DivulgaMAT
Inicio - DivulgaMAT Facebook - DivulgaMAT Twitter - DivulgaMAT

Matemáticas divertidas
PDF Imprimir Correo electrónico
ABC, 30 de Mayo de 2000
-
OPINIÓN
LUIS IGNACIO PARADA "He construido una máquina que cuenta automáticamente los números dados, suma, sustrae, multiplica y divide... Estoy seguro de que vas a estallar de alegría cuando veas cómo transporta lo que se lleva de las decenas o centenas..." . Esto escribía en 1623 el astrónomo alemán Wilhelm Schickard a su colega y amigo Johannes Kepler.
Su entusiasmo era lógico. Desde la Grecia clásica se conocían las ruedas dentadas, las palancas, los tornillos sin fin. Pero nadie se había atrevido a construir una máquina de calcular. No porque no se hubiese descubierto el cero sino porque el cálculo pertenecía al ámbito de lo sagrado e iniciático. Y, aunque parezca mentira, resultaba sacrílego cualquier intento de mecanizarlo.

En Oriente se empleaba el ábaco. En Occidente, la regla de Nepper. Con el ordenador, el hombre se ha liberado de los cálculos. Tanto, que los jóvenes de hoy son incapaces de recordar la tabla de multiplicar. Y todos recurrimos a la calculadora de bolsillo incapaces de transformar pesetas en euros cuando nuestros abuelos manejaban duros y reales, fanegas y arrobas con una facilidad pasmosa.

Si usted es de los que todavía disfrutan sumando a mano, divide por más de dos cifras y recuerda algo de ecuaciones le sugiero que celebre su rareza resolviendo este problema:
"Dos amigos, Alex y David, salen de sus casas corriendo con intención de encontrarse. Sus relojes marcan las doce del mediodía. Alex corre el doble que David. Cuando se encuentran, el reloj de Alex marca las 12,30 y el de David, que adelanta, señala un minuto más. Al día siguiente repiten la experiencia. David pone en hora su reloj. Alex retrasa su salida diez minutos y corre a la mitad de velocidad que su amigo. ¿Qué hora marcará el reloj de David cuando se junten?". El problema viene en una página de Internet. Yo pasé ayer media tarde resolviéndolo para celebrar el Año Mundial de las Matemáticas. Claro que yo le llevaba las cuentas a mi abuelo, y no me daba la paga si me equivocaba.

 

© Real Sociedad Matemática Española. Aviso legal. Desarrollo web