131. Las matemáticas son estúpidas
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Escrito por Alfonso Jesús Población Sáez   
Lunes 07 de Mayo de 2018

A esta conclusión tan radical llega un joven alumno de primaria. Pero es que la maestra que lo pone al día, no parece explicarse demasiado bien, y tampoco es capaz de rebatir sus argumentos…Y es que hay situaciones que por mucho que pase el tiempo, nunca cambian, o lo hacen mínimamente.

Como ya hemos visto en ocasiones pasadas, el cortometraje es un género sumamente interesante para presentar situaciones sobre las que reflexionar y plantear interesantes debates, sin “perder” demasiado tiempo. Hoy describiremos uno de un gran realizador francés, que no es la primera vez que plantea asuntos matemático-filosóficos, y que seguramente no nos dejará indiferentes (o no debería). No se ha estrenado nunca en nuestro país, pero lo tenemos en internet y ha aparecido en alguna edición de DVD. Empecemos, como mandan los cánones, por su descripción técnica y artística:

Las matemáticas son estúpidas

Ficha Técnica:

Título Original: Véronique et son cancre. Nacionalidad: Francia, 1958. Dirección: Éric Rohmer. Guion: Éric Rohmer, basado en, de. Fotografía: Charles L. Bitsch, en B/N. Montaje: Jacques Gaillard. Producción: Claude Chabrol (no aparece en los créditos). Duración:  18 min.

Ficha artística:

Intérpretes: Nicole Berger (Véronique), Stella Dassas (Señora), Alain Delrieu (Jean-Christophe, hijo de la señora).

Descripción y Comentarios

Digamos que la traducción del título original vendría a ser Verónica y su burro (en el sentido de zopenco, persona que es lenta en entender y/o asimilar las cosas). El corto puede verse íntegramente (está en V.O. en francés) en este enlace.

Después de pasar todos los títulos de crédito, la cámara, que inicialmente está mostrando el suelo de una habitación y un balón, asciende para mostrarnos a un niño dormido sobre una silla de mimbre. Suena un timbre y el chico se incorpora de prisa, aún adormilado. Entra una señora, que le regaña por no estar preparado (“Venga, que es tarde”). Lo acompaña hacia otra habitación en la que el niño entra. La señora va a abrir la puerta. Saluda a una joven que entra. Charlan mientras el niño escucha detrás de la puerta, y lo vemos imitando a las mujeres, haciendo burla de su conversación. Esto, junto con el título, ya nos pone en antecedentes de cómo es el amigo. La chica se llama Verónica, una maestra que va a tratar de poner al día al niño porque en la escuela no va demasiado bien.

La madre llama al chico que ha cerrado la puerta rápidamente, y se hace el pobrecillo cansado. La madre lo mima, lo coloca el pelo, en fin, que vemos que es un niño súper protegido, diríamos que mimado y malcriado. Las matemáticas son estúpidasMientras Verónica observa el entorno, incluso toca un juguete que emite un ruido estridente que la asusta. La madre aparece con el chico que los presenta y se dan la mano. Se sientan en una mesa, el chico coge la cartera del colegio, y la madre le indica a Verónica lo que desea que haga con él, diciéndola que no vacile si necesita ser dura porque es un niño travieso y perezoso. Que no se fie si le dice que no tiene deberes, que lo compruebe mirando la agenda. La madre se va después de advertir al niño que se porte bien y obedezca a la joven (fantástico el zoom que hace el director al rostro del chico: define perfectamente lo que es su personalidad y cuál va a ser su actitud).

