54. (Noviembre 2011) Matherrhythm en Maths Week Ireland 2011
Imprimir
Escrito por Gutxi Céspedes, Giovanna Farigu y Paco Gómez   
Jueves 10 de Noviembre de 2011

El número de noviembre vuelve a hablar de Materritmo no tanto por la obra en sí como por la experiencia de Maths Week Ireland 2011. Como anunciamos en el número pasado Matherhythm, la versión inglesa de Materritmo, se presentaría en el evento de divulgación matemática Maths Week. La acogida de la obra ha sido formidable y las enseñanzas que hemos sacado nosotros, valiosísimas. En esta crónica –una suerte de diario subjetivo y algo literario- contamos la experiencia.

Maths Week Ireland 2011

El mundo que conocemos –incluso el que soñamos- se desmorona. Se deshace por momentos, de modo inexorable, con vieja tristeza. Unos, los descreídos, llevan tiempo advirtiéndolo. Otros, los más, no son conscientes, tal es el embrutecimiento al que les someten. Otros, los menos numerosos pero más aguerridos, lo saben y están resueltos a pasar a la acción. Jirones de negras nubes flotan confiados entre el gentío, acariciando sus cabezas como lenguas viperinas, a la vez que omnipresentes altavoces y pantallas escupen anuncios, ofertas, gangas, reclamos, músicas estomagantes, voces chillonas –siempre comprar antes que pensar-. A pesar de ello, de la narcosis comercial, se habla mucho de la oscuridad. Los taxistas predican el advenimiento de los malos tiempos con los dientes apretados. Los políticos lucen sonrisas grotescas y miran absortos y babeantes a la cámara más cercana. Los parados se pasean con la mirada perdida, con extrañas veladuras en las pupilas. Los empleados sudan gruesas gotas de tinta y vigilan por encima del hombro con el temor del muerto en vida. Aún así, a pesar de estos tiempos de negra brea, de plúmbeas tinieblas, todavía se puede percibir un leve claro, casi como un espejismo. Entre los jirones de negras nubes, se cuela una luz naranja, débil, como una vela solitaria. Algunos, los menos, aún siguen luchando. Cuando nuestros niños y jóvenes crecen entre consumismo y alienación televisiva, algunos, los menos, los creyentes firmes en el conocimiento y la razón, se aferran a la única verdad: las matemáticas. Matemáticas como estandarte de libertad. Matemáticas como símbolo del renacimiento de una sociedad en decadencia. Un destino mejor por la senda de las matemáticas. Algunos, los menos, pero pronto los más, aún se preocupan de que nuestras mentes sigan trabajando para que abandonemos el abismo del conformismo y abracemos el reto del razonamiento.

Esa luz tenue, anaranjada, esa brecha en la negra brea es Maths Week. Esos creyentes –guerreros, diríamos- se conjuran en un sótano silencioso de Dublín el día 14 de octubre de 2011. Los más veteranos recuerdan las hazañas de ediciones anteriores. Los nuevos saborean la ocasión por primera vez. Matemáticas en cada palabra. Pasión por enseñar en cada mirada. Ganas de divertirse en cada gesto. Matemáticos entrañables, intrépidos, cómicos, firmes, confiados, humildes, de vena mágica o musical, todas las formas de matemáticas son válidas... Todos con el objetivo común de extender la buena nueva: las matemáticas están en todas partes, nos hacen la vida mejor y son divertidas.

Al día siguiente, los matemáticos toman una de las principales calles peatonales de la capital irlandesa, el cruce entre South King Street y Grafton Street. He aquí su panoplia: juegos matemáticos, puzzles, malabares, laberintos, ritmos, nudos, acertijos, risas espontáneas y efusivas, origami, circo, matemagia... El frío y la lluvia azotan a los soldados de las matemáticas, que firmes en su causa, no ceden hasta que el público responde. La gente demuestra que está preparada para escuchar algo más que anuncios. Se paran, atienden, sonríen, piensan... ¡Sí, piensan! La negra brea retrocede asustada ante la aún titilante luz naranja. Todo un reto. Piensan y, además, lo hacen con entusiasmo.

En las calles de Dublín, luchando contra la negra brea

Empieza la cuenta atrás de una semana que promete ser muy intensa. El ejército se dispersa. Cada soldado, uniformado con el polo azul de Maths Week, es enviado a un remoto lugar del país para extender la buena nueva.

