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Matemáticas: más y mejor
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La Vanguardia, 2 de Octubre de 2003
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CARLES CASACUBERTA VERGÉS NO SE ENTIENDE QUE asignen tres horas a la semana de Matemáticas en Catalunya cuando en la mayoría de las comunidades imparten cuatro

Proclamar que la enseñanza de las matemáticas va de mal en peor no es ninguna novedad. A mediados de julio se dieron a conocer las cifras de prematrícula en Matemáticas y Estadística en las universidades catalanas y se constató que no había precedentes por lo exiguas. Un par de semanas antes ya había causado una enorme preocupación la noticia de que la nota media de matemáticas en la selectividad había sido de 3,85 sobre 10 en Catalunya. En febrero los medios de comunicación difundieron ampliamente que sólo un 43 por ciento del colectivo estudiantil catalán de 14 años alcanzaba las competencias mínimas marcadas por la Generalitat.

¿Qué está pasando? No es razonable pensar que los profesores de matemáticas se hayan puesto todos de acuerdo en hacer mal de repente su trabajo. Creemos que corresponde a los responsables políticos del sistema educativo tomar la iniciativa en el análisis y corrección de este declive. No se ha cuestionado, que sepamos, el contenido de los temarios de matemáticas en la enseñanza secundaria. Lo que se ha repetido hasta la saciedad es que tres horas semanales de Matemáticas no bastan para impartirlos. Y es aún más serio e incomprensible que se asignen esas tres horas a las matemáticas en Catalunya cuando en la mayor parte del Estado español se están impartiendo cuatro horas de Matemáticas por semana.

De hecho, el problema de la bajada de nivel en la formación del alumnado no es exclusivo de las matemáticas, ni lo es de Catalunya. El Senado aprobó el 13 de mayo un informe sobre la situación de los estudios científicos en los centros de secundaria, promovido por las sociedades estatales de física, matemáticas y química. En ese informe se concluyó que el sistema educativo debe apuntalarse urgentemente por la parte de ciencias, con diversas actuaciones. Es paradójico y desafortunado que, precisamente cuando tanto el Ministerio de Ciencia y Tecnología como el DURSI están aumentando sustancialmente los presupuestos dedicados a la investigación, se esté socavando el acceso del alumnado a las carreras científicas a consecuencia de carencias evidentes y seguramente evitables de la enseñanza secundaria obligatoria.

Intentemos profundizar en el análisis del problema y sus causas. ¿Por qué los alumnos no se sienten suficientemente motivados por las matemáticas? No creemos que éste sea un fenómeno nuevo. El aprendizaje de las matemáticas requiere muchas horas de trabajo personal y exige razonar. Esto es difícil y siempre lo ha sido. Ahora y antes, los jóvenes eligen el camino que consideran óptimo, en términos de equilibrio entre esfuerzo y expectativas, para sus posibilidades de futuro. Sólo optarán por dedicar una parte de su tiempo a lo que les resulta difícil si están convencidos de que les será útil. Tal vez esté fallando la manera de transmitirles que las matemáticas, como la lengua, son una materia instrumental. El camino para convencer a un chico o una chica de que vale la pena aprender matemáticas es mostrarle la fuerza de las herramientas formales para analizar problemas de la naturaleza o de la sociedad y tomar decisiones a partir de ese análisis. Las matemáticas y la lengua son componentes fundamentales de la formación, puesto que configuran la capacidad de pensar y de expresarse correctamente, y constituyen los pilares de otras formas de conocimiento y del acceso a un gran número de carreras universitarias.

Aquí entra de lleno la responsabilidad de los gestores del sistema educativo y de los profesionales de la docencia. En las pocas horas semanales de matemáticas disponibles se está pidiendo a los profesores que suministren al alumnado una amplia cantidad de conceptos y que les enseñen a manejarlos. Parece obvio, a la vista de los resultados, que las horas no dan para tanto. Cabe esperar que en este inicio de curso se retomará la polémica y los responsables políticos pondrán en marcha algún programa de actuación. Cuando todos los indicadores apuntan hacia la misma dirección y los profesionales de la enseñanza comparten una inquietud unánime, hay que reconocer que algo va mal y proponer soluciones.

C. CASACUBERTA, presidente de la Societat Catalana de Matemàtiques, filial del Institut d,Estudis Catalans

 

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