Verónica busca en la agenda del niño los deberes que tiene. Y, como no, nos encontramos con las matemáticas. Localiza en el libro del chico lo que está dando (entre medias, podemos ver cómo el chaval tira las cosas al suelo, no para quieto, etc.). Encontrada la página el tema es División de fracciones. El chico no para de molestar haciendo ruidos con el lapicero y todo lo que tiene a mano. Verónica lo reprende varias veces. De mala gana el chico lee el párrafo que la maestra le indica: “Para dividir un número por una fracción, se multiplica el número por la fracción invertida”. Verónica se lo hace repetir en voz alta a ver si ha sido capaz de memorizarlo. Y no, no lo logra. Le pregunta entonces si sabe lo que es la fracción invertida. Él dice que sí, y ella va a probar con un ejemplo concreto. El muchacho saca entonces de su armario una pizarra, unas tizas y un trapo, que tira sobre la mesa. Le dice que escriba un número cualquiera. El chico se lo piensa, pero no se decide, así que Verónica le dice que escriba un 2. Las matemáticas son estúpidasLuego que escriba una fracción. Y vuelve a divagar haciendo como que piensa. Ella se enfada y le indica que no puede ser tan difícil que ponga una fracción, así que le dice que escriba ½, uno sobre dos, le dice, y en medio el signo de división. “Dos dividido entre ½. A ver, ¿qué tienes que hacer?” “¿Multiplicar?”, pregunta Jean-Christophe. “Sí, multiplicar por laPor la fracción…”. Y bueno, responde que por la fracción recíproca. Acaba escribiéndolo ella (ver imagen). Le pregunta que cómo se multiplica ahora, y como no dice nada le explica que se hace dos por dos dividido por uno. Explicitamos el diálogo a partir de aquí porque son interesantes cada una de las intervenciones desde el punto de vista didáctico:

Véronique: ¿Qué hacemos con el uno?

Jean-Christophe: No lo sé.

Véronique: Siempre dicesno lo sé”.

Jean-Christophe: Es que no lo sé.

Véronique: Tacha el uno. (el chico no se decide) ¡Venga! ¡Táchalo! ¿Lo entiendes?

Jean-Christophe: ¿Siempre hay que tachar el uno?

Véronique: En algunos casos. A veces los unos son importantes.

Jean-Christophe: ¿Por qué?

Véronique: Porque…. Es difícil de explicar. Venga, continuemos. Dos por dos dividido por uno es igual ¿a qué? ¿Cuánto son dos por dos?

Jean-Christophe: ¿Cuatro?

Véronique: Por supuesto, cuatro. ¿Lo has entendido?

Jean-Christophe: No.

Véronique: ¿Cómo qué no?

Jean-Christophe: Tú dijiste que no merece la pena entenderlo.

Véronique: Yo nunca he dicho eso.

Jean-Christophe: Sí, sobre el uno.

Véronique: Ya veremos eso cuando tengamos tiempo. ¿Entiendes lo que hicimos para dividir? Vamos, empecemos de nuevo.

Resignada, Véronique borra la pizarra y vuelve a empezar. ¡¡¡Y le pone el mismo ejemplo!!!

Las matemáticas son estúpidasVéronique: ¿En qué piensas?

Jean-Christophe: Que dividiendo por dos nos dé cuatro.

Véronique: No dividiendo, multiplicando.

Jean-Christophe: Es una división.

Véronique: Son fracciones. Para dividir, multiplicas.

Jean-Christophe: Ya, pero

Véronique: ¿Qué?

Jean-Christophe: No sé. Dividimos dos y nos da cuatro. Y cuatro es más grande.

Véronique: Sí, estás en lo cierto. Veamos (Repasa mentalmente las “difíciles” cuentas). Dos multiplicado por dos dividido por uno…, son cuatro. Sí, está bien. Son cuatro. Tiene sentido.

Jean-Christophe: Así que estoy en lo cierto.

Véronique: Tienes razón, sorprendentemente. Sí, es sorprendente. Por supuesto. Es porque…. Bueno, no importa.

Jean-Christophe: ¿Por qué?

Véronique: Porque… ¿Tu profesora no te lo explicó?

Jean-Christophe: No.

Véronique: Entonces no necesitas aprenderlo.

Jean-Christophe: Primero me dices que tengo que aprenderlo, ahora que no… ¿lo entiendes tú?

Véronique: Sí, por supuesto. Pero darte una explicación es complicado. Lo aprenderás en octavo curso.

Jean-Christophe: Pero no se estudia aritmética en octavo.

Véronique: Ya, se explica mediante el álgebra.

Jean-Christophe: ¿Qué es el álgebra?

Véronique: No necesitas pensar en eso ahora. Se sustituyen números por letras.

Jean-Christophe: ¿Por qué?

Véronique: Es así. Es fácil.

Jean-Christophe: No veo porqué. Las matemáticas son estúpidas. No se puede reemplazar unas cosas por otras. Ahora para dividir, multiplicas. Nos enseñan algo, y luego se cambia. ¿Cómo esperan que lo entendamos? Nadie lo entiende, yo tampoco.