Los soldados venidos de España –Giovanna, Gutxi y Paco-, protagonistas de esta crónica, presentan Matherhythm, una obra cómico-matemático-musical. Su primer destino es Carlow. Tras un pequeño viaje cargados con instrumentos musicales, cuadernos gigantes, trajes y ordenadores, llegan a esa acogedora ciudad. Descubren con sorpresa que debido a un error Matherhythm se ofreció a un público demasiado joven para comprender los conceptos matemáticos que ahí se desarrollan. No problem! Se sientan alrededor de una mesa redonda y, con entusiasmo, hacen lo que mejor saben: pensar, crear, imaginar...

Bocetos de Rhythms at Liza's

Unas horas después dejan rematada una obra infantil Rhythms at Liza’s, que cuenta la historia de Liza, una niña que se despierta por la mañana y va llamando a toda la familia para el desayuno. Cada personaje está asociado con un ritmo musical obtenido mediante divisiones y principios de distribución matemáticos. El resultado: más de cien niñas absortas con el relato que Giovanna interpreta magníficamente, aderezándolo con certeras improvisaciones, junto con el indispensable apoyo teatral y musical de Paco y reforzado estéticamente por los soberbios dibujos que Gutxi crea en la pizarra en tiempo real. Carlow fue nuestro primer gran desafío y la Askea Girls School nuestro particular laboratorio matemático-musical-artístico. (La luz naranja brilla con fuerza.)

Rhythms at Liza's y Matherhythm en la Askea Girls School

Aunque remolonea, la luz desgarra una fría mañana. De nuevo en Dublín nos dirigimos a la Froebel College of Education. Un salón de actos repleto de jóvenes estudiantes nos miran expectantes, con curiosidad mal disimulada. Paco y Giovanna bailan la música inicial y les hacen reír con el gag de los aplausos. Gutxi, agazapado tras el ordenador que controla la proyección, escucha sin pestañear, atento al instante preciso en que pasar el siguiente audiovisual. La obra va evolucionando en el tiempo y adquiere un carácter orgánico, de verdadero ser vivo. Giovanna se desvive interpretando su papel. Abraza cada frase y se la envía a cada persona que está allí escuchando (La luz naranja). Paco disfruta cada segundo de la charla. Se sonríe cada vez que un concepto nuevo brota en la pantalla. Se jacta con los momentos serios de la presentación, que son patadas a la enseñanza clásica y aburrida de las matemáticas. Los materrítmicos, cómplices, disfrutan con lo que hacen y, con una reverencia, saludan una forma desenfadada, pero sólida, de entender las matemáticas.

Al término de la sesión, un hecho sorprende al trío de Matherhythm sobremanera. Una periodista del Irish Times, uno de los principales periódicos de Irlanda, les pide una entrevista y permiso para grabar la actuación. Un hecho inconcebible en su España natal; esto demuestra que en Irlanda hay medios de comunicación que prestan atención a noticias que suponen una mejora para la sociedad y no a frivolidades.

Nuestra actuación en el Froebel College of Education (grabado y editado por The Irish Times).

Un noche de sueño reparador, un desayuno majestuoso engullido con voracidad y on the road again. Rumbo a St. Michael's National School, Dublín. Un gimnasio con suelo de parquet. Un aroma de madera vieja. Cortinas gigantes y oscuras retorcidas en las esquinas. Banquillos de madera apilados. Un proyector solitario en mitad de una fría cancha de baloncesto. Frío. Frío irlandés, del que despabila el alma; frío que entra por la puerta que da casi directamente a la calle. La proyección, torcida, se superpone sobre cuerdas, radiadores inertes y sobre el amarillo ajado de las paredes. El altavoz del ordenador ruge con todas sus fuerzas, que en realidad son pocas. La música de la introducción suena y los dos materrítmicos saltan sobre el parquet. Ya no hay frío. Los conceptos matemáticos vuelven a brotar de sus gargantas. Los conceptos musicales vienen después y más de 70 niñas se quedan atónitas absorbiendo definiciones y propiedades. Ya no hay frío físico, sino calor intelectual, provocado por el fogonazo de la comprensión (¡La luz!). Las profesoras no pueden evitar sorprenderse cuando las matemáticas se enroscan en la música y se muestra la verdad oculta del ritmo. Culminamos con el concierto de campanas que nos caracteriza y con los juegos de palmas. Las niñas entusiasmadas vuelven a sus clases, con un revuelo en su interior. Nosotros recogemos el atrezzo con la certeza de que hemos causado honda impresión en otros dos numerosos grupos de mentes jóvenes. Sí, infectando sus mentes con el amor por las matemáticas y la certeza de que estas son divertidas.

