116. (Abril 2017) "Las ciencias y las humanidades (edición de Francisco González Fernández)", de Henri Poincaré
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Escrito por Marta Macho Stadler (Universidad del País Vasco)   
Viernes 28 de Abril de 2017

Acaba de publicarse en KRK Ediciones el magnífico texto Las ciencias y las humanidades de Henri Poincaré.

"Las ciencias y las humanidades (edición de Francisco González Fernández)", de Henri Poincaré

Les sciences et les humanités (L’Opinion, París) es un texto publicado por el matemático francés el 18 de noviembre de 1911. En esta edición, Francisco González Fernández, enamorado y estudioso de la obra de Poincaré, traduce el texto original y lo analiza en una magnífica introducción, que en nada desmejora el discurso posterior del científico.

En la contraportada, la editorial presenta esta singular publicación del siguiente modo:

Malos tiempos para las humanidades. Arrinconadas por materias instrumentales, las letras encuentran difícil acomodo en un mundo de pragmatismo galopante. En la llamada «sociedad del conocimiento» nada parece más ocioso que el saber.

Hace más de un siglo, Henri Poincaré quiso manifestar su negativa a desterrar las humanidades. Si ya resultaba insólito que un matemático de su talla saliera en defensa de estas disciplinas, su argumentación no puede ser más original. En Las ciencias y las humanidades, Poincaré sostiene que el conocimiento de las lenguas clásicas no sólo beneficia a todos los hombres, sino muy en particular a los hombres de ciencia. La traducción del latín se le antojaba como el medio más idóneo para adquirir la mirada analítica necesaria al ejercicio de las matemáticas. Poincaré hablaba con conocimiento de causa, pues la traducción irriga el conjunto de su obra científica y divulgativa.

Este breve ensayo, publicado unos meses antes de su muerte, bien puede por tanto ser considerado como el testamento humanista de uno de los matemáticos más ilustres de todos los tiempos. Un legado que tiene hoy más vigencia que nunca.

En su introducción, Francisco González Fernández califica el ensayo del matemático como ‘una de las apologías más originales que se hayan hecho nunca de las lenguas clásicas’ (página 33).

En efecto, Poincaré defiende la traducción de las lenguas clásicas como un modo de ‘dominar los matices que puede expresar el lenguaje’ (página 36), un modo de aprehender sutilezas en los escritos, de estimular el espíritu creativo, ése tan necesario para cualquier persona que se dedica a la ciencia.

El matemático francés, tal y como Francisco González Fernández recalca en su introducción, piensa la traducción como un ejercicio creativo, sujeto a unas reglas precisas, que permite ‘transportar’ el discurso de una lengua a otra. Los diferentes idiomas no comparten palabras ‘universales’, por ello, los obligatorios matices elegidos en el proceso de una traducción conllevan concienzudas reflexiones, a la vez que agudas interpretaciones. El adiestramiento en estas aptitudes, defiende Poincaré, es esencial para cualquier profesional de la ciencia: la representación del mundo con diferentes ‘geometrías’ es en realidad un ejercicio de traducción, en el que es preciso transportar las propiedades de un lenguaje ‘geométrico’ a otro.

Francisco González Fernández alude a una bella reflexión de Agustín Fernández Mayo ‘Traducir es perder cierta información para generar otra’, mencionando a la topología –una de las disciplinas impulsada por Poincaré– como un mecanismo ‘de traslación’ similar en la matemática.

Poincaré defiende en su alegato que la traducción –directa e inversa– puede ayudar a ‘mirar’, a ‘observar’, a ‘descubrir’ matices que podrían pasar desapercibidos en una única lectura.

Termino con una cita extraída del ensayo de Poincaré, una bella manera de definir la ciencia:

Intento averiguar cómo hay que proceder para formar científicos. […] La ciencia ha tenido aplicaciones maravillosas, pero una ciencia que sólo tuviera en cuenta las aplicaciones dejaría de ser tal, sólo sería cocina. No existe más ciencia que la ciencia desinteresada.

 
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