Véronique: Las matemáticas se hicieron solo para torturarte…. Pareces triste.

Véronique hace una caricia al niño, pero éste se aparta furioso. Entonces la maestra le dice que siga leyendo el libro: “Para dividir una fracción entre otra fracción, se multiplica… ufff, la primera fracción por la segunda fracción invertida”. “Bueno, ¿lo has entendido”. “No”, es su respuesta. Fundido a negro.

A renglón seguido vemos a la madre prepararse para salir, y antes de irse, pasa a ver cómo van las lecciones. Sorprendentemente todo parece ir bien. Se ha hecho tarde, y tiene que dar la luz. Abraza al chico, agradece a la maestra su esfuerzo, y ésta sigue, en esta ocasión con una redacción de Lengua. Véronique le dice que haga la redacción escribiendo lo que se le ocurra. Él, a nada que escribe, lo tacha, una y otra vez. Ella, mira varias veces el reloj, y ya cansada, se pone un poco más cómoda, descalzándose uno de sus zapatos de tacón. El chico se percata y se pone a echar hacia atrás la silla, meciéndose sobre las patas traseras. En un momento dado, tiene que agarrarse de improviso a la mesa por que casi se cae, asustando a Véronique. Toma su silla y se pone al lado del chico. Le dice que le cuente que hizo el jueves pasado, por ejemplo. Se descalza nuevamente. Jean-Christophe le cuenta que fue a patinar. Cuando Véronique le dice que qué más, el chaval le contesta que simplemente patinó, le escenifica cómo movía los brazos, y rodaba y rodaba. No consigue sacar de él más idea que esa. Le pregunta si le gusta patinar, él responde que sí. “¿Y no se te ocurre ninguna otra cosa?”, a lo que le responde, “¿Y a ti?”. “La redacción te la han mandado a ti, no a mí”, le dice la chica, que viendo que por ahí no saca nada, le dice que hay que volver al principio, a la palabra inicial, al jueves.

Véronique: Entonces, el jueves, te levantas. ¿Eso no te dice nada? Puedes escribir que el sol ...

Jean-Christophe: ¿Pero qué sol? Mi habitación da al norte.

Véronique: Lo principal aquí es el jueves. ¿Esto te dice algo? ¡Jueves!

Jean-Christophe: Por supuesto, que es jueves.

Véronique: No tengo que dártelo todo masticado. Si el caso tiene lugar el jueves, para que puedas estar en la cama un poco más.

Jean-Christophe: No, mi madre me despierta a la misma hora todos los días. Además, la criada siempre se apresura, ya sabes, y siempre con las mismas bromas malas.

Véronique: Está bien, está bien, ¿y luego qué?

Las matemáticas son estúpidasJean-Christophe: Me baño.

Véronique: ¿Y después?

Jean-Christophe: Almuerzo.

Véronique: ¿Y luego?

Jean-Christophe: No lo sé. Me pongo a jugar con el juego de construcción.

Véronique: Y cuando desayunas, y juegas, ¿en qué piensas?

Jean-Christophe: No sé ... sobre juegos.

Véronique: ¿Y nunca pienses en la pista de patinaje?

Jean-Christophe: Si, claro. Me gusta ir rodando.

Véronique: Ya ves, es muy fácil desarrollar un pensamiento.

Jean-Christophe: En cualquier caso, esto no será suficiente para dos páginas.

Véronique: Sí, pero puedes agregar más detalles.

Jean-Christophe: No tengo que inventar todo esto.

Véronique: Pero puedes escribir lo que quieras.

Jean-Christophe: ¿Por qué estamos obligados a escribir en dos páginas lo que se puede acomodar en dos líneas? ¿Para qué?

Véronique: Para aprender a escribir. Saber escribir cartas o hacer informes.

Jean-Christophe: En las cartas se escribe lo que se piensa. Y, no se puede decir que sea necesario escribir todo tipo de tonterías.

Véronique: Sí, pero en algunos casos, se trata de ser más convincente. Necesitas hablar tanto como sea posible. Por ejemplo, durante un discurso.

Jean-Christophe: Mi padre me dijo que los ministros nunca escriben su propio discurso.

Véronique: Pero alguien deberá escribirlos.

Jean-Christophe: En cualquier caso, no seré yo. ¿Por qué nos obligan a hacer cosas que nunca haremos en la vida?

