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A vueltas con la educación
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El País, 23 de julio de 2003
País Vasco, Única, pág. 2 - Opinión
JAVIER UGARTE La educación ha perdido todo valor e interés para quienes la reciben. A quienes no son muy aptos para ella, se les trata como a becerros un tanto alocados pero "a recuperar" para la lidia -que nunca existirá para ellos, y lo saben-. Esto requiere toda la atención del profesor-torero-entrenador. Mientras, a los más aptos, se les deja que se aburran con explicaciones elementales sobre el carácter circular del ruedo o el color del capote. (Perdonen esta digresión meta-taurina). Por conveniencias del guión laboral, un psicólogo puede acabar dando Historia, y un químico, Matemáticas. Si a esto le añade usted unas teorías de psicología constructivista vulgarizadas, encontrará que todo se convierte en un galimatías insoportable.

Las Matemáticas se convierten en teoría de conjuntos (que es como el lenguaje software de la informática; una tontería o algo realmente complejo) o en el límite de una función cuando "x" tiende al infinito. Es decir, materia inútil y banal para los que no vayan a especializarse (la mayoría) pero sobre cuya fascinación somos responsables todos: ¿qué has sacado en mates, Jaimito? Las humanidades, todas ellas, son marías que se van aprobando sin demasiada dificultad, a pesar de su complejidad (¿acaso es más difícil de comprender la etología del pingüino, o la teoría de Arquímedes, que la historia de la humanidad en el siglo XVIII?); materias que están antes en el debate político que en el académico.

La Historia, crítica por definición, se va sustituyendo en las escuelas por la memoria, siempre complaciente con algún poder. La Física parece una prolongación de la Química, cuando la primera es nuestra herramienta para conocer la materia y el Universo, mientras que la Química se asemeja más a la farmacología. Ni en Alemania ni en Gran Bretaña ocurre esto. En resumen: un caos. Y, mientras tanto, el debate nacional es si debe o no darse Religión en las escuelas.

¿Qué decir de los profesores? Desmotivados, desinformados por teorías abstrusas, impotentes (como no puede ser menos) para sacar adelante al cien por cien de los becerros, mal pagados, mal considerados, inmersos en mezquinas peleas corporativas. ¿Puede permitirse un Estado, un país, tener un cuerpo civil tan desatendido y tan apto para la rapacería de todo tipo de oportunistas y especuladores del desorden organizado, que penaliza de esta manera al profesorado realmente preparado? Creo que no. Acaba de publicarse un Informe al Senado sobre la situación de las Ciencias y las Matemáticas en la enseñanza en España. Muy negativo, naturalmente, y confirmado por las notas de la selectividad de este año (incluido el País Vasco). Convendría otro informe de las mismas características por parte de especialistas en Ciencias Humanas y Sociales. (Y una mano más dura por parte de los correctores de estas especialidades a todos los niveles.)

Un país, desde la segunda transformación industrial (finales del siglo XIX en Alemania y EE UU), o aun antes, es en el concierto internacional lo que su sistema educativo sea en el concierto interno, lo que sea capaz de ofrecer a su gente. Y no entro en apreciaciones morales sobre lo que es la paideia o la ilustración de nuestra ciudadanía, tema también importante, pero fuera de este debate. La producción y su calidad depende de la cualificación general, y subrayo esto. Quien deba trabajar en la precisión y calidad de una tuerca, deberá saber de mecánica y aleaciones como nadie. Sobre derivadas y límites, deberá saber un ingeniero de caminos. Las Matemáticas deberán enseñar a todos a tener una mente racional y capaz de abstraer numéricamente los hechos físicos. Y la Historia no deberá ser un cúmulo de "lugares de memoria" (Viva España, Aúpa el Athletic, o Gora Euskalherria), sino ese saber crítico que nos enseña a comportarnos con criterio en sociedad y ante los debates públicos.

El sistema educativo está hecho unos zorros. Hoy lo señalan los matemáticos, mañana lo pueden señalar los filósofos. Va siendo hora de hablar de cosas serias en lugar de hablar de Religión o de estatus de libre asociación

 

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