Matherhythm (la escena de las sombras) en Saint Michael's School

Sin dejar que la tarde caiga sobre nosotros, el tren arranca con el toque de silbato y una suave sacudida. Destino: Cork. Una gentil población aguarda a los tres de Matherhythm. Por el camino, disfrutamos leyendo el artículo que la periodista del día anterior hizo sobre nuestra labor; véanse las referencias más abajo.

Noticia

Nuestro trabajo en Matherhythm recogido por el The Irish Times

Cuando llegamos a la recepción del Tyndall National Institute, en Cork, una sensación de irrealidad hizo presa de estos tres soldados. Cristaleras de varios metros de altura desnudan a nuestra vista fabulosos laboratorios de investigación sobre nanotecnología dirigidos por brillantes mentes. Lugares como aquel parecen no existir hasta que te encuentras en sus entrañas. Personas de la calidad de nuestra anfitriona, Aoife, tampoco son fáciles de encontrar. Un entusiasmo, una resolución y una profesionalidad sólo comparables al valor humano de uno de los doctores, David, que se sentó a nuestro lado en el descanso de la actuación y nos hizo todo tipo de preguntas, demostrando el más genuino interés. Profesionales realmente entregados a la causa de las matemáticas (La luz naranja refulge.). Tras una mañana de incansable brío, otras 100 mentes infectadas con el virus del saber matemático oculto en la música.

Abandonamos Cork con la sensación de haber hecho algo grande allí. Y sin dejar llegar a la noche, nos embarcamos en un taxi para asistir a la charla de otro matemático. Porque Maths Week no es sólo dar, también es recibir. El intercambio de conocimiento es la base fundamental para el progreso y debemos trabajarlo cada día. Tras la charla, un encuentro con muchos de los matemáticos mensajeros. El esfuerzo intelectual de seguir los argumentos de los compañeros es agotador y, a veces, estas reuniones te dejan exhausto.

Sueño reparador para conquistar de nuevo Dublín. En esta ocasión el O'Reilly Theatre, perteneciente al célebre Belvedere College, donde James Joyce estudió. Un teatro enorme, con gran capacidad técnica, con una pantalla gigantesca, con un buen aforo. Dos grupos de muchachos, con las hormonas a flor de piel, y algunos con ganas de jaleo y boicot. No nos arredramos: los materrítmicos salimos al escenario a dejarnos la piel, convencidos de que el mensaje es tan importante que merece la pena las dificultades. Algunos muchachos arman alboroto, pero con sólo ver la cara de algunos, boquiabiertos y ojialegres, tratando de seguir el hilo intelectual de la obra pero también riéndose a mandíbula batiente, ya sabemos que nuestra tarea ha dado frutos. (La luz naranja se abre paso.)

OReilly

En el teatro O'Reilly, en el Belvedere College, en Dublín

Esa misma tarde, arrastramos el cuaderno gigante por la ciudad hasta la Science Gallery of Dublin. El cuaderno que sustituye a la proyección en los lugares sin medios tecnológicos. Primero, asistimos a la magnífica charla de un colega de Maths Week, Chris Budd, acerca de las matemáticas en el zoo. Con la mente aún llena de entusiasmo por la charla de Chris, actuamos durante el aperitivo posterior con los ritmos y el secreto de números de Matherhythm. Nos siguen dos geniales matemagos, Andrew Jeffrey y Fernando Blasco, que nos enseñan y divierten a rabiar. Fue una velada inolvidable.

ScienceGallery

Actuación en la Science Gallery de Dublín

Con 14 shows en 8 días a nuestras espaldas (véase el recorrido aquí), todos los matentusiastas cogemos la carretera hacia Belfast. Conquistamos sus calles por un día, para acabar Maths Week con la gente de la calle, con los que realmente tienen la oportunidad de cambiar las cosas. El mundo lo hacen los que viven en Él, aquellos a quienes no se les dicta lo que hay que hacer. Nosotros hemos trabajado de manera voluntaria e incansable para ofrecer un arma que realmente funciona. Las matemáticas son la clave para organizarnos, para desarrollarnos, para entendernos. Los taxistas, los comerciantes, los parados, los empleados... todo el mundo necesita las matemáticas en su vida, aunque nunca lleguen a darse cuenta siquiera. Maths Week no es una semana. Maths Week se vive todo el año. Los soldados de polo azul y otros muchos más trabajan cada día para hacer llegar los números y sus asombrosas relaciones hasta los rincones más insólitos de nuestras vidas. Todo camino empieza con un paso, con una pequeña luz naranja. Maths Week es ese pequeño paso, esa pequeña luz.

La última actuación, en Belfast

Referencias

 
Volver