Barinaga Mata, José (1890-1965) |
Escrito por Elena Ausejo (Universidad de Zaragoza) | |||||
José Barinaga Mata nació en Valladolid el 2 de mayo de 1890, hijo de Tomás y Micaela, pero fue en Salamanca, en cuya Audiencia provincial ejercía su padre como fiscal, donde cursó sus estudios primarios y secundarios. Existe constancia no sólo de las discretísimas calificaciones que obtuvo en el Bachillerato cursado como alumno oficial en el Instituto Fray Luis de León entre 1900 y 1906 –aunque no pagó el título hasta el 17 de mayo de 1913–, sino también de sus estudios de violín en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy. Aunque parece ser que su padre se habría trasladado a Madrid en 1906, no se conoce rastro de la actividad de Barinaga hasta ser citado entre 1911 y 1915 como alumno de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid en las páginas de la Revista de la Sociedad Matemática Española, donde muestra sus prometedoras aptitudes matemáticas en la constante resolución de cuestiones y problemas no elementales sin que ello determine el encauzamiento académico de su actividad matemática. Aunque se desconocen sus motivos y circunstancias, se atribuye a la creciente dedicación a la enseñanza privada del joven Barinaga –que a la sazón acaso fuera brillante, pero desde luego ya no era, ni mucho menos, precoz– el hecho de que la obtención de su licenciatura matemática –ahora ya con excelente expediente– se dilatara hasta ¡1926! –se dice que por el personal empeño de Luis Octavio de Toledo–. Seguidamente cursa el doctorado y en 1929 defiende su tesis y gana el primer premio extraordinario de doctorado1.
Ahora sí que su carrera matemática estaba encarrilada: en 1927 es nombrado, tras los correspondientes ejercicios, auxiliar de Análisis Matemático 2º en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central, en 1930 gana la Cátedra de Análisis Matemático 1º y 2º cursos de la Universidad de Barcelona –a la que también concurría José Mª Orts, entonces catedrático de Análisis de la Universidad de Santiago–, en 1931 gana la cátedra de Análisis Matemático 1º de la Universidad Central de Madrid dejada vacante por la jubilación de Luis Octavio de Toledo.
Por otra parte, desde el curso 1927-28 aparece mencionado como colaborador en los coloquios matemáticos organizados por el Laboratorio y Seminario Matemático de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas a iniciativa de Esteban Terradas, nombrado catedrático de Ecuaciones Diferenciales de la Universidad Central por el gobierno de la dictadura de Primo de Rivera en 1928 y director del Laboratorio –junto a José Mª Plans y Freyre y Álvarez Ude– desde 1930. Seguramente no sea ajeno a esta segunda coincidencia de Terradas con Barinaga el gran interés por el tema de las ecuaciones diferenciales que se observa en estos coloquios: recordemos que también en torno al tema de las ecuaciones diferenciales, con motivo de la tesis de Barinaga, se había producido la primera coincidencia. La tercera y fatal –en diferente medida para ambos– se produciría en 1932, con motivo de la oposición de Terradas a la cátedra de Ecuaciones Diferenciales de la Universidad Central de Madrid.
Como es bien sabido –el detalle de los hechos fue escrupulosa y documentalmente relatado por Cuesta Dutari en su necrológica de Barinaga–, Terradas no obtuvo la cátedra –a la que concurría en solitario– y volvió a Barcelona, pero tanto él como todo un sector de la comunidad matemática española tomó el resultado de esta oposición no sólo como un fracaso, sino incluso como una humillación2. Desde luego el minucioso análisis de Cuesta Dutari, aún apreciando la tremenda exigencia –incluso dureza– de las pruebas a las que el tribunal sometió a la consagrada figura de Terradas, defiende el rigor científico, académico y procedimental de los tres –mayoritarios, por tanto– partidarios de la no provisión de la cátedra y señala al injustificadamente ausente Rey Pastor como único responsable de que a Terradas le fallara lo que a cualquier candidato –por brillante y experimentado que éste sea– le es primero y principal, a saber, tener tres amigos en el tribunal –históricamente ha variado en el pareado el número de amigos en función del número de miembros del tribunal–. El caso es que, perdida la cátedra, Terradas dejó también el Laboratorio y volvió a su cátedra barcelonesa –luego pasaría la guerra civil española en Argentina–, mientras que Barinaga se hizo cargo de la dirección del Laboratorio en 1934 y permaneció al frente del mismo hasta su desaparición; pasó toda la guerra en Madrid, fiel al legítimo gobierno de la República. Fué también Cuesta Dutari en su necrológica de Barinaga quien señaló la influencia directa que estos acontecimientos tuvieron en la depuración, tras la guerra civil, de los tres vocales reponsables de la no provisión de la cátedra y, en concreto, en la separación de Araujo y Barinaga de sus respectivas cátedras3. Así volvió Don José a sus 49 años –los mismos que tenía Terradas cuando opositó a la cátedra de Madrid– a ganarse la vida en la enseñanza privada, en las academias preparatorias de su juventud, y así durante casi siete años, hasta su rehabilitación en 1946. Catorce años, hasta su jubilación en 1960, transcurren en ésta su segunda etapa universitaria, de tono claramente menor. Pero es que suele ser bajo el perfil de los vencidos. Murió el 14 de junio de 1965 en Madrid,en el número 55 de la calle de la Palma. Barinaga, obra y legado Referencias bibliográficas
Notas: 1 En el tribunal de su tesis, que versó Sobre algunas clases especiales de ecuaciones lineales en derivadas parciales de segundo orden con dos variables independientes, estaban Octavio de Toledo, Vegas, Archilla, Jiménez Rueda, Álvarez Ude, Plans y Terradas. Premios extraordinarios había dos; Barinaga se llevó el primero en concurrencia con el padre jesuita Antonio Romañá y Navarro Borrás. 2 Las tensiones políticas que acabarían con la II República Española estaban ya afectando, como es lógico, a la pequeña comunidad matemática. Véase al respecto [AUSEJO & MILLÁN, 1989 & 1993]. 3 En particular la cátedra de Barinaga, en la mismísima Universidad Central de Madrid, hubo de ser especialmente codiciada en aquellos terribles años de miseria material y humana en los que, según el Descargo de Conciencia de Laín Entralgo, se decía: ¿Quién es masón? El que va por delante en el escalafón. 4 La bibliografía de Barinaga recopilada por Cuesta Dutari en su necrológica [CUESTA DUTARI, 1966], en la que apenas si faltan media docena de referencias, fundamentalmente de los años 1935-37, no incluye reseñas ni ejercicios, tampoco los resueltos bajo el pseudónimo de Nowetcheski que Cuesta le adjudica. |
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