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Suspenso en mates
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La Vanguardia, 5 de Julio de 2003
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- LA nota media de Matemáticas entre los alumnos que han aprobado los exámenes de selectividad ha sido del 3,85, la más baja desde que se implantaron estas pruebas para los alumnos de la enseñanza secundaria obligatoria (ESO). Esa media fue aún más baja en el caso de las Matemáticas aplicadas a Ciencias Sociales, que se quedó en un 3,60, mientras que en otras disciplinas científicas, como la Física y la Química, los resultados han sido asimismo muy discretos.

Sin que quepa -por prematuro- dramatizar estos datos, resulta como mínimo tentador ligarlos con el tradicional déficit de la investigación española. Sin una cierta fluidez en el manejo de los números y las suficientes horas de laboratorio en la etapa preuniversitaria, es muy difícil adquirir las bases sobre las que se desarrollarán las enseñanzas en las facultades de ciencias y escuelas de ingeniería y arquitectura.

La publicación de estas notas coincide con un informe de la ponencia del Senado sobre la situación de las enseñanzas científicas en la secundaria presentado hace escasas fechas, que subrayaba un hecho preocupante. Gracias al efecto de compensación de otras materias, más de la mitad de los alumnos de la opción científico-técnica del bachillerato puede acceder a las facultades de ciencias. El resultado lógico es que el primer curso en muchos de estos centros se convierte en una auténtica escabechina, con la consiguiente desmotivación de muchos estudiantes y su orientación, poco menos que obligada, hacia otras carreras. Las reales academias de Matemáticas, Física y Química también han expresado su alarma.

La consellera de Ensenyament de la Generalitat, Carme Laura Gil, ha atribuido parcialmente este déficit científico a un currículum preuniversitario muy cargado de materias optativas. Un barniz superficial en disciplinas relacionadas con algunas ciencias sociales o las nuevas tecnologías rara vez constituye una introducción adecuada, al tiempo que resta horas a enseñanzas más básicas y fundamentales.

La experiencia demuestra que la inquina que algunos estudiantes desarrollan hacia materias como las Matemáticas o la Física no responde a una pretendida incapacidad genética, sino a una pedagogía inadecuada. En este sentido, el aumento de los contenidos de ciencias en la formación de los propios enseñantes, tal como sugiere el informe de la ponencia del Senado, se revela ineludible.

 

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