Rey Pastor, Julio (1888-1962) - Página 2 |
Escrito por L. Español | |||||
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Del breve paso por Oviedo quedó la lección inaugural Los matemáticos españoles del siglo XVI (1913), en la que siguió los pasos de J. Echegaray al enjuiciar la matemática española. Con esta obra, su autor se inscribe en el proyecto para una nueva España propuesto por el filósofo J. Ortega, en el que el desarrollo científico debería jugar un papel esencial. Intentó una profunda renovación de la matemática española. En buena medida fue así, pero le pareció insuficiente y lamentó las resistencias encontradas, según declaró al ingresar en la Academia de Ciencias (1920).
Las asignaturas a cargo de Rey Pastor, de los dos primeros cursos, trataban de análisis algebraico y teoría clásica de ecuaciones. De las lecciones de primero surgió Elementos de análisis algebraico (1917, 1922,…), texto muy reeditado, de larga duración e influencia, al igual que Teoría de funciones reales (1918, 1925,…). Por otra parte, la JAE había creado bajo su dirección, en 1915, el Laboratorio y Seminario Matemático (LSM), donde inicialmente se trabajó sobre geometría sintética real y compleja, representación conforme, métodos numéricos, teoría de Galois e historia de la matemática. Socio fundador de la Sociedad Matemática Española (1911), Rey Pastor luchó contra el bajo nivel de su revista, que cerró en 1917; dos años después, tras una larga visita a Buenos Aires (1917-18), promovió su reaparición como Revista Matemática Hispano-Americana y con la orientación investigadora del LSM. A partir de 1936, su actividad matemática creativa fue decreciendo, aunque mostraba interés por la topología y el análisis funcional. Al mismo tiempo, intensificaba su dedicación a la historia y la epistemología de la ciencia. Obtuvo la ciudadanía argentina en 1938 y fue nombrado representante de su nuevo país en la Academia Internacional de Historia de las Ciencias. Esta línea de trabajo dio lugar a La ciencia y la técnica en el descubrimiento de América (1942), Historia de la matemática (con J. Babini, 1951) y La técnica en la historia de la humanidad (con N. Drewes, 1957). Entre 1952 y 1955 estuvo separado del servicio por negar su adhesión al régimen de Perón. Acudieron en su ayuda sus discípulos instalados en diversas universidades argentinas, que le procuraron contratos. Una vez reintegrado a su puesto, pidió la excedencia y actuó en varias universidades hasta 1957, un año antes de su jubilación. Durante este periodo aparecieron nuevas obras en colaboración: Geometría integral (con L.A. Santaló, 1951), Geometría analítica (con L.A. Santaló y M. Balanzat, 1955) y la gran obra en tres volúmenes Análisis matemático (con P. Pi Calleja y C. Trejo, 1952-57-59). En 1947, al reanudar sus viajes a Madrid, hizo la tercera edición de Lecciones, con su propia versión de la teoría de Galois; llegó la cuarta en 1957, añadiendo un capítulo final sobre estructuras algebraicas abstractas, tendencia del álgebra que criticaba.
Su actividad española en los años cincuenta tuvo un marcado carácter institucional, destacando sus lecciones en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (Los problemas lineales de la física, 1955), su relación con el Instituto de Cálculo (Funciones de Bessel y aplicaciones, con A. de Castro, 1958) y el apoyo al nacimiento de nuevas revistas como Arquímedes, en el ámbito de la matemática aplicada, o Theoria, en el de la historia y la filosofía de la ciencia. Su última obra fue La cartografía mallorquina (con E. García Camarero, 1960). No hay que olvidar que fue un brillante conferenciante y escritor, con una variada labor editorial. Recibió diversas distinciones, entre ellas un cráter en la Luna, bautizado con su nombre por la Brithish Astronomical Association (1953), y un sillón en la Real Academia Española de la Lengua (1954). |
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