Véronique: Para aprender a trabajar.

Jean-Christophe: El trabajo no es esto. Conrol en el metro no se rompe la cabeza, perforando boletos.

Véronique:  Naturalmente. Pero, ¿y los demás?

Jean-Christophe: Otros hacen lo mismo. Mi padre, por ejemplo, solo firma algo constantemente. Y mira, soy muy bueno falsificando firmas.

Véronique: Sí, como para cualquier tontería, en esto eres muy bueno. Vamos, venga. Escribiremos juntos esta redacción, o de lo contrario, no acabaremos nunca.

Jean-Christophe: Puedes irte, ¿sabes? Nos hemos pasado en mucho tiempo.

Véronique: No, no, prefiero terminarlo. Vamos a…. ¡Vamos!

Jean-Christophe: No te preocupes, no me chivaré. Además, mi madre dijo que puedes irte cuando lo creas conveniente.

Véronique: ¿De verdad? ¿Lo terminarás tú?

Jean-Christophe: .

Véronique: Adiós, Jean-Christophe.

Jean-Christophe: Adiós, mademoiselle. Hasta mañana.

Las matemáticas son estúpidasPor supuesto que el chico, cuando sale Véronique de su casa, no tiene la más mínima intención de acabar la redacción, y lo primero que hace es coger el balón y tirarse al suelo.

Rohmer precisó, cuando se estrenó este cortometraje, que los diálogos estaban basados en conversaciones reales que había escuchado entre alumnos y profesores. Como podemos apreciar, aunque rodado de un modo digamos amble, encierra una visión bastante caustico y sarcástico tanto sobre cómo se debe educar a un niño (madre ausente que deja al niño mucho tiempo solo; da la impresión que con la maestra pretende matar dos pájaros de un tiro: controlarlo y enseñarlo. Aunque da la impresión que el que alguien esté con el chico es más importante que el que realmente aprenda algo), como de los métodos clásicos de enseñanza. Han pasado 60 años, pero, ¿han cambiado algo las cosas? Realmente sí: este “burro” del título, aunque ya se le van viendo maneras de completo desinterés y mala educación, poco tiene que ver con algunos niños a los que hoy deben soportar los docentes de los institutos.

Rohmer filma este corto antes de su primer largometraje. Aunque con ciertas analogías con el cine de Truffaut, ya se aprecian algunos rasgos inherentes a su posterior estilo: profusos diálogos en situaciones absolutamente cotidianas que, a priori, pueden no despertar demasiado interés en el espectador, discusiones casi filosóficas sobre temas también cotidianos, etc. Quizá el papel del azar sea aquí menos relevante, ya que apenas es perceptible. Recordemos que las matemáticas y/o los matemáticos también se aluden explícitamente en Mi noche con Maud y Cuento de verano, en la obra de este realizador.

El personaje de Verónica (con la misma actriz) ya había parecido en el corto Charlotte et Véronique (más conocido por su segundo título Tous les Garcons S'Appellent Patrick) dirigido por Jean-Luc Godard con guion del propio Eric Rohmer. Las matemáticas son estúpidasAmbos trabajaron juntos en varias películas y guiones, aunque llegó un momento en que Rohmer decide trabajar solo, aduciendo que Goddard le cambiaba continuamente sus ideas, líneas, etc. De hecho, es Véronique et son cancre, su primer trabajo prescindiendo completamente de Goddard.

En la imagen aparece un fotograma del corto Charlotte et Véronique (Jean-Luc Godard, 1957), en el que un estudiante de ingeniería (bastante pesadito por cierto) se trata de liar con todo lo que lleve faldas, dando la casualidad de que lo hace a la vez con dos compañeras de apartamento, aunque finalmente no tendrá lugar el conflicto que espera el espectador después de haber quedado con ellas a la misma hora el mismo día.

Concurso del Verano

Como ya viene siendo costumbre, llegado el mes de junio os plantearemos esta propuesta en la que hay que descubrir una película (o películas) enigma a partir de las pistas que se dan y de algunos ejercicios de matemáticas y/o de ingenio. Como también viene siendo habitual, no aparecerá hasta finales del mes de junio (se tarda en preparar, y estas fechas son épocas de final de curso, exámenes, etc.). Muchas gracias por vuestra comprensión e interés.

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