lo presencian tienen la misma edad (la que genera la secuencia 10, 21, 32, 42, 53), o que el hecho siempre sucede cada cierto número de años. En la imagen, una foto del escritor de la novela, Paul Pen, tomada de Facebook, mostrando las “complicadísimas” matemáticas en que se ha basado (sumas elementales, básicamente) para pergeñar las fechas (las de la película, diferentes a las de la novela) de un modo aceptable.

Esas cuentas, y algún pantallazo con fórmulas o alguna gráfica elemental que son sólo decorados vacíos sin ninguna relación, es todo lo relacionado con las matemáticas que se presenta. ¿Es esa la idea que la gente tiene de las matemáticas? Mal estamos entonces. En la novela, insisto, más coherente ya que no subraya en ningún momento nada de esta disciplina, se citan por ser la carrera frustrada a la que se hubiera querido dedicar Amador, el padre del niño (del que le ha quedado una afición por la astronomía o jugar a ver matrículas capicúas de coches), y una profesora de geometría analítica que sufrió también bullying en su infancia. ¿Sólo por estos detalles sugeridos a la triada de guionistas se les ocurrió la “feliz idea” del personaje de Jon? ¿No se le ocurrió a nadie asesorarse un poco en lo que realmente son las matemáticas antes de proponer este, para mí, disparate? ¿Han visionado alguna película con trasfondo matemático medianamente serio? Imagino que no, porque es claro el mensaje del profesor de Max en Pi, Fe en el Caos: “Cuando tu mente se obsesiona con cualquier cosa, deshechas todo lo demás y sólo eres capaz de ver esa cosa. 320, 450, 22 o 10. Tú has elegido el 216 y lo encontrarás por toda la Naturaleza. Escucha: en el momento que descartas el rigor científico dejas de ser un matemático para convertirte en un numerólogo". Implícita en esta reflexión está la de que un matemático o alguien que conozca mínimamente su método, cuando trabaja, debe ser ajeno a cualquier asunto que lo condicione, mucho más aspectos personales (como el que atañe a Jon, con lo de su amigo).

Pero es que el escritor de la novela, Paul Pen, lo dice también en su libro: «De nada me sirve que me pongas el resultado correcto del problema si no me explicas cómo lo has hallado», le había dicho el profesor, con los pies encima de la mesa de su despacho. «Hay cosas que sé sin necesidad de entenderlas», había sido la defensa de Aarón. A lo que el profesor había contestado: «Yo creo que a veces te crees más listo de lo que eres. Y ningún hombre de ciencia puede permitirse ese lujo. Corres el riesgo de acabar cambiando la realidad para que se ajuste a tus cálculos, y no al revés».

¿Dónde está el error entonces? El director ha demostrado sobradamente su solvencia en poner en escena thrillers de interés; la novela tiene argumentos que pueden resultar atractivos; los actores son excelentes…. Pues me sabe mal decirlo, porque también han demostrado su competencia en otros trabajos, pero en este caso es meridianamente claro que si las medias no son buenas ni para las piernas, los tríos a la hora de ajustar el guion ha resultado en este caso decepcionante. No se ha sabido (insisto, es mi opinión, y puede estar equivocada) desarrollar las condiciones iniciales, se dejan flecos por todas partes (hay críticos que esto les encanta, que no todo esté diáfano y masticado), se introducen efectos que no son sino pastiches sin relevancia (las polillitas), y todo desemboca en un final bastante mejorable.

Suscribo al cien por cien la conclusión del crítico  Jordi Costa sobre la película: “Calparsoro pone su profesionalidad al servicio de un relato que no crea los suficientes asideros de fe en lo inverosímil para que al espectador le imante el misterio. Da la impresión de que incluso buena parte del reparto tiene serias dificultades para creer en esta historia donde la preservación del enigma no está al servicio de la ambigüedad, sino de una maniobra de distracción para no evidenciar que aquí no hay más que un conjunto vacío”.

Bien, pues extiendan esa misma impresión a las matemáticas presentes. Y después de ver la película, lean la novela, y me cuentan.

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